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Un Infierno Bonito

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EL CHATO
Nacho, “El Chato” vivía en la calle de Humboldt en el barrio de El Arbolito, casi a la salida para el pueblo de San Miguel Cereso, trabajaba en la mina de San Juan. Un día, le cayó una piedra que le voló un pedazo de nariz, dejándolo casi plano, parece que había chocado de frente.

Estaba casado con doña Susana, la hija del zapatero, era un 31 de diciembre, a la señora, le sudaba la radabilla moliendo en el metate el mole, le faltaba hacer la ensalada, el pollo, y lo demás de la cena de Año Nuevo. Entró muy contento cantando.
    •    ¡Yo no olvido al año viejo, porque me ha dejado cosas muy buenas, me dejó una burra, una vieja mensa, y una mula suegra!

La señora dejó de trabajar y le dijo.
    •    ¡Cálmate pinche viejo payaso, cállate el hocico, luego te digo algo de tu raza y respingas como si te picaran la cola, nomás aguantate cabrón. 

    •    ¿Qué te pasa?  Es la canción que anda de moda, se ve que de cultura no tienes ni madre, eso te pasa por haber estudiado en la escuela de gobierno, mejor me voy a la cantina a echarme un pulmón, con mis cuates.

    •    ¡Antes de que te vayas, dame 300 pesos más, hoy en la noche viene toda familia, y tragan como pelones de hospicio, con lo que tengo no me alcanza, ya subieron todo, se fue el botudo de Fox y le subió a la leche! Luego el pinche chaparro de Calderón le siguió los pasos, como son hermanos se pusieron de acuerdo, aumentaron dos pesos al salario mínimo, y aumentan un peso con 50 centavos en los pinches camiones viejos del Servicio Público, para abordar un taxi, te van a cobrar como si fuera limusina!

    •    ¡Cállate vieja! ¡No te metas con los de la presidencia! Porque te van a venir a ejecutar, donde quiera hay perros de oreja,

    •    ¡Yo no les tengo miedo a los hermanos!

    •    ¡Ahí sí la regaste, ellos no son hermanos!

    •    ¡Cómo no! Son hijos de la chingada.

    •    Te voy a dar el dinero, porque se que viene a cenar tu padre el zapatero, y parece que se trae a sus clientes, viene con un chingo de gente, luego nos vemos!

    •    ¡No te vayas, échame la mano, ayúdame a trapear la casa, lava los trastes que están en el lavadero, a mi no me da tiempo de hacerlo!

    •    ¿Y las muchachas y muchachos?

    •    ¡Sepa la bola dónde anden! Tus hijos nada más comen, y no les veo la cola hasta la noche, ¡oílos, están quemando cohetes los cabrones!

    •    ¡Me vas a perdonar vieja, cada quien su rollo, yo no te digo que bajes a la mina a trabajar porque no me alcanza el tiempo, ahí te debe de alcanzar a huevo! Lo que debes hacer es medir tu tiempo y sobre todo tener en cuenta que los hombres a la cantina, y las mujeres a la cocina… 

    •    ¡Habías de aprender de mi compadrito Juan, “El Guajolote”, está desde en la mañana lavando y no protesta!

    •    ¡No me compares! Mi compadre nació con mala estrella, porque es un mandilón, mi comadrita ya lo agarró de bajada, le quita lo que gana, y lo manda como si fuera su gato que hasta sus calzones le lava, lo voy aconsejar que le ponga una madriza a mi comadre y no ande navegando con bandera de pendejo, ahorita retacho.

“El  Chato” se metió a la cantina “El Gran Golpe”, y ahí en encontró a sus cuates, comenzó a chupar como carburador de 4 gargantas, poco después la señora Susana, llamó a uno de sus hijos y le dijo.
    •    ¡Ve por tu padre, está en la cantina, y le dices que ya son las 10 de la noche, que venga ayudarme a poner la mesa!

Cuando llegó su hijo, y le dio el recado que le había mandado su señora, “El Chato”, al ver que tenía rollos de cohetes en las bolsas se los quitó, le dio un coco, se los echó en la bolsa de atrás y lo reprendió.
    •    ¡Pinche muchacho, cabrón! Ya te dije que no quemes los cohetes, te puede pasar un accidente. Sabemos que donde quiera los truenan, pero no tú no te burles de las autoridades, que dicen que en ninguna parte los venden porque se los decomisan, vamos a ver qué quiere tu madre.

“El Chato” llegó tambaleándose, y le dijo doña Susana.
    •    ¡Ya ni la re chingas, viejo, te acabas de ir, y vienes borracho! Parece, que te echan las cubas con embudo.

    •    Es que me avente una cruzada con todos mis cuates, deseándoles lo mejor en este año que comienza y se les quite lo pendejo. ¿Qué es lo que quieres?

    •     ¡Saca la mesa grande a ver si lo puedes hacer, y por favor calla a esos pinches escuincles, que ya me tienen hasta la madre, cada que truena un cohete, me hace brincar.

    •    ¡Ya le recogí unos al pinche Pelón, andaba más cargado que un guerrillero!

De momento trono un cohete muy fuerte, cerca de ellos, que los hizo brincar.
    •    ¡Ah, chinga! Me espantaron, pero ahorita me los amuelo.

“El Chato” salió muy enojado y les pegó, entraron los muchachos chillando a moco tendido y les dijo la señora.
    •    ¡Ustedes tiene la culpa! No me obedecen, pónganse a barrer y cámbiense de ropa, porque ya no tardan en venir sus primos.

Pasaron las horas, “El Chato” había hecho su parte, arregló la mesa, le puso un mantel y botellas de sidra para brindar, y uvas para comer y todo lo necesario para la cena.
Echó las cervezas en una tina con hielo, los pomos estaban variados, Tequila, Bacardi y Presidente, consiguió pulque del bueno para su suegro, que chupaba más que un recién nacido, la señora también estaba lista, se alisó las greñas y le dijo a su viejo.
    •    ¡No te vayas a pasar en el discurso, luego hablas puras pendejadas,  mencionas a los del PRI como si fueran tus padrastros, no los levantes mucho, ya ves que son hocicones.

    •    ¡No te preocupes vieja, tengo un discurso bien chingón, que todos los que lo escuchen se van a quedar con la boca abierta!

    •    ¡No me entiendes! Lo que no quiero es que hables discursos, solo que les desees felicidades a los presentes, con mucha salud, ya ves el año pasado qué les dijiste, que teníamos una vida mejor, y unos dirigentes honrados, por eso Pachuca era la quinta ciudad más segura de la Republica, y te mentaron la madre.

Se quedaron callados. Comenzaron a llegar sus invitados, que eran la mayor parte de sus familiares de la señora, cargaron hasta con el perro, pero los recibieron muy bien y les ofrecieron algo de tomar.
    •    ¿Qué se toma suegro? Tenemos de tocho morocho.

    •    A mi dame mi pulque, con eso nada más me pongo medio burro, porque con la copa, me vuelvo loco y vaya a ahorcar a mi vieja.

Comenzaron a platicar de  varios temas entre ellos el deporte, don Chencho el zapatero, no dejaba de decir que Pachuca es la cuna de fútbol, y por eso estaba feliz, que eran campeones, le habían ganado a los extranjeros. Hubo un momento en que “El Chato” dejó al viejo hablando solo, su señora, le fue a decir.
    •    ¡No seas cabrón! Dejaste a mi jefe, hablando solo como loco.

    •    ¡Es que ya me sacó de onda! A cada rato dice que Pachuca es la cuna de fútbol, pinche viejo baboso, no sabe que la cuna del fútbol fue en Real del Monte, en la mina de Dolores, donde llegaron los ingleses.

    •    ¡Ya cállate! Van a sonar las doce,

Cuando “El Chato” se preparaba para decir las palabras como jefe de la casa, uno de sus cuñados, que estaba junto a él fumando, sin querer le prendió la mecha a los cohetes que traía en la bolsa de atrás, que tronó como judas, las nalgas se le quemaron y quedó como mandril, se lo llevaron al hospital, y se quedó internado. Sus familiares siguieron la fiesta.