MI HERMANO.
Los relatos de un Infierno Bonito, que ustedes llegan a leer, tienen un 95 % de realidad, aunque lo firmo como “El Gato Seco” es el apodo que me pusieron, entre a la mina a los 16 años, trabaje como 20 años en diferentes lugares de minas.
Para mí fue un Infierno Bonito, por dos formas el infierno, por el trabajo donde hay mucho polvo, calor, con muchos peligros y por la forma de morir de silicosis, enfermedad incurable de los mineros. Lo bonito, es por la amistad de los compañeros, y andar en todos los túneles, cielos, frentes, planes, Rebajes, y Tiros.
Mi nombre es Félix Castillo García, me volví desmadroso, alburero, grosero borracho al grado que chupaba más que un recién nacido, les voy a contar algo de lo mucho que me paso.
Trabajaba En la mina de San Juan Pachuca, al norte de la ciudad, en un contrato donde tenía que bajar 370 metros de profundidad, nos metíamos al túnel que nos llevaba a la mina de Santa Ana, hacía un calor encabronado, teníamos que trabajar únicamente con un calzón, o una franela atravesada. enseñando las nalgas como bailarina, salía arrastrado las patas, de cansado Pero sabía, a lo que me tenía que enfrentar.
Estaba en el contrato de Pascual Jarillo, un indio bajado del cerro a tamborazos, que nos tenía trabajando como negros, ahí conocí a mis compameros “El Loco” a el “Pocos” al “ Piojo” al Morsa” y Antonio Hernández que le decíamos el profesor, ellos vivían el pueblo de San Miguel Cerezo, me enseñaron cual sería mi trabajo. Levantar toneladas de carga, llenar conchas que son carros de mina que caminan en la vía y le caben dos toneladas.
En una ocasión nos mandaron a la Mina de Santa Ana, en el nivel 480, o sea cuatrocientos ochenta metros de profundidad. Para trabajar otra mina, estaba junto Sacramento, La Luz, y Santa Ana. Hacía mucho calor apenas si la podíamos aguantar, yo por mi condición física muy flaco, sentía que ya no podía y de vez en cuando me sentaba, no había agua para tomar, y cuando estaba tranquilo no faltaba una voz, que me hacía brincar.
• ¡Apúrate pinche “Gato Seco” para que salgamos temprano. Desde hace rato te estamos mirando que nada más te haces pendejo!
Terminamos de limpiar la frente que íbamos a barrenar, y horas después terminamos, muy cansados, ahí me di cuenta que la mina no era como la de los enanos de Blanca Nieves.
“El Pocos” El Bony” “El profesor” se habían bajado por un tiro que era una agujero cuadrado con escaleras para llegar a otro nivel, ya llevaban varios metros yo fui el último. Había bajado como 50 metros en las escaleras, cuando escuche, que una piedra grande se desprendió porque venia rebotando, metí el brazo en un barrote de la escalera me agarre muy fuerte la gorra. Una piedra me la voló, y otra me abrió la cabeza, (solo vi estrellitas) quede oscuras, sentí que me escurría la sangre, escuche los gritos de mis compañeros.
• ¡Gato, Gato! ¿Estás bien?
• ¡Si!
• ¡Te vamos a echar la luz para que bajes, hazlo poco a poco!
Cuando llegue con ellos, sentía que me desmayaba de mucha sangre que me salía de mi cabeza. Dijo uno de los perforistas.
• ¡Llamen al motorista que, este muchacho tiene un agujero grande en la cabeza! Y se puede morir aquí.
“El profesor” se quitó su playera, me cubrió la cabeza, poniéndomela como turbante. Llego el motor me llevaron al nivel 170, ahí me estaba esperando otro, que me trasladaría al nivel 30 o sea que me faltaba 30 metros para salir. Cuando llegamos estaban filmando una película, tenían a un actor acostado en la camilla, y estaban pidiendo la jaula para que lo sacara.
Uno de mis compañeros, pidió la calesa con toque de accidente 5- 5 y nivel, cuando llego la jaula, “El Profesor” me cargo como niño chiquito, le dijo al calesero, que nos subiera.
Al llegar a la superficie, los que estaban filmando creyendo que yo era el actor, y al ver que me sacaron en brazos, el director de la película al ver que el profesor, me llevaba, cargando y no iba en la camilla, grito.
• ¡Corte, corte, así no va, a si no es!
“El Profesor” le dio un aventón y le dijo.
• ¡Quítese pendejo!
Me llevaron de emergencia al Hospital de la Compañía Real del Monte y Pachuca, donde los médicos me cosieron la cabeza, y me quedé internado no dejando entrar a nadie de mis compañeros, ni a mi familia. Al enterarse uno de mis hermanos, que le gustaba el chupe a madres, que se llamaba Luís, le decían “El Negro” no sé cómo le hizo y entro a verme, platicamos y le dije.
• Le dices a mi mamá, que estoy bien, me voy a quedar unos días ya me curaron, le avisas a mis compañeros, que no se preocupen que solo me abrí la cabeza.
• ¿Dónde veo a tus compañeros?
• ¡En la cantina la “Veta de Santa Ana” que esta el elArbolito a la salida para Cerezo. ¡Pero por favor no le digas a mi mamá que me accidente en la mina!
Ya no le pude decir más porque las enfermeras junto con los veladores lo sacaron a empujones. Mi hermano se fue directo a la cantina que se encontraba en el barrio de Arbolito, a la salida al pueblo de San Miguel Cerezo, ahí estaban mis compañeros, tomando y escuchando una canción de Julio Jaramillo, llamada “Amor sin esperanza” de momento llego mi hermano y desconecto la sinfonola, todos se lo quedaron mirando, uno de ellos le dio un madrazo que cayó al suelo parando las patas y muy furioso le dijo.
• ¿Por qué quitas la música cabrón?
• ¿Ustedes conocen a Félix Castillo, El gato Seco?
• ¡Si ¡ Como no.
• ¡Acaba de morir!
Se quitaron el sombrero, mirándose uno con otro, muy tristes. rosándoseles los ojos. y le preguntaron.
• ¿A dónde van a traer el cuerpo?
• ¡En la calle de Galeana 404, lo que pasa es que mi jefe, anda de comisión y mi madre, no tiene dinero, para velarlo y enterrarlo si ustedes quieren cooperar se los agradeceremos,
Como era sábado, todos le dieron dinero, les pregunto.
• ¿Me puedo tomar una cuba para la pena?
• ¡Tómese las que quiera!
Se bajaron al mercado a comprar flores, regresaron, tocaron en mi casa, les abrió mi mamá, y le preguntaron
• ¿Ya trajeron el cuerpo de Félix?
Mi madre sorprendida les preguntó.
• ¿Qué lo iban a traer?
• ¡Que no sabe usted señora! Su hijo murió.
Mi madre, dio el changazo se desmayo, dejaron las flores y se fueron, las vecinas le ayudaron a reponerse, no dejaba de llorar y mando a que le avisaran a mis hermanos lo que me había pasado, uno de ellos Alberto, fue a buscarme, con muchos trabajos y suplicas lo dejaron entrar y hablo conmigo y luego con el doctor, que le dijo.
• ¡El accidentado tiene abierta una parte del cráneo, parece que está reaccionando bien, lo vamos a tener dos semanas en observación y después veremos si lo mandamos a su casa. Vamos a dejar a ninguna otra visita, nosotros los mandamos llamar en caso de que lo demos de alta, ustedes pueden venir a preguntar, a la wenfermera que esta en la puerta cómo va su estado de salud.
Alberto controlo toda la situación, porque afuera de mi casa en la calle había mucha gente, que unos iban al velorio, otros llevaban flores la noticia de mi muerte había corrido como reguero de pólvora.
Dure 20 días internado y 10 en mi casa, de mis compañeros no sabían nada. Como vivían en Cerezo ellos tienen la costumbre de “Muerto el rey, viva el Rey.
Cuando regrese a trabajar llegue al laborío, “El Loco” estaba solo preparando la pólvora, al verme se fue levantando poco a poco de donde estaba sentado sin quitarme la vista, con sus dedos hizo la señal de la Cruz. y corrió muy espantado, Lo seguí y le decía:
• ¡Espérame pinche loco”
• ¡!Chinga tu madre!! Tu estas muerto
Se tropezó y se cayó se levantó y me volvió a decir.
• ¡Ave María Purísima, tu estas muerto!
Al escuchar los gritos del Loco, llegaron los demás compañeros, me preguntaron qué Pez, algunos me tocaban para ver su era de carne, otros no daban crédito a lo que miraban, cuando estábamos en el comedor, me dijo El encargado.
• ¡Pinché Gato Seco, nos debes una lana, le dimos dinero a tu hermano, cuando nos dijo que te habías muerto, te mandamos hacer una misa, en el pueblo, y otra cuando cumpliste un mes.
• Discúlpenlo, el es alcohólico, busca la manera para conseguir para chupar, y no le importa a quien les ve la cara de pendejos.
• Está bien que chingue, pero a su madre respete.