Un Infierno Bonito

“SUPERMAN”
¡Es una bala!
¡Es un avión!
¡Es “Superman”!

Leopoldo “el Pilón”, era un chavo al que ya se le quemaban las habas por casarse, trabajaba en la Hacienda de Loreto, vivía en una vecindad en la calle de Bravo, en el barrio de La Palma, llevaba dos años de novio con  “La Nena”, la hija del “Guajolote”, un minero de la mina de San Juan.
La chamaca estaba re buenota, usaba unas falditas cortas que cuando se agachaba, se le veían las muelas.
La relación entre la familia del “Pilón” y la del “Guajolote” era muy buena y como novio oficial, ya entraba a su casa, los enamorados salían a divertirse, sin embargo “el Guajolote” andaba muy abusado, para que “el Pilón” no se fuera a comer la torta antes del recreo.
Un día don Chucho y doña Carmela, los papás del “Pilón”, se pusieron de pipa y anteojo, iban como muñecos a pedir la mano de “La Nena” y a fijar la fecha de la boda. Don Chucho, el papá del novio, era corto de palabras pero se entendía a toda madre con “el Guajolote” que entre cruzada y cruzada  chupaban más que un recién nacido, se pasaron la tarde muy contentos, y Don Chucho le dijo:
    •    ¡Vamos al grano! Tú mejor que nadie conoces a mi hijo, no toma ni fuma, no es faltista en su trabajo, no tiene amigos y de su trabajo a la casa.

“El Guajolote le contestó:
    •    Lo conozco muy bien, y dentro de un mes, yo no perderé a una hija, sino que ganaré a un hijo. Además, quiero que también ustedes sepan que mi hija es muy decente, le he dado buena educación, ya ven a las jovencitas de ahora,  donde uno pone el ojo, otro cabrón ya puso otra cosa.

El pinche “Guajolote” hubiera querido que se casaran ese mismo día, una boca menos para él era ganancia, le preguntó al “Pilón”:
    •    ¿Ya tienen dónde vivir?

    •    ¡Claro que sí, señor! Renté un cuarto en la vecindad del señor Molina y compré unos muebles al gusto de su hija, ya tengo dinero para la boda, es hora de hacer una pachanga de pelos.

“El Pilón” se iba a hacer cargo de toda la fiesta, aunque en la actualidad la novia tiene padrino de todo, hasta de calzones. “El Guajolote” era muy propenso a escuchar a Don Chucho, que les ofreció a los novios lo que les hiciera falta, no se quiso quedar  atrás y dijo:
    •    A mí me gustaría pagarles el viaje de luna de miel a la Unión Americana, pero a lo mejor tienen problemas, porque no saben hablar inglés.

Su señora le dio un pellizco y le dijo en la oreja:
    •    ¡Cállate, pinche chismoso! Ya quisieras tener para tragar.

Cerca de la medianoche la familia del “Pilón” se despidió, con el compromiso a cuestas de que en 30 días se casarían por la iglesia. Ese era el deseo del “Guajolote”, que su hija saliera de blanco, pues todas sus demás hijas le habían fallado y salieron panzonas.
Por su parte, “el Pilón” era el hombre más feliz del mundo, pues en unos cuantos días ya iba a tener vieja y podría tener muchos chavos, pero este güey no sabía que hacerlos es fácil, lo cabrón está en mantenerlos.  La noticia se corrió de boca en boca, ya tenían muchos invitados, en el trabajo le dijo su maestro “el Charro”, un pinche naco de Pachuquilla:
    •    ¿Así que te vas a casar “Piloncito”? Me cae de madres que no sabes en lo que te metes, las  mujeres  son  como las  chamarras de cuero, muy bonitas y muy caras, pero luego se hacen feas y duran un chingo. Ahorita ves a tu novia y le dices “que cara tan mona, al rato vas a decir que mono tan caro”. Pero allá tú pendejo, si te casas. Yo cuando conocí a mi vieja, la vi tan bonita, que ya me andaba por casarme,  pero a los pocos días, parecía changa la cabrona, no se peinaba y me exigía el gasto: y luego los pinches escuincles cagones y  chillones, que no me dejaban dormir, que se enfermaban de una cosa o de otra, me cae que me daban ganas de apretarles el pescuezo.

“El Pilón” no le hizo caso, por el contrario, sin que se diera cuenta le mentó la madre, a él qué le importaba.  Llegó el día esperado  y se casó, hizo una fiesta de primera, a todos los invitó y salieron muy contentos, siguió la pachanga y ellos se fueron de Luna de Miel a Guadalajara; regresó a los 3 días, más feliz que un rabo de perro,  al poco tiempo se dio cuenta que “La Nena” resultó una cajita de Pandora. Ella le dijo:
    •    ¡Desde hoy en adelante vas a lavar tu ropa! La traes muy sucia, parece que te vas a revolcar en el lodo.

“El Pilón” le hacía caso y se ponía a lavar, sin importarle la crítica de los vecinos. Sudaba la gota gorda y cuando iba a terminar llegaba “La Nena”:
    •    Te traje de una vez la mía, para que no te enfríes y cuando termines vas por el pan, voy a la casa de la vecina a que me cuente cómo va la telenovela de “Por un amor”, ya va a terminar.

Para “el Pilón” su vida se le iba convirtiendo en un mundo de perros, ladridos por todas partes. Llegaba bien madreado de trabajar y cuando quería echar su coyotito, su vieja le decía:
    •    Dale una barridita a la casa, va a venir mi mamá y no quiero que la encuentre sucia y tirada, levantas la ropa.

“El Pilón” era obediente, en parte porque la quería y también para que no se dieran cuenta sus papás que su vieja le resultó huevona y fodonga. Una vez que “el Pilón” llegó de malas, le dijo su vieja:
    •    ¡Barres la casa, es que invite a mi vecina a tomar un café!

    •    ¡Bárrela tú! Yo no soy tu gato!

    •    ¿Qué me dijiste, pendejo?

    •    Que ahorita lo hago, en un rato.

“El Pilón” comenzó a darse cuenta que el matrimonio es una guerra donde uno duerme con el enemigo. Un día en su trabajo estaba muy pensativo hasta con el hocico abierto, llegó su maestro y le pegó en la cabeza.
    •    ¡Despierta, cabrón!

    •    ¡Ay! Hasta me espantó, se me fue la leche.

    •    No me jales.

    •    De las patas.

    •    Vamonos. ¿qué pasó, ya se te quitó lo feliz?

Casi a punto de llorar “el Pilón” le contó a su maestro lo que le pasaba en su casa con su vieja. Y él lo regañó.
    •    Yo te lo dije, güey, que te ibas a convertir en “Superman”, se me hace que dejas los calzones oxidados. échale un calambrito a tu vieja, para que sepa que tú no eres Supermandilón, a la salida vamos a chupar en la cantina del “Bigotes” y luego nos vamos al  “Sabor de la Noche”, allá  hay unas viejas a toda madre,  lo que te faltó fue divertirte.

A la salida, “el Pilón” y otros compañeros se fueron donde les dijo su pinche maestro sonsacador, estaba muy contento y le dijo su maestro:
    •    Ahora que llegues a tu casa, tu vieja te va a recibir con una sonrisa, como la de las Papas Sabritas.

A la medianoche que llegó a su casa, se le apareció el diablo encuerado, su vieja lo esperaba en la puerta muy enojada.
    •    ¿Dónde fuiste, cabrón?

    •    Me fui con unos amigos y mi maestro del trabajo a echarnos unas copas.

Como respuesta recibió una cachetada, que lo tumbó, las patas paró y le dijo:
    •    De hoy en adelante, me vuelves a llegar tarde y tomado, a tí y a tus amigos, y maestros, le voy a romper toda la madre, ¡te vas a dormir en el suelo por amiguero!

“El Pilón” siguió la vida de “Superman” y colorín colorado…

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