“EL CARACOL”
POR: EL GATO SECO
A Jorge Martínez le decían “El Caracol”, porque era muy conchudo, vivía en la vecindad del barrio de “La Palma” y hacía cualquier cosa para no ir a trabajar. Un día platicaba muy tranquilo con su vieja, cuando de pronto se le doblaron las patas y cayó de madrazo, estrellando su cabeza en el suelo, al verlo su señora “Chachita” gritaba muy espantada, dando vueltas alrededor de él.
– ¡Viejo, por favor no me dejes, no te mueras! No te vayas a pelar de casquete y quién mantiene a todos los hijos.
Los gritos de la señora llegaron a las casas de las vecinas, que fueron a ver qué pasaba y encontraron “Al Caracol” tirado, con el hocico abierto, en posición de firmes.
– ¿Qué le pasó a su viejo “Cachita”?
– No lo sé, estábamos platicando y de momento dio el mulazo.
– Hay que llamar al doctor, está muy amarillo, a lo mejor ya se murió.
-¡Pero todavía está caliente! Está vivo.
– Duran unas horas en enfriarse, yo no le escucho los latidos del corazón, ando mal de las orejas, a ver usted Juanita.
- A buen Santo se encomienda, tengo mucha cerilla, por si las moscas vamos a ponerle el espejo, a ver si ya no respira, aunque insisto “Chachita” que llamemos al doctor o a una ambulancia. para que se lo lleven al hospital.
En eso llegó doña María la curandera del barrio que se las sabía de todas, todas, haciéndose cargo de la situación.
- ¡Súbanlo a la cama y quítenle los zapatos, desabróchenle el cinturón!
- ¿Ya murió Mariquita?
- Todavía respira, métanle los dedos en la boca sacándole la lengua.
- ¡Ni madres! Vaya a cerrar el hocico y me deje mocha de los dedos, mejor le meto una cuchara.
Doña María le echó una revisada, abriéndole el ojo y el hocico.
-¡Ya deje de chillar “Chachita”! Me cae que me pone nerviosa, ¿ha estado tomando el señor?
– Lo de siempre, se empuja 10 litros de pulque en el transcurso de la mañana, y luego se echa un desempance con tequila o aguardiente.
– ¡Guacatelas! Si lo hubieran llevado con el doctor, en lugar de darle medicina le hubiera lavado el hocico, ¿no sabe si tomó agua?
– No lo creo, mi viejo la odia, siempre dice: “¿Agua? sino soy rana”.
– Espérense, no lo muevan, voy a mi casa por un remedio que nunca me falla, cuando mi viejo se me pone pendejo, con este remedio le bajo la borrachera.
Doña María llegó a la casa, destapó el frasco y se lo dio a oler, era amoniaco. “El caracol” se levantó de madrazo, moviendo los brazos como queriendo volar.
- ¡Ah! ¡Ay, güey!
Doña “Chachita” se río de alegría.
- Muchas gracias, Mariquita, por aliviar a mi viejo.
- De nada, ahí le dejo el frasco, si se vuelve a desmayar, le da a oler un poco y verá cómo se levanta hecho la mocha.
- ¡Que susto me diste viejo! Pensé que te ibas para el valle de las Caracas.
- Todavía me siento muy mal, habías de ir a comprar un pomo, a ver si con eso mejoro.
- ¿No será de tanto chupar, te pones mal? O se te alborotan las amibas que se te subieron a la choya cuando comiste carne de marrano, por eso te desmayaste! Mejor descansa y te voy hacer unos chilaquiles y te los bajas con una cerveza.
- Pero las cervezas ya no me hacen nada, ni siquiera me apendejan, sólo me empanzonan, necesito un fuerte. ¡Voy a la cantina!
- ¡Pero si acabas de darte un buen madrazo, ¿qué tal si en la cantina te agarra el telele? Mejor mañana te acompaño al hospital, para que te echen una checada, a lo mejor tienes algo malo.
- ¿Qué me pasó?
- Estábamos platicando, cuando de pronto volteaste tus ojitos al revés, y madres, caíste de madrazo pegándote en la cabeza. ¡No salgas! No te vayas a caer al cruzar la calle y un pinche carro te machuque.
- No me pasa nada, vieja, a lo mejor aquí en la casa me enfermo porque me falta aire o distracción, allá con mis camaradas voy a estar bien. ¿No tienes una lana que me prestes?
- Me acaban de pagar una lavada, tengo 10 pesos, si te sirven, tenlos.
“El Caracol” llegó con sus cuates y se la pasó a toda madre, toda la tarde jugando dominó y chupando melón, por la noche llegó hasta la madre de borracho.
- ¡Que bueno que llegaste! Me tenías con el pendiente, estaba yo con el Jesús en la boca de que te fueras a dar otro calaverazo.
“El Caracol” no le hizo caso, se quedó dormido, al otro día pasó lo mismo, se volvió a desmayar a la misma hora.“Chachita” buscó el frasco y se lo dio a oler. Todos los días le pasaba lo mismo, a la misma hora se desmayaba, “Chachita” le daba el mismo remedio pero después ya no encontró el frasco y le dio mala espina y fue a ver a su mamá, contándole lo que le pasaba a su viejo.
- ¡De modo que ese cabrón se desmaya a la misma hora y luego se larga a la cantina! Te está viendo la cara de pendeja, ¡Te lo dije, hija, ese güey es más mañoso que las patas que lo cargan!
- ¿Será, mamá?
- ¡A huevo! No conoces a los hombres, con tal de no ir a trabajar son muy mañosos. Así hubo un tiempo que me la quiso hacer tu padre pero lo levantaba a madrazos y lo mandaba a trabajar.
- Me dice que tiene miedo de que en la mina se desmaye. Que debo de incapacitarlo unos años mientras se alivia, que es mi deber trabajar.
- ¡Qué chistoso! Vas a hacer lo que te diga. Mañana voy a tu casa, y me escondo. No le vayas a decir que voy. Cuando se desmaye, me gritas, y yo salgo con un remedio para aliviarlo de una vez por todas.
Así lo hicieron y como a las 2 de la tarde le dijo a su mamá:
- ¡Ya se desmayó! ¿Qué hacemos?
- Me ayudas a abrirle el hocico, le voy a vaciar todo el frasco de purga para caballo. Verás como esto lo va a aliviar.
Entraron las dos señoras, como si estuvieran muy preocupadas, lo cargaron y lo subieron a la cama, discretamente doña Felipa le amarró las patas con una jareta y se sentó a propósito en su brazo a manera de que no lo pudiera mover “La Chacha” hizo lo mismo. La señora le cerró un ojo a su hija y ella comenzó a llorar.
- ¡Ay, Dios mío! No te lo lleves. ¡Por favor, déjalo unos 40 años más!
- ¡Ya hijita, no llores, aquí traigo una medicina que contiene alcohol, para que ayude a los músculos, pero veo que mi yerno tiene el hocico cerrado como almeja, si al menos nos ayudara a abrirla para darle un poco!
- ¿Qué contiene esa medicina, mamá?
- ¡Son inventos de tu padre! Al tequila le echa caña, bacardi y unas gotas de brandy, dice que con esto se puede revivir a un muerto.
Al escuchar la receta, “El Caracol” poco a poco iba aflojando la boca, hasta que quedó abierta, en un descuido, la señora le metió los dedos en la parte de abajo “La chacha” en la de arriba y le abrieron el hocico, la señora vació todo el frasco de purga. “El Caracol” hacía fuertes intentos por pararse, pero no podía, no se quitaron hasta que le comenzó a hacer efecto.
- ¡Ay! Me gana del baño.
Desde ese día “El Caracol” ya no se desmaya, cuando duerme, aprieta el hocico. Con la purga que le dieron, la diarrea lo estaba vaciando. Se iba temprano a su trabajo y cada que veía a su suegra, cerraba el hocico, y le hacía la mano para atrás, mentándole la madre.