Un Infierno Bonito

“EL COSTRAS”

Víctor el Costras,  vivía en el callejón de Manuel Doblado, en el barrio de la Palma,  trabajaba en la mina de San Juan, era muy faltista, y borracho hasta las chanclas,  un sábado se metió a la cantina “El Relámpago” con su vecino Juancho, cuando estaban tomando muy contentos,  el cantinero les toco retirada,

 Les dijo.
    •    No es que los corra, pero como dijo la Venada.

    •    ¿Cómo dijo?

    •    Cada quien a la chingada,  van a dar las 10 de la noche y no tarda la patrulla, y si ven lo gendarmes, que tengo clientes me infraccionan, 

    •    Sírvenos la del estribo y nos pelamos de casquete.

Se tomaron tres y el que se va se la echa, y salieron tan borrachos, que cada quien se fue por su lado, a pesar de que vivían en la misma vecindad.  Cada quien se fue por su lado.
La señora del Costras, de momento cerca de su puerta, escucho una fuerte mulazo,  se asomó y era su viejo, le hablo, pero no reaccionaba estaba noqueado, lo metió  jalando, las patas, no pudo subirlo a la cama, y ahí lo dejo en el suelo.
Despertó al medio día, su vieja le llamo la atención.
    •    Ya ni la chingas pinche borracho, llegaste a gatas, pero para la otra te dejo como perro, tirado en el patio.

    •    Ya me la voy a curar, cállate el hocico, parece que estoy en la iglesia, puro sermón escucho, ya estoy hasta la madre. Si tu fueras buena esposa, me hubieras subido a la cama, me dejas en el suelo, que tengo las nalgas dormidas del cemento que esta frio.

    •    Trate de hacerlo pero no pude, es que estas panzón de tanto pulque que tomas. 

    •     Al menos, me hubieras echo unos chilaquiles, con una cerveza bien helada.

    •    Mejor lárgate, ya me tienes hasta el copete, te hubieras  casado con el cantinero.

    •    Pues me voy.

    •    Salió, de su casa y encontró sentado en el patio a su compadre, “El Chayote”  estaba muy pensativo, y malito de una cruda, abría el hocico y arqueaba, sus ojitos le chillaban.

    •    ¿Qué te pasa compadre?

    •    ¡Estoy que me carga toda la grosería!  Ya no aguanto la cruda, ayer como rey y ahora como gûey.

    •    No te empates, andamos iguanas ranas, no supiste lo que le pasó a Juancho.

    •    ¡No¡ estuvimos chupando y no supe a qué hora se salió.  O lo deje  me acabo de levantar no sé como llegue, a la casa,  nos pusimos una briaga de las buenas ¿Qué le pasó?

    •    ¡Se murió!

    •    ¡No la chingues! compadre, ayer, estaba muy contentos, se sentía el hombre más feliz del mundo, bailaba y cantaba unas canciones de las que llegan hasta el alma. ¿Cómo se murió?

    •    ¡Según dice su vieja, que en la madrugada, se paro como loco, a buscar algo para curársela, al no encontrar nada desesperado se aventó una jarra de agua!

    •    ¡Hijole, se apendejo! ¿Cómo se le ocurrió tomar agua?

    •    Al mejor tirador se le va la liebre.

    •    ¡Vamos a verlo!

    •    ¡Ni madres! Su señora está súper encabronada, con nosotros, dijo que así como somos buenos para sonsacarlo, le habíamos de ayudar para la caja y el entierro. Hace un rato, pasó por aquí y  me aventó la hablada. Me hice pendejo como si no hubiera oído. Mande a mi vieja para que fuera a investigar, la señora la recibió de mal modo, cuando mi vieja le preguntó que mosca le había picado se descoció, diciéndole que tu y yo somos malos cuates, que a lo mejor ya no quería tomar y le dimos a huevo, mi vieja, quiso abogar por mi, pero la corrió y le mentó la madre.

    •    ¡Ah caray! Lo que no sabe la señora es que a veces la pinché calaca, no nos deja gozar, y cuando se le antoja nos lleva, vamos a curárnosla y regresamos, cuando a la vieja se le baje el coraje , y a ver en que le ayudamos.

    •    ¡Ya dijiste! No la llevamos chicas, no nos vaya a pasar lo de Juancho.

“El Costras” entró a su casa por una chamarra, a pesar de que hacía mucho calor, temblaba como perro. Cuando entró su vieja estaba barriendo la casa, y levantaba mucho polvo, le dijo “El Costras”
    •    ¡Échale una miada! Coff, coff, parece que estoy en la mina, haces un chingo de polvo.

La señora le torció la boca y siguió barriendo levantando polvo a propósito.
    •    ¡Te estoy hablando! Al menos un pinché burro mueve las orejas.

Víctor, con la mano, le hizo una seña, mentándosela y se salio, la señora le preguntó.
    •    ¿A dónde vas?

    •    ¡Voy a tomarme un melón con mi compadre  “Chayote” Tenemos la boca seca y temblamos como gelatina.

    •    ¡Por lo que veo no escarmientas cabrón! estas mirando lo que le pasó a tu amigo y todavía le buscas.

    •    ¡Al que le toca le toca! Cada quien tiene su destino, hoy le toco a él, mañana a ti.

    •    ¡Que poca madre tienes! Eres un irresponsable ¿Qué no piensas? Me caí que si te mueres, voy a pedir a los enterradores,  que te echen a la fosa común, yo no voy andar como Mariquita, pidiendo dinero para el funeral.

    •    ¡Ay pinché vieja! Chismosa, no te vayas a embarrar de miel. ¿Desde cuando te preocupas por mí?

    •    ¡Lo hago porque si te pelas! Quien quieres que se junte conmigo y mantenga a tanto hijo que tenemos, por eso me dicen la coneja. Pero un día me dan ganas de de irme muy lejos y dejártelos a ver que haces.

    •    ¡No me amenaces, no estoy de humor, para aguantar todas tus cacayacas! mejor me voy porque tengo el hocico como de diabético, se me esta acabando la saliva al estar hablando con una loca.

    •    ¡Lárgate pinché borracho!

La señora le aventó la puerta,  por poco y le aplana la joroba. “El Costras” se desquito con el perro, dándole una patada que lo hizo volar.
    •    ¿Y tú que, pinché perro cabrón?

Le grito su compadre “El Chayote”
    •    ¡Apúrate compadre, que me estoy quemando!

    •    ¡Me acabo de aventar un juego de palabras con mi pinché vieja, me caí que hay veces, que me dan ganas de apachurrarle el pescuezo!

    •    ¡Los escuche! Compadre.  A veces quisiera mejor morirme, las mujeres son aconsejadas por su madre y se nos ponen al brinco.

    •    ¿A poco mi comadre se te aventó?

    •    ¡Simón! Pero le tuve que dar un soplamocos, para que sepa quien lleva los pantalones, me  dijo hasta de lo que me iba a morir poniéndome de ejemplo la muerte de Juancho.

    •    ¡Iguanas ranas!

Llegaron a la cantina y pidieron un pomo, por la pena de la muerte de su amigo, Juancho. Brindaban a su memoria, y se lo chingaron en menos que canta un gallo, pidieron otro y se pusieron a llorar y le decía “El Costras”.
    •    ¡Ojala y Juancho, no llegue al infierno! porque cuando andaba borracho le mentaba la madre al diablo, y decía que se la pelaba me contaron que todo aquel que insulta al pingo, cuando muere y va al infierno, como castigo lo mete en un tinaco lleno de caca.

Pasaron las horas y salieron de la cantina, bien borrachos,  abrazados,  cabeza con cabeza, que parecían siameses, llorando a moco tendido. llegaron a la casa del difunto Juancho, al recargarse los dos al mismo tiempo en la caja, la tiraron, junto con las velas y flores, llevándose de corbata a las señoras que rezaban el rosario, quisieron levantar la caja, pero ya se había roto y se les salió el muerto, trataron de meterlo y se fueron  al suelo.
La viuda agarró la tranca y les pego,  dándoles una madriza, que si no es por los que estaban presentes, hubieran acompañado a Juancho, a su viaje sin retorno.

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