CHENCHO “EL VIROLO”
“El Virolo”, “El Chocolate” y “El Chino” salieron cansados de trabajar en la mina de San Juan Pachuca, se detuvieron en un changarrito a tomarse un refresco, se sentaron en la orilla de la banqueta, de pronto pasó un perro, levantó la pata y orinó al “Virolo”, todos se levantaron rápido sin aguantar la risa, “El Virolo”, muy enojado, le aventó la botella al perro, con todas sus fuerzas, se hizo a un lado y le pegó en la espinilla a una señora, que pasaba por el lugar, ésta furiosa, le dijo:
• ¡Pendejo, fíjese cómo avienta las cosas!
• Perdóneme señora, la botella se la aventé a ese pinche perro.
“El Chocolate” no aguantaba la risa, lo mismo que “El Chino” y le dijo:
• Pinche “Virolo”, estás salado, me cae de madre, en la mina se te atoró la barrena, te caíste en la tolva, solamente te faltaba que te miara un perro. A mí se me hace que tu vieja no te echó la bendición.
De momento apareció un señor, con un cuchillo en la mano, le aventó un tajazo al “Virolo” que si no se hace a un lado, lo destripa.
• Cálmese señor ¿Qué le pasa?
• Te voy a partir la madre, ¿por qué le pegaste a mi señora?
• Fue sin querer, verdad de Dios, le aventé la botella a un perro.
• Que perro ni que la chingada.
El señor hizo la mano hacia atrás sin soltar el cuchillo, los tres al mismo tiempo se echaron a correr, sin parar hasta que llegaron al barrio del “Arbolito” y se despidieron.
• Ahí nos vemos “Virolo”, me cae que por un pelito de rana te desmadran, hoy es tu día de mala suerte, métete debajo de las naguas de tu vieja, para que se te quite lo salado.
Le dijo “El Chino”:
• Ahorita que llegues a tu casa, le dices a tu vieja que te limpie con un huevo, nada más que no te lo jale mucho.
• ¡Chinguen a su madre!
“El Virolo” llegó a la vecindad, en la puerta encontró a su señora trepada en una silla que estaba arriba de una mesa, y se estiraba tratando de conectar un diablito en el poste de la luz, le dijo:
• Bájate de ahí, vieja, te vas a dar un mulazo.
• ¡Qué bueno que llegas! Para que arregles la luz, hice un corto al conectar la parrilla.
La señora se bajó y “El Virolo” se subió
• Agárrame la mesa, que se mueve y rechina como las patas de tu jefa.
La señora se ponía colorada al sostener la silla, donde estaba su señor, que se estiraba y no alcanzaba, hizo varios intentos, cuando estaba a punto de enganchar el cable de la luz, se estiró mucho y no se pudo controlar, le ganó la cabeza y se vino abajo; al caer se agarró de los cables de luz, al juntarse, hicieron un corto circuito, quedando quemados, dejando sin luz a los vecinos.
“El Virolo” recibió una fuerte descarga eléctrica, que le quemó las manos, su vieja le ayudó a levantarse, en esos momentos salieron de sus casas varios señores y lo pusieron como lazo de cochino.
• ¡Pendejo! Ya nos quedamos sin luz, por tu culpa, si no sabes, ¿para qué te metes?
• Yo sólo quería conectar mi cable.
• Sácate a la chingada, antes de que te parta la madre.
El enojo de los vecinos se debía a que faltaban unas horas para que llevaran a la vecindad, como todos los años, en el mes de abril, a la Virgen de San Juan de los Lagos, acompañada con la gente del barrio. Los organizadores se pusieron a arreglar los cables, algunos tenían que cambiarlos por nuevos, muy triste “El Virolo” se sentó y se soplaba las manos, llegó su vieja y le dijo.
• ¡Qué bonito te ves cabrón , ahí sentado como chango, en lugar de que les ayudes a los vecinos arreglar tus pendejadas!
• ¡Cállate el hocico! Vamos a la casa para que me des de comer.
• ¿En qué te caliento? No tenemos petróleo ni carbón, por eso conecté la parrilla e hizo un corto, los malditos escuincles, ni sus luces, llegaron de la escuela, aventaron la mochila y no les he visto la cola, pero cuando lleguen me la van a pagar. Ve al centro a comprar unos metros de cable de luz, para que la arreglen de una vez los vecinos.
• Yo no voy, no quiero pedirles ningún favor a esos güeyes.
• ¡No vayas! Al rato no vas aguantar los chillidos del chamaco cuando despierte y pida su mamila.
• Le das la chichi.
• No seas necio cabrón, ¿qué te cuesta?
“El Virolo” se metió a su cuarto y le dijo a su vieja, que lo seguía presionando:
• Ya no estés chingando, ya te dije que no voy, dame un plato de frijoles, que tengo hambre.
• No sé si eres pendejo o te haces, te estoy diciendo que no los puse porque no hay luz, entiéndeme cabrón, no seas pinche burro.
Fue tanta la insistencia de la mujer, que “El Virolo” echando madres, salió de malas a comprar el cable para poner su luz. Al bajar por el callejón empedrado, se cayó y se torció una pata, grito refeo, pero nadie salió a ayudarlo porque estaban muy apurados, se quedó sentado un buen rato hasta que pasó por ahí su compadre “El Remache”, él le fue avisar a su comadre y entre los dos lo llevaron cargando y lo acostaron en la cama, la señora lo cajeteó:
• Ves lo que te pasa por hacer las cosas de mala gana, ya te diste en la madre solo en tu pinche pata, se te está poniendo como bolillo, la Virgencita te castigó por estar de berrinchudo, como dice el dicho: “el que se va a condenar con una pata va a empezar”.
• Ay, ay ¡no me la agarres!
• Pinche viejo chillón, gritas como si estuvieras pariendo chayotes.
“El Remache” le dijo:
• Luego nos vemos compadre, y usted comadrita, no se preocupe, voy a comprar el cable y le pongo su luz.
• Se lo agradezco compadrito, porque tengo un viejo que salió igual que su madre, de necio.
Ese día todo se le había juntado al pobre “Virolo”, lo del trabajo, la meada del perro, la quemada de sus manos, la zurrada de los vecinos y la torcida de pata, además se quedó sin comer y por el coraje le agarró chorrillo. Lloró su desgracia y se quedó dormido. Horas después se escucharon cohetones, gritos de alegría, y cánticos. Llego toda una peregrinación de diferentes barrios y le cantaban duro:
• Ya llegó la Virgen, salgan todos a recibirla.
Los vecinos hicieron valla para darle la bienvenida a la Virgen de San Juan de los Lagos. Mariana, la vieja del “Virolo” entró corriendo a su casa, que se tropezó y se fue de cuernos, se levantó y lo despertó, acababa de dormirse.
• ¡Viejo, viejo, despierta, ya llegó la Virgencita!
• No me puedo levantar, me duele mucho mi pata.
• A ver, déjame verla, ¡Ay en la madre! La tienes como de elefante, voy a la casa de mi jefe, y te traigo un zapato, el calza del 30, te va a quedar un poco guango pero te ayudará a que estés con nosotros.
• Mejor busca a don Trini, el cura huesos, dile que venga a curarme.
• Ahí si te la vas a pelar, el señor está en la fiesta, espérame, ahorita vengo.
La señora, llegó corriendo, le metió el zapato a huevo con el palo de la escoba, le hizo un bastón, le puso una cachucha como la del chavo del 8, una bufanda, lo agarró del brazo y le dijo:
• Camina poco a poco.
• No puedo vieja, por Dios, que me duele un chingo mi pata, no la puedo apoyar en el suelo.
• A ver, trata de brincar como chapulín, con una pata, como cuando jugábamos el avión.
Haciendo gestos lo intentó y se cayó al suelo dando gritos de dolor, las lágrimas se le salieron.
• Échale ganas viejo, tú puedes, los vecinos te esperan, quieren que estés con ellos, están dando unas cubas a toda madre, ya me aventé tres y me apendejaron.
• Mejor te llevo cargando en brazos, y ahí te sientas en una silla, para que se te quite el dolor te tomas unas cubas bien cargadas, ya mañana vemos a don Trini. Ándale, los vecinos ya te perdonaron y te quieren ofrecer una disculpa de las mentadas de madre que te dijeron.
• Déjame, no me cargues, yo solito tengo que poder caminar.
• Así me gusta, tú eres un macho camacho.
“El Virolo” salió caminando poco a poco, recargado en su señora, hacía gestos y se ponía como chinicuil, al dar el paso, cuando pasaron frente a la virgen su vieja le dijo:
• Pídele de todo corazón a la Virgencita que te alivie de tu pata, que te eche la mano, para que no estés tan salado y te quite lo pendejo.
Por momentos “El Virolo” se persignó, y rezó algo en silencio, los vecinos, al ver que no podía andar, lo cargaron de palomita, y lo llevaron a donde estaban chupando.
Le sirvieron la primera muy cargada, mientras decían “salud”, uno de los organizadores estaba echando cohetes, de los que suben al cielo y truenan, al prender uno, no subió, se fue derechito a donde estaba “El Virolo” se le clavó en el estómago y le explotó, matándolo instantáneamente. Todos los vecinos guardaron silencio, sólo se escuchaban los gritos de la señora Mariana que le decía:
– ¡Chencho! Por favor, háblame, llamen a una ambulancia.
Llegaron los socorristas y nada pudieron hacer, “El Virolo” tenía todas las tripas reventadas, la fiesta de la Virgen se convirtió en velorio.