“EL BORREGO”
“El Borrego” era un hombre grandote y fuerte, trabajaba en la mina de San Juan Pachuca, era perforista, era un hombre común y corriente, por ahí se contaba que su jefa le hacía a la brujería y diario le daba un amuleto, como una lagartija, un pájaro chupamirto y siempre salían temprano de la mina.
Habían hecho un trato con los ingenieros y los encargados de trabajo, que al terminar su barrenación podían salir a su casa los perforistas, sus ayudantes les mentaban la madre porque salían temprano, todos se burlaban de ellos.
• ¡Órale, pinches burros, a trabajar! Les voy a enseñar como se barrena.
• A mi dame a tu hermana pinche barbero, te dejan salir porque los ingenieros se empinan a tu madre.
• No es eso, pendejos, lo que pasa es que no saben trabajar, ¡saquense antes de que les agarren la noche y los agarre un nahual!
Con chiflidos y habladas se perdían en el túnel, esto era de siempre, ya tenían varios años.
Pero un día, no fue a trabajar “El Chaparro”, su ayudante, eso puso nervioso al “Borrego”, a todos los que entraban les preguntaba:
• ¿No han visto al ‘‘Chaparro’’?
• Dijo que hoy le tocaba dormir con tu jefa.
Le dijo el encargado.
• Ya, pinche Borrego, vete a trabajar, “El Chaparro” pidió permiso por un mes.
• Bueno, présteme a un ayudante, ni modo que voy a cargar la máquina.
• Llévate al “Mono”.
• Me echen a quien me echen, a mi me la pelan. ¡Vámonos!
En el camino le iba dando consejos.
• Ahorita que lleguemos te pones a armar la máquina. Le revisas el aceite, que la pierna y mangueras estén al tiro.
• Siempre lo hago, ustedes los perforistas nada más se hacen pendejos.
Comenzaron a trabajar y le dijo.
• Agarras el fierro en el mero centro y yo te lo pongo con mi luz.
Así lo hizo y cuando iban por la mitad se les atoró la barrena, que era un fierro de dos pulgadas y dos metros de largo.
“El Borrego” le dio una patada a su ayudante.
• Ponte abusado, pendejo, te estoy diciendo donde y lo haces más abajo. Ve a conseguir una llave stilson y un marro para sacarlo.
Llegó y a golpes no pudieron sacar el fierro, que muchas veces se llega a atorar.
• ¡Pinche “Mono salado! Ve a decirle a Jarillo que te preste una barrena, pero córrele.
Se tardó un poco y llegó corriendo sacando la lengua.
• No me quiso prestar nada, me dijo “no que muy chingón”.
“El Borrego’’ le dio un marro.
• Pégale con todas tus fuerzas para que lo saque.
Al ver que le pegaba, le arrebató el marro y le dio un aventón que se fue de nalgas.
• ¡Pégale duro, como le pegas a tu vieja!
• Te voy a demostrar cómo se le pega.
• Cerró el puño y le pegó entre boca y nariz, tumbandolo mientras sangraba, en esos momentos llegó el encargado y dijo:
• No le pegues.
• También es muy pendejo, me tocó bailar con la más fea, este cabrón está salado.
“El Mono” se lavaba y no le paraba la sangre, uno de los compañeros le echó suficiente agua con la manguera y le puso una franela mojada en la frente, después de que le paró la sangre le dijo el encargado:
• Vete a ayudarle a Juan, que está subiendo los anillados. Y tú ‘‘Borrego’’, te quedas a echar pala todo el turno.
• Pero usted vio que el menso ese tuvo la culpa.
• A mí me vale madre, ya no tarda e Ingeniero Luis. Mira, hablando del Rey de Roma.
Luis era el encargado de toda la gente, al ver sangre preguntó:
• ¿Qué pasó aquí?
• Este cabrón le pegó a uno de los trabajadores, como castigo lo puse a echar pala.
• Hiciste muy bien.
• ¿Por qué fue el pleito?
• Es que se fueron dos fierros atorados y no los pudieron sacar y por eso le pegó.
• Ahora va mi castigo y van a descontar los dos fierros de tu sueldo y en dólares, porque son de los importados, y sácate a trabajar antes de que te agarre a patadas.
Enojado, “El Borrego’’ se echó la pala al hombro y al dar la vuelta le pegó en la cabeza de don Luis, que le rompio la gorra. El encargado le dio una patada en la cola.
Mientras alegaban, “el Mono” llegó con el que estaba subiendo los anillados, tenían que hacerlo a 60 metros de altura, “el Mono” le contó todo lo que había pasado y le dijo.
– ¿Apoco te vas a quedar chimuelo?
– No ni madre, me las tiene que pagar, cuando pase por aquí le voy a soltar un anillado.
– ¿Pero como le vas a hacer?
– Tú me tienes que ayudar, vamos a subir el anillado y cuando pase se lo dejamos caer.
– ¿Pero cómo le vamos hacer? ¿Cómo vamos a saber que es él?, ¿qué tal si chingamos a otro?
– No porque debe de tener la lámpara enroscada en el pescuezo, así que cuando lo veamos que la trae enredada en el cuello se lo soltamos.
Pasaron los minutos ensayando hasta que vieron que venía un minero con la lámpara en el cuello.
• Ese es ese, abusado.
• Cuando le caiga yo le voy avisar al encargado que accidentalmente se nos safo.
Así lo hicieron, y cuando iba pasando se lo soltaron que cayó como muerto.
• ¡Corre a avisarle al encargado!
“El Mono” llegó corriendo y le dijo al encargado.
• Se nos cayó un anillado y le cayó al “Borrego”.
• No mames si “el Borrego” está trabajando, míralo.
“El Mono” dijo en voz alta:
• ¿Entonces a quién chigue?
• A tu madre, porque al que amolaron fue a don Luis, cambió de gorra con “el Borrego’’.