Un Infierno Bonito

“EL RATÓN”

Era el mes de abril, se acercaba la Peregrinación Minera a la Ciudad de México, entre todos los trabajadores por votación, se había formado una comisión para la restauración de la capilla de la Virgen de Guadalupe, que se encuentra en los patios de la mina de San Juan Pachuca.
Guillermo “El Ratón”, un perforista, era el encargado de pedir la cooperación a los compañeros mineros, se debía poner muy abusado porque había muchos que se hacían pendejos y no daban, buscó un ayudante, llamado Pancho, para anotarlos.

Un sábado, se pusieron en la puerta y les decían a los trabajadores mineros:
    •    Compañeros, ahora que recibieron la participación de la plata, se tienen que mochar con una lana para reparar la capilla de la Virgen y para la Peregrinación Minera. ¡Hey tú! ¿A dónde vas? ¡Que te dé dinero, Pancho!

Algunos se les ponían al brinco:
    •    ¡A ustedes no les doy ni madres, son bien tranzas, ya los conozco a los dos, cabrones!

    •    Mide tus palabras, y ustedes, compañeros, recuerden que tenemos muchos testigos, que hace unos años, cuando no quisieron cooperar para la Virgen, cayó un rayo en el polvorín y les partió toda la madre a muchos codos. ¡Ténganlo presente!

Los compañeros mineros de San Juan, sacaban dinero, se lo daban a Pancho, que fungía como tesorero, pero como salían en bola, le daban la cooperación, que no le daba tiempo de llevar ningún control de listas. El dinero lo guardaba en sus bolsas. “El Ratón” seguía hablando, para convencerlos.
    •    Desde el cielo, la Santísima Virgen se está dando cuenta de quiénes son lo que cooperan y quiénes no. También mi compañero Panchito esta fichándolos. Aquellos que no den el 12 de diciembre, que vamos hacer una súper pachanga, no los vamos a dejar entrar, ¡por hojaldras!

Cuando la mayoría de los compañeros mineros les dieron, abrieron la puerta, dejándolos salir. Le dijo “El Ratón” a Pancho:
    •    ¡Me estoy dando cuenta lo difícil que es ser presidente, ya me imagino al de la República, cómo lidiará con los pinches diputados y senadores necios, que no le aceptan sus reformas. Vamos a echarnos una cuba, como los padrecitos, cuando dan misa y dicen el sermón, como no les hacen caso se les seca el gañote de tanto hablar, por eso se echan su vino de consagrar.

Llegaron a la cantina “El Reloj de Arena” que se encuentra en la calle de Ocampo. En una mesa hicieron cuentas de lo que habían juntado. Sacaron todo el dinero. Le dijo “El Macho”:
    •    Mira mis bolsas, Ratón, están vacías, ya saqué todo el dinero que traía, sólo me quedé con mi raya de 400 pesos.

Le dijo el Ratón:
    •    Yo también revolví mi lana y como no le dí a ningún pinche abonero, saqué 600 pesos; los tomo y hacemos cuentas de cuánto dieron de limosna. ¡Ay güey! Juntamos mil pesos. Yo los guardo. Tú estás de testigo, y mañana se los entregamos al comité.

Pasaron las horas, y Pancho le dijo:
    •    Yo aquí pinto mi raya. Me voy, ya es tarde. Si no para qué quieres que mi vieja me comience a chingar que ando con otra, y vayamos a salir a madrazos

    •    ¿A poco le tienes miedo a tu pinche vieja? ¡Si está bien chaparra!

    •    Deja de lo chaparra, cuando se encabrona, me avienta lo que tiene a la mano; la vez pasada me clavó el cuchillo en una nalga.

    •    Órale carnal. Yo me quedo otro rato. Mañana nos vicenteamos.

“El Ratón” se juntó con otros borrachentos y se quedó chupando como recién nacido. No supo ni a qué horas salió de la cantina. Al llegar a su casa, se tropezó con el escalón y se fue de cholla, quedándose tirado por mucho tiempo; el frío lo despertó. Temblando como perro, llegó a su casa. Su vieja lo ayudó a quitarse las chanclas, y se quedó jetón en la cama. Después despertó y le dijo:
    •    ¡Ve a comprarme una chela, vieja, tengo un chingo de sed!

    •    ¿Dónde te la voy a traer, si son las 3 de la mañana? ¿Quién te pegó, que vienes todo madreado?

    •    ¿Quién quieres que me pegue? Todavía no nace el que me ponga la mano encima. Dile al muchacho que vaya a comprar la cerveza.

    •    ¡No estés de mamón, pinche viejo borracho! Ya te dije que hora es, no te hagas pendejo.

“El Ratón” se quedó sentado en una silla, y le ganó el sueño. Al poco rato se escuchó un fuerte calaverazo, que despertó a la señora.
    •    ¡Ya te diste en la madre, por necio!

“El Ratón” se levantó. Hecho la chingada, se buscó en todas las bolsas. Sacó los ojos y le gritó a la señora:
    •    ¿Dónde está el dinero que traía en la bolsa del pantalón y en la chamarra?

    •    ¿Cuál dinero, güey?

    •    ¡No te hagas pendeja, tú me lo sacaste!

    •    ¡Verdad de Diosito Lindo, que no! ¿Cómo te lo voy a sacar si tenías las manos dentro de las bolsas?

    •    ¡No me espantes, vieja, dámelo! Ese dinero no es mío, es el que junto con los compañeros para la capilla de la Virgen.

    •    ¡Yo no te saqué nada!

La agarró del pescuezo, le apretó el gañote, azotándole la cabeza en la pared.
    •    ¡Aquí vas a confesar o te mato, cabrona ratera! ¡Y lástima que no tengo un Tehuacán para echártelo en la nariz!

    •    Me estás lastimando. Me cae que no te saqué nada.

La señora lloraba y gritaba de dolor:
    •    ¡Que me castigue la Virgencita, si yo fui! ¡Te lo juro por mi jefecita, que no te saqué nada!

    •    Al que me van a castigar es a mí. Todo el dinero que junté para su capilla me lo robaron; ahora con qué mamada les salgo a los cuates. ¡Aparte de mentarme la madre, me la van a rajar!

“El Ratón” se dejó caer en una silla. Se tapaba la cara con las manos y lloraba. Se le escurría el moco y en voz alta decía: ¿Dónde se me perdería todo el dinero, o quién me lo robó?
La señora aprovechó y salió hecha la chingada, antes de que se la sonara. Ese día no fue a trabajar, y no tenía ni para curársela. Esperó a que fuera la hora de salida, y fue a buscar a su amigo “Pancho” afuera de la mina, y le dijo:
– Fíjate carnal, que ya me metí en un lío. Estoy que no me calienta ni el Sol. Perdí o me robaron todo el dinero de lo que juntamos, y mi raya. Ya fui a echarle brava al pinche cantinero, y me dijo el güey que ni siquiera pagué, que me emborraché de gorra, porque todos los cuates me dispararon las tandas.
    •    Yo te dejé en la cantina, estabas muy bien. A los compañeros de la mina les dije que juntamos mil pesos.

    •    ¿Qué dijeron?

    •    Que mañana los tienes que entregar al comité para que comiencen a trabajar en la capilla.

    •    ¡En la madre! Les hubieras dicho que no juntamos nada, que todos se hicieron pendejos y no dieron.

    •    Me presionaron. Dijeron que a lo mejor por eso no fuiste a trabajar, porque te lo emborrachaste; que no les vayas a salir con una mamada, porque te parten toda tu madre.

El pobre “Ratón” caminó con la cabeza baja. Se sentía como si estuviera atrapado en una ratonera. De momento se quedaba todo idiota, mirando para un solo lugar, pensando cómo le iba a hacer para juntar el dinero. Cuando entró a su casa, lo estaban esperando sus suegros y sus cuñados, que al verlo, le dieron en la madre. Le dijo su suegra:
    •    ¿Con que muy gallito, cabrón? A ver, apriétame el pescuezo y mátame como le dijiste a mi hija? 

Uno de sus cuñados le dio un madrazo en el hocico, que lo dejó chimuelo; completaron su obra dándole de patadas en todo el cuerpo. Al día siguiente fue a trabajar todo chueco, a enfrentarse con el problema del dinero de la Virgen. Al saberlo le mentaron la madre; le dijeron que era un ladrón, que le hacía honor a su apodo. Le daban 24 horas para  entregar el dinero. A la salida lo encontraron abajo en la mina, al pie de una escalera, con una piedra grande que le deshizo la cabeza. La gente comenzó a murmurar que la Virgen lo castigó por robar su dinero.

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