Un Infierno Bonito

“EL FRIJOL”

René Sánchez “El Frijol”, vivía en  la vecindad del callejón de Manuel Doblado, en el barrio de La Palma con su greñuda vieja, Juana, y su suegra Ramona.

Donde vivía, después de las 10 de la noche se escuchaban martillazos muy fuertes y se oía que arrastraban cadenas, ninguno se atrevía a investigar porque decían que en esa vecindad salía el hombre sin cabeza, que andaba penando, porque un cabrón se la cortó con un machete. 
Se comentaba que a lo mejor era el alma de un minero, que se equivocó de mina.
Una noche Beto “El Araña”, con la luz apagada se asomó por la rendija de la puerta, su vieja al verlo empinado le tocó la espalda.
    •    ¡Ay, mamacita linda! Pinche babosa, me espantaste.

    •    ¿Qué ves?

    •    Cállate, estoy mirando al “Frijol” que salió de su casa con un costal en el lomo, se fue al rincón de la vecindad, donde hay un hoyo, mira, ahí va su vieja cargando otro y también la viejita, su suegra, hasta se le doblan las patas.

    •    ¡Déjame ver!

    •    ¡Asómate por otro lado, no me distraigas!

Su vieja se acomodó como pinacate y emocionada le dijo:
    •    ¡Mira, ahí van!

    •    ¡A mí se me hace que están rascando, luego con la pala la recogen la echan en costales y la salen a tirar.

    •    ¿Crees que buscan dinero?

    •    ¡Ni modo que petróleo, pendeja!

    •    Vamos a acercarnos, para estar seguros.

    •    ¡Ni madres! No vaya a ser que por babosos nos den un marrazo, mejor mañana temprano voy a ver donde la tiran y qué clase de tierra es.

    •    Y si te caen, ¿qué les vas a decir?

    •    Pues les digo que los ojos los tengo como tecolote, de no dormir de tanto pinche martillazo que dan. ¡Vamos a dormirnos!

Al día siguiente, a la misma hora, “El Araña” no se quitaba de la puerta, su mujer le dijo:
    •    ¡Ya vente a dormir! ¿Qué ganas con estar de mirón?

    •    Estoy contando los costales que sacan para calcular la profundidad que llevan, a mí se me hace que van a encontrar muy buena lana, a lo mejor un cofre grande de monedas de oro. Por eso sale el charro sin cabeza, a lo mejor la anda buscando.

    •    ¡Mejor vamos a decirle al dueño, sirve de que nos condona los meses de renta que le debemos!

    •    No le vayas a decir a nadie, mucho menos a tu jefa, esa vieja es muy chismosa, ¿para qué quieres que todo el barrio lo sepa?, lo que quiero es caerles en la mera movida cuando estén sacando el dinero, para que me den la mitad.

    •    ¿Y si no te la dan?

    •    ¡Me la tiene que dar a huevo, si no me rajo con el gobierno, para que se lo quiten, ahora que están necesitando lana para terminar el puente en la avenida, ya ves que no les van a dar nada de las ganancias del petróleo!

Toda la noche en la casa del “Frijol” se escuchaban los martillazos, que hacían mucho ruido, espantaban a los perros, que no dejaban de ladrar, por la mañana todo era silencio, ese día “El Araña” no fue a trabajar, se dirigió a la casa de René, para saber lo que estaban haciendo, tocó la puerta y salió su vieja toda chinguiñosa.
    •    Buenos días, señora, ¿no se encuentra René?

    •    ¡Sí, pero está durmiendo, no lo puedo despertar porque está muy cansado, cuando despierte le voy a decir que usted lo vino a buscar y que vaya a su casa a buscarlo.

“El Araña” llegó a su casa muy enojado echando madres, su vieja le preguntó:
    •    ¿Qué te pasa viejo?

    •    ¡Pinche vieja! Me dijo que “El Frijol” estaba durmiendo y no lo quiso despertar. Por más que me asomaba a ver qué es lo que hacían no pude ver nada, se me paró enfrente tapándome toda la vista, le hizo señas a su jefa, que se parara en la puerta, haciendo una barrera, casi me corrió. Para mí que hay gato encerrado.

    •    ¿Qué piensas hacer?

    •    ¡Ir en la noche, y asomarnos en la puerta! Al fin que tiene un chingo de rendijas. Vamos a echarnos un coyotito para que al rato que oscurezca le caigamos, esta vez no se nos va a escapar, si ya saco el dinero se tiene que mochar con la mitad o me rajo.

“El Araña” y su vieja se quedaron dormidos, cuando comenzaron a escuchar los martillazos, se levantaron y fueron a ver qué pasaba. Era medianoche, entre la oscuridad se veían dos siluetas, una del “Araña” y otra de su vieja, que caminaban de paso de costado, pegados a la pared, cuando llegaron a la puerta, se recargaron para asomarse hacia adentro, pero en ese mismo momento la mujer del “Frijol” la abrió, cayéndose los dos adentro de su casa de pura cabeza, sus cabezas sonaron como bote viejo.
La señora del “Frijol” corrió hacia adentro de la casa, mientras que “El Araña” y su vieja, lo hacían para su casa, la vieja de René lanzó un grito que se escuchó en toda la vecindad, los perros se espantaron y dejaron de ladrar. “El Frijol” abrazó a su mujer para calmarla y le preguntó:
    •    ¿Qué te pasa?

    •    Querían entrar a la casa.

    •    ¿Quiénes?

    •    ¡Sepa la bola, salía a hacer de la chis y al abrir la puerta cayeron hacia dentro un hombre y una mujer y corrieron para el fondo de la vecindad!

    •    ¡Ah, chinga! ¿Quiénes serían! ¿Eran vivos o muertos?

    •    ¡Quién sabe! Me espanté, creo que me ganó en los calzones.

    •    Ve a ver a tu mamá, que con el grito que diste la espantaste y se cayó de la cama, se ha de haber descalabrado, cúrala mientras yo voy a echar un rondín por la vecindad para saber quienes eran esos güeyes que nos querían robar.

Mientras, en la casa del “Araña” comentaban:
    •    ¿Ya ves vieja? Lo que nos pasó por no esperarte, te estoy diciendo que estos biznes hay que hacerlos con mucho cuidadito y no apresurarnos.

    •    ¡Ay! Me di un pinche calaverazo, que hasta estrellitas vi, cuando abrieron me fui de madre directa contra el suelo, me hice un chipote,  ¿no te pasó nada viejo?

    •    ¡Cómo chingados no! Me di un madrazo en la mera frente que me duele mucho, prende la luz.

    •    En la madre, pareces el hombre elefante, te la voy a amarrar para que no se te vaya a hacer un tumor y vayas a quedar como “Memo el  Cabezón”.

La señora fue por una venda y le dio vueltas a la cabeza, su marido gritaba muy fuerte.
    •    ¡Ay, ay! No le aprietes mucho que me vas a dejar la cabeza como de balón de fútbol americano.

    •    ¡Cállate! Gritas como si estuvieras pariendo chayotes. Eso déjalo para mí, mira mis manos.

    •    ¡Las tienes todas raspadas!

    •    ¡Me arden mucho! Me lleve el cuero, pero si no las hubiera metido me hubiera rajado toda la madre.

En esos momentos tocaron la puerta.
    •    ¿Quién?

    •    Yo, señora, soy René,

La señora le dijo en la oreja.
    •    Hoy si cabrón, a ver si no se te arma la grande, por las moscas voy a estar detrás de ti con un palo y cualquier movimiento sospechoso, lo desmadro.

    •    ¡Espérate, yo abro! ¡Voy!

“El Araña” abrió la puerta, y le dijo al “Fríjol”:
    •    ¿Qué se te ofrece carnal? es medianoche.

    •    Te vengo a poner al tiro porque hace rato se quisieron meter a mi casa, me dijo mi señora que era una pareja de un hombre flaco y alto y una pinche vieja chaparra y greñuda.

    •    Gracias mano, pero nosotros no podemos dormir porque llevan noches de estar dando martillazos, como si rascaran el piso buscando algo, la verdad le saco a investigar, ¿quién es ese jicotillo que trabaja cuando oscurece?

    •    ¡Soy yo! En medio de mi pieza se trasmina el agua de caño, que viene de la casa de arriba, como el piso es de tepetate, está muy duro  por eso pongo en chinga loca a mi suegra y a mi vieja, pero ya terminé, encontramos en lo profundo que pasa el drenaje, sacamos pura suciedad, ten cuidado con lo que te dije, mañana nos vemos.

Cuando “El Frijol” se fue, Beto y su vieja soltaron la carcajada, no dejaban de reír y le dijo su señora:
    •    ¡Ja, ja, ja! Ya me imagino que hubieras encontrado al “Frijol” destapando el caño, le ibas a decir: “¡Dame la mitad!” Te hubiera dado pura mierda, ja, ja, ja.

    •    ¡Ya cállate, pinche vieja y vámonos a dormir!


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