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Un Infierno Bonito

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TRABAJANDO EN LAS RUINAS
Nos mandaron a jalar “Ruinas” a la mina del “Bordo” que se encuentra muy cerca de “Santana”.

Esta mina según dicen que se quemó en el mes de junio de 1910 donde murieron 87 mineros; era una mina vieja donde guardaba la carga. Nuestro trabajo era por medio de una alcancía, así se les llama a un tiro muy alto a la carga que son piedras de diferentes tamaños que contienen el mineral.
Muchas veces se atoran y hay que meterle dinamita para que baje.
Me mandaron como ayudantes a dos cocheros, “La chiva” y “El Hongo”.  Era una sorpresa porque teníamos que jalar por lo menos de 70 a 80 toneladas, llenando carros de mina llamados “Conchas” o Góndolas,” que le caben dos toneladas. Muchas veces, las piedras picándoles con una barreta bajan solas, o se se quedan atoradas, hay que desencampanarlas con dinamita.
Era nuevo ese trabajo,  era muy peligroso, porque veces, baja la carga de golpe y los apachurra.
Cuando llegamos con nuestra presencia comenzaron a caer piedras de varios tamaños, y me regañó “La Chiva”:
    •    Hazte a un lado pendejo “Gato”, son piedritas que como van bajando y se vuelven grandes hasta llegar a media tonelada.

    •    No mames, a otro perro con ese hueso.

    •    No hay que confiarnos, un día que trabajaba con un compañero que le decíamos “El Capulín” mi cuñado y yo, comenzaron a caer piedritas de arriba como ahorita, y de momento que se vienen por montones y  quedamos atrapados en el túnel,  varios días, se nos estaba acabando el aire y la luz, y se murieron, primero fue mi cuñado y luego “El “Capulín”, la cuadrilla de salvamento estuvieron de día y noche durante 6 días, para sacarme y llevarme al hospital de la compañía, y luego me dieron de alta, estuve en mi casa, y viví mucho miedo y terror, porque mi cuñado por las noches me iba a jalar de las patas.

    •    ¿Te has de ver portado mal con él?

    •    No mames, guey, cuando estábamos atrapados, yo le daba ánimo, pero al pasar el tiempo lo veía muy malo, parecía como calaca. Comenzó a hacer como guajolote, y ¡Chingale! Que se muere, luego otro compañero que estaba con nosotros comenzó a hacer bizcos, y cayó desmayado, cuando me acerqué, ya estaba muerto y con los días estaba apestando muy feo. Llorando, lo tapé con tierra y piedras para que ya no saliera el olor.

    •    ¿Cómo  dices, que después que lo sacaron te jalaba de las patas?

    •    Porque todas las noches tenía pesadillas, recordando lo que había pasado, dice mi vieja que comenzaba a sudar mucho y luego a temblar, y despertaba gritando como loco, espantaba a los perros que comenzaban a ladrar, despertando a los vecinos, que echaban maldiciones, para que se fuera el espíritu, y comenzaba a brincar, así pasé muchos días no me daba hambre, y me estaba quedando como calaca.

Mi jefa y mi vieja, me curaron con yerbas y rezos, por las noches me ponían en mi lugar donde me duermo, cruces con can cal, me mandaron hacer misas, muy seguidas y mi cuñado me dejó en paz.
    •    ¿A tu cuñado le decían “El Pirrin”?

    •    Ese mero.

    •    Cómo no te iba a venir a espantar, si una vez lo madreaste.

    •    Bueno sí, pero ese fue otro boleto, se había chingado a mi carnala y yo no quería que se casara con ella.

Se quitó la lámpara y echándole la luz donde estaba arriba, me dijo:
    •    ¡Mira esa piedrota está floja, se nos viene encima y me cay que nos da muerte de ratón.

    •    Me cay que sí, y luego correría la noticia “La compañía Real del Monte tiene sus túneles en muy buenas condiciones,

Muy  seguros  que la única piedra que estaba floja, fue la que se desprendió y les dio en la madre a dos trabajadores que platicaban debajo de ella.
 En esos momentos llegó un compañero, chaparro, como estaba bien mamado le decían “El Canillas” era nuestro encargado y me dijo:
    •    ¿Qué pasó pinche “Gato Seco”? ¿a qué horas comienzan a trabajar?, hay conchas vacías, parecen novios, cabrones, nada más se la pasan platicando.

    •    Estamos esperando que se salga el humo, como no quería bajar la carga le metimos dinamita y no baja.

    •    Háganse a un lado, les voy a enseñar cómo desencampanar una alcancía, para que le cuenten a todo el mundo que soy bien chinguetas.

Se subió a la tarima que tiene dos metros de alto, por dos de ancho y 5 de larga, construida con madera de árbol cortada a la mitad, se les llama medias cañas, en el centro tiene un hueco de 60 centímetros, que se tapa y se destapa con pedazos de cartones, que sirven como puertas, por abajo pasan los rieles de una vía donde pasa la góndola, la boca de la ruina tiene un metro con 50 centímetros y su altura son cientos de metros.
Cuando la carga no se atora y baja sola, se mete la concha por debajo, se van quitando las puertas, y sola se va llenando,
“El Canillas” se asomó y me dijo:
    •    Amárrate 10 cartuchos de dinamita, le pones una cañuela y me la traes.

Se la entregué y se metió al agujero para colocarlas, y no dejaba de hablar:
    •    Un día me voy a morir, y no vas a saber pelar un chile.

Acomodó la pólvora, nos bajamos de la tarima y nos fuimos a proteger a varios metros, mientras tronaba nos escondimos en una cueva y “El Canillas” no dejaba de hablar:
    •    Pónganse buzos, para cuando lleguen a más viejos, sean encargados, chingones como yo, porque parece, que al caminar les pesan las pinches patas.

Le contestó “La Chiva”:
    •    Tú te crees muy chingón pero vales madre, para que te traigan bien, en el trabajo les compras el pulque a los encargados por hay se escucha decir que le anda llegando a tu vieja, por eso te tiene muy consentido.

    •    Ja, ja, ja, estás pendejo, no es que me de mi pavo pero en toda esta mina no hay desencampánador más que yo, a cualquier piedra, grande o chica o dura le coloco la dinamita y la hago polvo, si no pregúntale al “Gato seco”. ¿Apoco no, hijo?, me acabo de subir y ya tronó, estamos esperando que salga el humo para ver los resultados, si lo quieres comprobar espérate.

    •    Ya salió el humo, vean cómo soy chingón.

Los tres caminaron juntos y vieron que la tarima estaba en el suelo.
    •    Ja, ja, ja, ya le diste en la madre.

“El Canillas” se quitó la gorra de seguridad y se rascaba su cabeza, no dando crédito a lo que había hecho.
    •    ¡Hijole algo falló, a mí se me hace que el culpable es esto fue el pinche “Gato seco” que no amarró la pólvora como le ordené, y al prender se desataron.

Le dijo “La Chiva”:
    •    Claro que algo falló. ¡Mira qué agujero le hiciste a la tarima que se cayó.

    •    ¿Ahora qué le vamos a decir al capitán? Ahora no sabemos qué le vas a decir, porque a mis hijos, y a los hijos de mis hijos, les voy a contar que tengo un compañero hijo de su pinche madre idiota.

Llegaron los motoristas para cargar la carga y se asombraron al ver lo que pasó. “El Chiva” no aguantaba la risa y luego los motoristas le hacían bromas al pobre del “Canillas, que hablaba en silencio, sin dejar de mirar los daños que había causado con la explosión.
    •    Le dijo uno de los motorista, que le decían “El Pelos”:

    •    Así que tú eres el más chingón de la mina, a mí se me hace que no sirves ni para desencampanar una alcancía, le pones dinamita a tus hijos, y truena tu vieja.

    •    Ya gueyes estuvo suave, todos tenemos fallas.

Uno de ellos le dijo:
    •    Vámonos compadre si te preguntan los ingenieros, a ti que eres el más chingón de la mina, les dices, que pasaron unos alemanes y que le tiraron una granada a la tarima.

Cuando llegamos al despacho estaban todos los mineros calentando sus tacos, les contaron lo que había pasado y no dejaban de reír, señalando al “Canillas”, algunos preguntaban qué le pasó a ese guey que tiene cara de chillar.
    •    Está chiviado porque puso una mona de dinamita para bajar la carga, se le cayó y madrió la tarima y tiene mucho miedo de encontrarse con el “Barra” Luis y lo corra a patadas por pendejo.

    •    Todos reían a carcajadas, y me dijo “El Chocolate”: 

    •    “Gato seco” ayuda a ese pobre pendejo, de seguro lo van a correr, y tiene  muchos hijos, es echador pero una vez, me salvó la vida, pobre cuate no ha comido, y ya quiere chillar. ¡Mira hay viene el “Barra” Luis, correle antes de que llegué aquí.

    •    ¿Qué le digo?

    •    Lo que quieras, pero apurate.

A mí me estimaba el Capitán, porque era muy amigo de sus hijos, lo alcancé y le dije:
    •    Barra, hace unas horas en la tarima del nivel 500, apenas iba a poner una mona cuando se vino una piedra grande, apenas me dio tiempo de saltar, que hasta me torsi una pata, y destrozó la tarima.

    •    ¿No hubo accidentes?

    •    Logré saltar a tiempo.

    •    Busca al encargado y dile que mande gente para que la repare, que ocupe la madera que trajeron hoy.

    •    Gracias barra.

    •    Regresé y le conté al “chocolate lo que le dije al jefe y lo que me contestó.

    •    Ahora ve con el “Canillas” que tenía mucho miedo de que lo corrieran y los compañeros lo comenzaron a picar.

    •    Hay viene tu padrastro y te va a correr por pendejo.

“El  Canillas” jugándose el todo por el todo, se levantó y acanzó al capitán, cuando llegó junto a él, se dio la media vuelta y se regresó a donde estaba sentado.
Los compañeros le animaban.
    •    Ahorita es tu oportunidad, ve y dile lo que pasó. ¿O le tienes miedo?

    •    No es eso.

    •    Pus ve, no seas pendejo.

    •    “El chanillas” iba y cuando se acercó al Barra, le iba a decir, pero se dio la media vuelta.

Llegó otra vez con los compañeros, que no le quitaban la vista y le dijeron:
    •    Ve pendejo, ni modo que te pegue. 

Lo animaron, que se volvió a levantar.
Llegó con el “Barra” y se volvió a regresar. El “Barra” Luis se lo quedó mirando y dijo en voz alta:
    •    ¡Qué le pasa a este pendejo!


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