POR EL GATO SECO.
LE ANDABA HACIENDO DE CHIVO LOS TAMALES
Esta es la triste historia, verdadera, de un chofer del servicio público, donde los taxistas son como los marineros, en cada puerto un amor, igualitos que los traileros, en cada viaje un querer, y no se diga de los lecheros, que entregan sus productos en cada casa, temprano, cuando sale el viejo a trabajar.
Un taxista de nombre Juan Salinas Meléndez, de 30 años, era más enamorado que un gallo, entre sus amigos y compañeros le decían “el Mil Amores”. Presumía con sus cuates, que era cumplidor con las morritas que se subían al coche, y tenía de todas una gran variedad, chaparras, grandotas, buenotas, gordas, flacas, viejas y jóvenes. Decía que para todas tenía, nada más que no se amontonaran.
Su vieja se llama Sandra Rodríguez Pérez, de la misma edad que él, conocida en la colonia como “La Chata”, una mujer de pocas pulgas, trompuda, cada que salía su viejo a trabajar, le decía que se portara bien, que se anduviera con mucho cuidado, porque el día que le saliera con una babosada, lo capaba, y se lo decía en serio, enseñándole un filoso cuchillo.
Ellos vivían en la colonia Ampliación Santa Julia, en la calle de Ferrocarril Central, la señora tenía una comadre, de nombre Alicia, que tenía meses que había dejado a su marido, se pelearon porque le cayó con otra mujer, también era taxista. Llegaron a odiarse, y cada que lo ve le apedrea el taxi, es muy conocida en la colonia, como Alicia en el país de las quesadillas, porque se dedico a ese negocio.
Pero vamos con Juan, el famoso “Mil Amores”, quien descansaba un día a la semana, siempre buscaba algún pretexto para escapársele a su mujer porque su vieja, como era muy celosa y lo tenía como gato ratonero, se lo llevaba al mandado, lo tenía lavando y planchando la ropa, para que le ayudara, no lo dejaba salir, le había llegado un rumor de que andaba con una señora madura.
Un día, Juan le contó a su mujer que el dueño del taxi le había cambiado el día de descanso, ahora lo haría los viernes, le dijo que se sentía un poco mal desde algunos meses atrás, le dolía la cadera, el cuajo, de tanto estar sentado manejando, y se dio cuenta que se le estaba borrando la raya de la cola.
Le habían dado el remedio algunos de sus compañeros, que tenía que hacer ejercicios, correr por lo menos unas dos horas diarias, hacer sentadillas y lagartijas, que lo hiciera en el parque, donde hay oxigene, la señora le dijo que le parecía muy bien, que ella lo acompañaba porque también de tanto estar parada, haciendo el quehacer y la comida, se le estaban saliendo las venas de las piernas y haciendo las patas planas. Juanito le dijo que no debería hacer ejercicios porque se quejaba de la vejiga y se le fuera a caer, o se le iban a ir los ovarios chuecos por correr, y que si no se ha dado cuenta que las señoras que andan corriendo se les hacen las nalgas chueca, que lo esperara y que por la tarde, la llevaba a dar una vuelta adonde quisiera.
Por más que la señora se quería pegar, él buscaba algún pretexto para no llevarla, porque tenía una movida. Había quedado con una chancluda de llevarla a conocer los paisajes de El Chico, un pueblo mágico donde se ven las estrellas. Para eso, Juan le había pedido prestado el coche a un compañero. Pero cuando llegó al trabajo le cambiaron los planes, le dijo el dueño del taxi que el viernes era de su cumpleaños de su mujer, que la llevara a un restaurante y ahí lo esperara.
Pero donde manda capitán no gobierna marinero, echando madres, se presentó adonde le haba dicho su patrón. Y no se tenía que mover de ahí hasta que le llegara con los mariachis, le contó a su mujer lo que iba hacer, pero no le mencionó lo del restaurante. Al día siguiente, Juan, el taxista, que era conocido también como “El Muñeco”, se levantó temprano, se bañó y se cambió; se echó perfume y se despidió de su vieja, y le dijo que pusiera buena cara.
Le dijo que iba a pasar a la casa de su patrón por su mujer, y que no había cambiado su plan de hacer sus ejercicios como habían quedado, que en la cajuela llevaba sus tenis y sus pants para ir a correr al parque, que llegaba en la tarde, que no se preocupara. La señora se lo quedaba mirando fijamente, que hasta lo chiveaba, se ponía nervioso, se despidió de beso y le dijo a su vieja, que le echara la bendición como todos los días, Sandra se quedó con la espinita clavada. Y pensaba en voz alta: “¿Dónde ira este mono?”
Estaba parada en su puerta de su casa, muy pensativa, cuando pasó su comadre Juana, le dijo que tenía que ir al centro, que si no la acompañaba, le contestó que la esperara un minuto, mientras se iba a dar una manita de gato, al fin que su señor llegaba tarde. Salieron las dos comadres, fueron por el centro de Pachuca, pasaron por un restaurante y la señora Sandra se quedó parada y luego se siguió, le dijo a su comadre que se fijara quién estaba en la segunda mesa, Sandra pasó y miró de rabito de ojo, y le dijo que era Juan. Que estaba con una vieja encopetada, con razón andaba muy misterioso.
Se metió al restaurante, caminando como yegua fina, se paró frente a ellos, tomó los platos y se los aventó en la cara, a la mujer la jaló de las greñas, que la tumbó con todo y silla, Juan quiso decirle que era la mujer de su patrón, que le había dado orden de que ahí lo espera hasta que llegara con los mariachi, y si se tardaba que comenzaran a desayunar, recibió una patada en los bajos, que hasta las lágrimas se le salieron, no dejó de darles de patadas a lo loco, hasta que llegaron los policías; la sacaron cargando, a la mujer se la llevaron a la barandilla, mientras que a los dos, a Juan y a la señora de su patrón, los llevaron al Hospital General, pensaron que eran esposos; la mujer que le había abierto la cabeza con una jarra con agua, quedó encerrada en la barandilla, hasta saber cómo reaccionaban los heridos.
Al día siguiente Juan, todo golpeado, la fue a ver a las mazmorras, le dijo que la había zurrado, a la que le pegó es la esposa de su patrón, como el señor anda arreglando en gobierno el transporte metropolitano, le dijo que fueran al restaurante y ahí lo esperaran, que si se tardaba desayunaran, y después iba por su mujer. “La señora está muy grave, el patrón ya me corrió del trabajo, y levantó el acta por lesiones en tu contra, y no vas a poder salir ni con licenciado, para que se te quite lo desconfiada, hay te quedas”
LO EJECUTARON A BALAZOS
De dos balazos asesinaron a un hombre al mediodía del miércoles pasado, a un costado de la Técnica 47, los que se lo echaron al plato al parecer jalaron en cuatro ocasiones el gatillo de su pistola, y dejaron abandonado el coche en el que viajaban, a unos metros de donde quedó el cadáver.
Lo que están leyendo fue el informe que dio la policía, que dijo que se había tratado de alguna ejecución, fue a las 11 y media de la mañana, en la avenida México de la colonia Benito Juárez de Ciudad Sahagún. Asustados los vecinos, se tiraron pecho a tierra, no les fueran a dar un plomazo, y avisaron de volada a la policía, diciendo que a un hombre lo había matado y estaba en medio de la calle, con la cola para arriba.
De manera de que nadie se enterara, dijeron que los responsables manejaban un coche Volkswagen Golf color rojo. Por lo que les dijeron a los uniformados, junto con los agentes de la coordinación de investigación acudieron al sitio donde fue la balacera, al mismo tiempo se montaron en su caballo (perdón) montaron un operativo para la localización del vehículo que les habían dicho los testigos.
Se presentaron las autoridades del MP junto con los peritos de criminalística y todos los uniformados, agentes investigadores, Protección Civil y los Bomberos, durante la averiguación se dijo que el hombre que estaba muerto recibió dos impactos de bala, uno en la cholla y el otro en la espalda.
Al revisar el cuerpo encontraron entre sus ropas, una identificación a nombre de Ricardo Fernández, de 40 años de edad, con domicilio en la calle Retorno de Jalapa, colonia Benito Juárez, en Ciudad Sahagún, eso quiere decir que la ejecución se realizó en la misma colonia donde él vivía, y los sicarios abandonaron enseguida el coche Golf color rojo, placas de circulación MUE-6507 del Estado de México.
Se informó que al entrevistar los agentes al personal de la secundaria 47, dijeron que todo estaba en calma, como de costumbre, cuando de pronto escucharon los balazos, tardaron en salir, no les fuera a tocar uno, y después que salieron, vieron el cuerpo que estaba a media calle, y le salía sangre en la espalda y en el coco.
Los agentes investigadores anduvieron buscando los casquillos quemados, que no encontraron en ninguna parte, y la Procuraduría General de Justicia dio a conocer que ya estaba en la carpeta de averiguación lo sucedido, poco después llegaron los familiares, que dijeron que no sabían quién lo mató. Por último, el agente del Ministerio Público dio el banderazo y los agentes de la Coordinación de Investigación comenzaron a hacer preguntas por todos lados, para buscar a los responsables, y juran que buscarán hasta debajo de las piedras a los matones, porque en esa ciudad han realizado crímenes parecidos.
RESCATAN A DOS SECUESTRADOS
Tres de los plagiarios ya están durmiendo en el bote, exigían por ellos 50 melones de pesos. Se acuerdan de la información referente a que se habían llevado a dos jóvenes de Tulancingo, en un lote de coches usados, el pasado 22 de junio.
Bueno, pues ya están en sus casas, fueron rescatados por la Unidad Especializada de Combate al Secuestro de la Procuraduría General de Justicia en el Estado. Como resultado de la investigación, la policía logró desarticular una banda de secuestradores, al asegurar a Ramón Pérez Mendoza, José Rodríguez Azures, de 48 y 27 años de edad, nacidos en Puebla.
Con el temor de que les hicieran daño, los familiares de las víctimas pidieron ayuda los agentes especializados, que son cajeta, y le echaron candela a la investigación. Los mismos agentes se encargaron de realizar el manejo de crisis así como el asesoramiento de la negociación, y con los datos aportados, se dieron a la tarea de buscarlos y dar con ellos.
Uno de los secuestradores transitaba en un vehículo que coincidía con las características del de los plagiarios. Al tratar de intervenirlo, al verse en peligro le metió la pata y salió a toda velocidad, como carro de carreras, pero lo alcanzaron y se lo achicalaron. Dijo que se llamaba Ramón Pérez Mendoza, de 48 años de edad, declaró que había participado en el secuestro de los dos jóvenes, que tenían en cautiverio en la colonia Napateco, en Tulancingo.
Éste mismo dijo que José Rodríguez Azures y Luis Ángel Alba Cazares, así como César Alarcón Quiroz, eran los encargados de cuidar a los secuestrados, por ello se realizó otro operativo de localización, y en esa forma localizaron la casa de campaña, formada por lona y rocas, donde fueron detenidos los hampones. También se confirmó que simultáneamente, fueron rescatados los dos secuestrados. Se reportaron como estables y fueron devueltos a sus familiares, quienes no tuvieron que pagar el rescate.
Los tres secuestradores fueron recluidos en el Cereso de Tulancingo, y salieron retratados en el periódico con antejos negros, por eso no los podemos identificar, pero parece que ya han realizado varios secuestros.
UN VELOZ AUTOMÓVIL CHOCÓ CON UN POSTE
Irving Hernández Ramírez se salvó por un pelito de rana, el joven de 21 años de edad, estrelló su coche, Ford Focus, contra la base de un poste ubicado en la autopista México-Pachuca, en la madrugada del miércoles.
El automóvil con placas de circulación YJV-399, quedó convertido en chatarra, atorado en una de las columnas de concreto, en el puente peatonal de Téllez; dijo que iba a gran velocidad y le agarró la mano el chango, y bolas. Al lugar llegaron los Bomberos de Pachuca así como los socorristas de la Cruz Roja y de Protección Civil, con el fin de salvar la vida del joven, que le fallaron los cálculos.
El lesionado, que es vecino de la colonia El Pedregal, en Santa Úrsula Coapa de la delegación Coyoacán, Distrito Federal, se dirigía a Pachuca a gran velocidad, creyendo que era pista de carreras, porque iba a más de 120 kilómetros por hora, donde los límites de velocidad son de 80; con la velocidad que corría el piloto Irving, derrapó sobre la carretera, debido a lo mojado por las lluvias. El automóvil después de volcar y colisionar, se barrió sobre el toldo.
El conductor logró salvarse venturosamente, pues el madrazo fue en el chasis, ya que de otro modo, pudo haber quedado como calabaza.
Fueron alertados los cuerpos de rescate de Zempoala y Pachuca, y así lograron sacar al chofer; también llegaron ambulancias de Zapotlán. Esto que les cuento sucedió a las 4 de la mañana. Tras salvarle la vida al inepto conductor, que quedó más amarillo que un chale, éste juro conducir carritos de pedales.
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