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Un Infierno Bonito

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“EL MEMELAS”
Manuel Hernández Pérez, era mi pareja en el trabajo, en la mina del Rosario, ya tenía mucho tiempo, que nos ponían a llenar góndolas a pala, eran unas madrizas, que salíamos arrastrando las patas, ni le hacíamos caso a la vieja, solo llegábamos a dormir, La góndola es un carro de mina, que camina sobre rieles, le caben dos toneladas de carga, de las piedras que tumban los perforistas, Nuestra tarea era llenar diez, y llevarlas empujando un kilómetro y vaciarlas en un tolva.

Entrabamos a las seis de la mañana y salíamos hasta que cumplíamos con la tarea, veces, me invitaba “El Memelas” a que nos echáramos un pulque en ese tiempo él vivía, en el callejón de Manuel doblado, en el barrio de la Palma, en una vecindad, muy grande.
Un vez Manuel, me conto lo que le pasaba.
    •    Yo me case un 24 de diciembre, decía mi jefa que iba hacer muy feliz, porque esa noche nacía el niño Jesús, pero me salió el tiro por la culata, y me cay, que me hubiera divorciado el 6 de enero. Mi señora se llama, Guadalupe, y le tenía que decir lupita, siempre busco la forma de tenerme como gato ratonero, y me aplicaba la  Ley de Herodes.

Ahí me di cuenta, que el matrimonio es una guerra donde uno duerme con el enemigo Teníamos problemas, y pleitos, se ponía furiosa cuando llegaba tarde o me iba a echar pulque con los amigos.
Un día, que discutimos me saco de honda, y la amenace de qué le iba a dar un madrazo,  se puso, como agua para pelar, pollos, me dio miedo, la deje hablando como loca, al dar la media vuelta, sentí un tejolotazo en la cabeza, que me noqueo. Al ver que tirado fue a buscar a mi jefa, y me llevaron a la Clínica Minera, donde me cosieron la cholla, antes de que se me salieran las ideas.
Cuando reaccione, la vi que estaba chillando, más cuando le dijo el médico, que por un pelito me manda al otro mundo, que tuviera cuidado porque iba a tener consecuencias, el golpe, con el tiempo podría quedar menso, o loco. Mi jefa, también chillaba como sirena de ambulancia y me dijo.
    •    Ni modo hijo, esta es la ley de la vida, el nacer y morir, y más cuando ven una mujer bonita. Se quieren casar de volada, sin saber que las mujeres bonitas, son como las chamarras de cuero, muy caras, con el tiempo se hacen feas y duran muchos años. 

    •    Debes de ponerte buzo, cuando tu vieja no te deje salir. 

Mi madre, al verme y  escuchar de que podía quedar más idiota, lloro y saco, a mi señora, de la sala, y le dijo.
    •    Con el corazón en la mano, te pido que me acompañes a la iglesia, hablaremos con el padre, que nos abra la capilla, donde está expuesto el Santísimo, y le pidas por lo que más quieras, que salve a  hijo, y jures que desde hoy en adelante, seas una mujer noble, que estará siempre a su lado, y le aguantaras, todo lo que haga, no es malo, sino costumbres de un minero.

Yo también fui como tú, presumida, pertenecía a una familia, de dinero, lo conocí y era muy guapo, nos casamos, y después, no soportaba a mi  marido, me dejara sola, por irse a la cantina, peleábamos y llegamos  a los golpes,  con el tiempo, me di cuenta que su trabajo, era muy pesado, y mal pagado, el me entregaba lo poco que ganaba, y me fui acostumbrando a su mundo, a su forma de ser y llegue a ser feliz.
Usaba guaraches, cuando estaba acostumbrada al tacón alto, la ropa cara se fue acabando, me di cuenta que estaba casada por la iglesia, no invitaba a mis padres a mi casa, porque me daba vergüenza. Un día, ellos fueron después de mucho tiempo, que me Salí de la casa. Trataba a toda costa de tapar mi pobreza, recuerdo las palabras de mi madre. “Tú lo quisiste así, el amor no tiene barreras,  a nosotros no nos importó cuando te fueron a pedir a la casa, con mucha educación, tu marido nos dijo, que lo único que te podía dar era cariño, respeto amor, fidelidad, que él era minero. Nosotros aceptamos porque lo mirabas con amor que es lo que vale.
Lupe, se metió a la capilla, duro un buen de tiempo, salió risueña y me dijo.
    •    Vamos a ver a Manuel.

Se quedó a cuidarlo, no se movió de su lado hasta que lo dieron de alta.
Lupita, fue la mujer feliz, y dejaba que Manuel, hiciera lo que a él se le antojara, y así paso el tiempo, los meses y los años, su marido seguía igual,  se dio cuenta que árbol que nace torcido, jamás se endereza. La señora le cumplía sus caprichos, decía que su marido era bueno,  no faltaba a su trabajo y de vez en cuando llegaba tomado.
Un día des pues de los 10 años casada, recibía una orden su marido, que había llegado un poco malito.
    •    Lupita, por favor ve a traerme una caguama.

    •    Ya es noche ¿Por qué si vienes de la cantina  no la trajiste? Está muy oscuro, escucha como ladran los perros,

    •    ¿A poco tienes miedo?

    •    La mera verdad si, dicen que la semana pasada llego “El Charrito” cayéndose de borracho,  en el callejón se le apareció una sobra, al verla hasta el cohete se le bajo.

    •    ¡Tú no hagas caso de lo que digan los vecinos, muchas veces sé comentaba que de la vecindad salía una bruja¡ pero eran las vecinas que hacían del baño afuera de su casa.

    •    Te la voy a traer.

El callejón, es angosto y empedrado no tenía luz eléctrica, después de las 9 de la noche, nadie salía a la calle, por el temor que le saliera un muerto.  La señora salió llevando en la mano la botella para la cerveza,  no volteaba para ningún lado. A la mitad del callejón con el resplador de la luna, vio una sombra, sintió escalofrío  y rezo en voz alta,
    •    Ave María Purísima, te pido que devuelvas a este demonio a los infiernos, enciérralo como la puerta negra, y no venga a molestar a los de este mundo.

    •    ¡Orale señora¡ no me confunda con el pinche diablo, soy, Nicolás.

    •    ¡Que susto me dio¡ estoy temblando y me anda de la chis.!

 ¿A dónde va estas horas?
    •    Voy a comprarle una cerveza a mi señor, parece que esta de antojo.

    •    ¡Ya está todo cerrado, son las once de la noche!

    •    ¡Le voy a tocar a doña “Tila”  se duerme tarde por ayudarle hacer su tarea a sus hijos¡

    •    ¡ Nó¡ le arriesgue Lupita, tiene un  genio de la chingada y en lugar de venderle la cerveza le va a mentar la madre. Si quiere yo la acompaño. a la casa de doña “Tila”

    •    Se lo agradezco don Nico,  ya sabe cómo son las malas lenguas, pueden pensar que le andamos dando maroma a mi marido.

    •    Bueno aquí la espero. 

Doña Lupe caminó aprisa, y cuando regreso con la cerveza encontró a don Nicolás, durmiendo.
    •    ¡Don Nico! ¡Don Nico” Vámonos.

    •    ¿A dónde? ¡Ah chinga! Ne avente un coyotito. ¿Le vendieron la Cerveza?

    •    Si, la  vieja me puso como lazo de cochino, por un pelito me agarra a cachetadas por ir a despertarla.

    •    ¡Esa señora es así por eso no voy a chupar allá!

    •    ¡Vámonos don Nico! ¿a usted no le da miedo subir, el callejón de lo oscuro parece boca del lobo!

    •    ¡Yo no le tengo miedo a los muertos,  a la que le tengo miedo es a mi pinche vieja,  cuando se encabrona me avienta lo que tiene a la mano.

En la entrada de la vecindad dona Lupe le dijo.
    •    Le agradezco mucho que me haya acompañado, tenga mucho cuidado no le vaya salir la llorona.

    •    ¡Hágamela buena!

Guadalupe entro a su  casa, estaba oscuro, se escuchaban los ronquidos de su viejo y de sus hijos. Para no molestarlos no prendió la luz, se fue tentaleando para no chocar, se tropezó con una silla, y se fue de hocico. Su marido dijo.
    •    ¿Quién anda Ahí?

    •    ¡¡ Soy yo, me caí¡

    •    ¡Porque te tardaste, pensé que habías ido a la fábrica de cervezas.

    •    Todas las tiendas estaban cerradas.

La señora encendió la luz, destapo la cerveza y se la llevo a su señor.
    •    Ten.

    •    Va se me fueron las ganas, guárdala para mañana,

La señora. se puso negra de coraje. Y le grito.
    •    Que te la tomes.

    •    ¡No¡

    •    Ahora te la vas a tomar ahuevo si no soy tu pendeja.  

    •    le quito las cobijas,  y  le dio un botellazo en la cabeza.

“El Memelas” quedo inmóvil, la señora estaba furiosa¡
    •     ¡Que te la tomes, te digo que te la tomes¡

Los gritos de la señora despertaron a los niños, comenzaron a llorar espantados, llegaron los vecinos y entre todos agarraron a la mujer que estaba histérica
    •    ¡Suéltenme!  ¡Suéltenme! Déjenme matar a este cabrón.

Una de las vecinas, le dio de cachetadas, para que reaccionara, pasaron las horas y todo volvió a la normalidad. Una enfermera que vivía en la vecindad, le curo las heridas al “Meme” y duro varios días sin salir, hasta que sanaron las descalabras, doña Lupe estaba muy arrepentida al fin se decidió y le dijo.
    •    ¡¡Perdóname!¡ mi amor, !Perdóname! si quieres te voy a traer otra cerveza,.

“El Memelas” se levantó como resorte.
    •    ¡No por favor no! No me traigas nada, te perdono.