“EL PLEITO”
La vecindad de mi barrio parecía una olla de grillos, chillidos, gritos, pleitos, alegatas; ¡todo eso era diario! Un día, en el lavadero, se encontraban en chinga loca la señora María, y doña Carlota, platicaban sin dejar de lavar la ropa, estaba tan sucia que el jabón se les cortaba y dijo doña María:
-¡Ay, Carlotita! Ya no aguanto esta vida que llevo, desde que Dios amanece, hasta que anochece, no paro de trabajar, y a mi pinche viejo, ¡es bien borracho el desgraciado! Cuando estoy descansando, me levanta para que le dé de tragar, ese no perdona ni los frijoles, y si no, se enoja y comienza a hacer sus panchos quebrando todas las cosas. Comienza a hablarme de trabajo, de sus amigos, luego se pone a chillar por su jefa que se murió hace 10 años, cuando estoy más dormida me comienza a trastear y quiere…
-¡No se empate Mariquita! Igualito es mi viejo, yo creo que el cantinero les vende pulque muchachero, porque hay veces que no me deja en paz, tenemos muchos escuincles y quiere más, pero el chiste no es hacerlos sino mantenerlos.
-Pero yo tengo la culpa por juntarme con Blas, mi madre me lo decía, que ni siquiera lo pelara, nos veíamos a escondidas y ni hablar.
Cuando estaban más entradas en su platica llego la Pelona, la niña de doña María dando unos gritotes que las espantó. Iba sangrando de una pierna y como pambazo del susto.
-¿Qué te pasó?
-¡Me mordió el perro de don Chon.
-¡Ay, cabrón! Por poco y te arranca una pata.
-¡No le para la sangre! Mejor llévela a curarla, a lo mejor el perro tiene rabia.
La señora le subió la pierna al lavadero y se la lavo echándole mucho jabón.
-¡Ahorita vengo Carlotita! Voy a reclamarle a la vieja.
Sacudiéndose las manos llenas de jabón, limpiándoselas con el babero, agarró a la niña de la mano y a pasó rápido llegaron a la casa de don Chon, que se encontraba en el fondo de la vecindad. Como la señora estaba furiosa tocó muy fuerte la puerta, y contestó doña Elvira.
-¡Su mera madre!
-¿Qué quiere?
-¡Su pinche perro mordió a mi hija!
-¡El perro no tiene la culpa señora, los muchachos vienen a molestarlo! Está echado y le avientan piedras y es lógico que se enoje, es como si yo le agarrara la cola.
-¡Intentelo!
-¡Ve! Todos nos enojamos, le digo que mi perro es muy mansito.
-¡Ese pinche perro se ve que es bravo de nacimiento, es cruzado por muchos perros callejeros! A lo mejor tiene rabia, quiero que vayamos al Centro de Salud, y me pague las curaciones.
-Mi perro tiene todas las vacunas, hasta la de la gripe, ¡no le pago nada y hágale como quiera!
-¿Ah, sí? Hija, ve por un garrote a la casa, y ahorita le rajo la madre al perro.
-¡Ya señora! Entiéndalo. Su hija hizo encabronar al perro y por eso
la mordió.
Doña María se calentó y le dio una cachetada a doña Elvira que por poquito la tumba. Elvira se puso roja como chinicuil, y como está grandota, de dos madrazos tumbó a doña María, hasta le dio de patadas. Uno de sus hijos fue a avisarle a su padre, que estaba muy contento con sus amigotes contándoles un cuento.
“Una vez estaban unas gallinas echadas poniendo sus huevos, y una de ellas leía el periódico y les dijo: ¡Hey chicas, vengan y escuchen lo que dice el periódico! El presidente Municipal, mañana pondrá la primera piedra, pobre cuate si a nosotras nos duele la cola al poner un huevo, imagínense al pobre poner una piedra.” Ja, ja, ja.
-¡No seas mamila, Blas! Vamos a echarnos la caminera, tengo que ir a ayudarle a mi vieja a cargar las bolsas de mandado, luego llega pujando.
En esos momentos entró su hijo corriendo.
-¡Papá, papá! Están madreando a mi jefa.
Como le habló al tiro a Blas, se estaba ahogando con el pulque que se le fue por otro lado, le dio una tos muy violenta que se puso morado; las venas del cuello parecían reventársele, el cantinero le echó aire con su sombrero, mientras, el Chirimoya le daba golpes en el lomo. Otro de sus amigos se le paró enfrente y le decía.
-¡Mira un pajarito!
Durante varios minutos trataron de volverlo en sí, le pegaron más duro en el lomo, poco a poco fue recuperándose.
Respiro varias veces, se tomó la caminera y salió corriendo a apoyar a su vieja, pero la encontró con un ojo cerrado, otro de rendija y con el hocico roto, y toda desgreñada, llena de tierra.
-¿Entre cuantas te golpearon, vieja?
-¡Nada más doña Elvira! Pinche vieja, me agarró descuidada.
-¡Ujule! Yo pensaba que eras más brava pero valiste madre.
-¡Me sorprendió!
-¡No me digas que te dio un foul, y por eso te ganó! ¿Por que fue el pleito?
-¡Su perro mordió a la Pelona… ¡Hija, ven!
La chamaquita le enseñó la pierna a su padre que hizo gestos.
-¡En la madre! ¡Por poco y te la arranca!
-Dame un lazo, ¡ahorita voy a sacar de su casa a ese pinche perro, y lo voy a matar públicamente!
-¡Ten cuidado porque ya llegó su señor!
-Entre hombres se arreglan mejor las cosas, si quieres acompañarme para que aprendas como se le hace.
Blas llegó caminando como Ministerial, tocó la puerta con una patada, y salió a abrirle don Chon, un señor que trabajaba en el rastro cargando reses, y estaba muy mamado.
-¿Qué se le ofrece? No ande tocando de esa manera parece que está en su chiquero.
-¡Vengo a llevarme a su perro en calidad de detenido porque mordió a mi hija y necesita un correctivo!
-¡Pase por él!
Blas, como estaba medio borracho, se metió al patio de la casa con el lazo que llevaba, le hizo una gasa en la punta, y le daba vueltas como le hacen los charros para echar una mangana para alazar al perro, que nada más se lo quedaba mirando, falló varias veces hasta que lo logró, y al jalarlo el perro se le aventó encima.
-¡Ay! Quítenmelo.
El perro no lo saltaba de un brazo y le buscaba el gañote. Blas, gritaba desesperado, hasta que el don Chon le quitó al perro, y lo metió a su casa. Blas tenía el 60 por ciento del cuerpo lleno de mordidas, más en la nalgas que las paraba al tratar de levantarse.
-¡Usted está de testigo que su perro está rabioso!
-¡El que está rabioso es usted, pinche viejo borracho, ahora yo le voy a rajar la madre!
-El pobre Blas, recibió una madriza que lo dejaron todo sangrado y chipotudo, salió todo revolcado. Le dijo a su vieja:
-¡Ya ves por andar buscando pleitos!
-¿No que eras muy chingón?
-¡Me agarró descuidado igual que su vieja te agarró a ti!