Home Un Infierno Bonito Un Infierno Bonito

Un Infierno Bonito

0

“EL PIOJO”  

Ramón “el Piojo”, vivía en la vecindad del señor Molina y le gustaba el chupe un chorro. Diario bajaba a la cantina; un día bajó por el callejón de Manuel Doblado, en el barrio de La Palma. Cuando iba a entrar a la cantina “el Relámpago” lo paró en seco y “el Bigotes” le dijo:

-Oye carnal, te tengo una invitación para que por la tarde vayamos al grupo de Alcohólicos Anónimos.
El Piojo se le quedó mirando muy feo y le contestó:
-No me tientes Satanás, sigue tu camino y no te metas en lo que no te importa. Yo soy el hombre más feliz del mundo chupando y si dejo de hacerlo me puedo morir de tristeza. Ya me di cuenta que eres ojete, que me quieres robar la felicidad… ya te pareces a mi vieja, que diario me esta fregando que deje de tomar.
-No me juzgues mal, hermano. Lo único que deseo es que encuentres una vida nueva, llena de felicidad, que vuelvas a nacer y les des cariño y amor a tu familia, para eso debes meterte a la doble A.
-Te lo agradezco mucho, pero nunca voy a dejar de beber, esto es un juramento que le hice a mi jefecita, antes de que se fuera al valle de las Calacas. El vino mató a uno de mis hermanos, lo agarró muy jovencito, apenas tenía 15 años de edad, y esa muerte me caí que no se quedará impune, por eso vino que encuentre en mi camino, le pongo en la madre. -Yo dejé de tomar porque Dios me enseñó el camino de la verdad, ahora soy un hombre muy feliz, puedo reír con mi familia y gritar a todo pulmón dándole gracias al señor. ¡Sígueme!
-¡Si no soy perro, cabrón! Ahora andas predicando, lo que debes hacer es irte mucho a ver a tu madre,  no me saques de quicio porque ya me conoces…

El Piojo se metió a la cantina muy enojado y pidió un tequila doble por el coraje que le hizo pasar el Bigotes.
-¿Sabes que Juanito?, te voy a contar una cosa muy delicada, pero no se lo digas a nadie. Mira, el pinché Bigotes te anda espantando a los clientes, les está echando un sermón para que se vayan a Alcohólicos Anónimos.
-Eso no me preocupa, en este barrio hay chupadores de corazón, que prefieren morir hinchados que arrugados.
-¡Aguas! No te confíes. Hace rato cuando entré, estaba parado en el escalón gritando a voz viva, dándoles consejos a los compañeros que ya no tomen del veneno que les vendes, también les dijo que los robas cuando los ves pedos porque les cobras doble. A mi me quiso convencer pero se la peló porque Dios me puso en este camino y hay que cumplir su voluntad.
-¿Qué quieres que haga para que se queden a tomar y no le hagan caso al güey? Ya me preocupaste.
-Yo te aconsejo que les invites las de la casa, me caí que luego eres bien marro, desde que te conozco nunca he cortado una flor de tu jardín.
-¡No mames Piojo!, te voy a demostrar que me pongo parejo.

El cantinero se subió al mostrador y les dijo:
-¡Silencio ranas que va a cantar el sapo! A todos los que están aquí, por ser mis clientes, sin ver rango ni religión, los invito a que tomen gratis una hora de lo que quieran, nada mas no se amontonen.
Todos los borrachos, aprovecharon la oportunidad que don Juan les deba de chupar, se empujaban una tras otra sin parar hasta que se emborracharon, y el Piojo los animaba.
-¡Vamos a echarle una porra al cantinero!, que se oiga para que se anime y nos de otra hora gratis.

Juanito, que también le gustaba el trago, se puso hasta la madre dejando sola la cantina para que los briagos hicieran justicia por su propia mano, chupando gratis. Salieron pero súper briagos, algunos se quedaron tirados en plena calle. El Piojo no aguantó el ritmo y se salió como pudo sin despedirse y agarrándose de la pared para no caer. Iba caminado un paso adelante y dos atrás, les mentaba la madre parejo a quienes se le quedaban mirando; al entrar a la vecindad se tropezó y se dio un mulazo que quedó tirado con los brazos en cruz mirando la luna. En eso dijo una mujer:
-Voy a tirar la basura, viejo, no me tardo…  préstame la lámpara, está muy oscuro.
La señora salió con dos botes y colgando unas bolsas de basura, sin darse cuenta se tropezó con el Piojo y cayó encima de él, se levantó echa la chingada y corrió como loca, llegando a su casa atrancando la puerta. En eso le preguntó el Bigotes, su esposo.

-¿Qué te pasó? Vienes toda amarilla.
La señora tomaba aire para poder hablar, y señalándole la puerta le dijo:
-Me tropecé con un muerto.
-¿Dónde?
-En la entrada de la vecindad.
-A lo mejor es tu imaginación.
-Me cae de madre que no, era un muerto, está tirado, mira como tiemblo.
-Hijole, no vayas a tomar agua porque te haces panzona igual que tu hermana, mejor échate un bolillo para el susto. Pero ya deja de estar temblando porque suenan tus huesos como maraca. Mejor vamos a ver quien es.
-Ni madres, está re feo, casi choqué de cara con él.
-Vamos a hacer la obra del día, lo ayudamos, a lo mejor no está muerto.

El Bigotes como era gente de bien, convenció a su mujer de ir ayudar al que estaba tirado. Le dijo la señora.
-No encuentro la lámpara, mejor vamos a encender un periódico y nos lo llevamos como antorcha para que veamos bien, así no corremos el peligro de que los pinches perros nos desconozcan y nos arranquen un pedazo de nalga.
Prendieron el periódico y llegaron a donde estaba tirado el muerto, al verlo se llevaron una sorpresa.
-¡Es el Piojo! Está hasta la madre de pedo, pero si lo dejamos le puede dar una pulmonía porque hace un chingo de frío…  espérame aquí, voy a avisarle a su vieja que venga por él. Mientras quítale la basura que tiene en el hocico.

El Bigotes tocó la puerta de la casa del Piojo pero nadie le abrió, eran las 12 de la noche, los perros se espantaron y comenzaron a ladrar; poniéndose las manos como embudo en la boca, gritó por una rendija.
-¡Señora Julia!, venga por su viejo, está tirado en la puerta de la vecindad.
Estuvo gritando mucho los perros no dejaban de ladrar, cuando se iba a regresar con su señora, escuchó una voz adormilada.
-Gracias, señor, déjelo ahí, al rato que se le pase la peda se levanta y se viene a dormir.

Jovita, le había quitado toda la basura y le dijo a su marido.
-Mejor vamos a echarle una cubeta de agua y veras como se levanta.
-Me parece muy bien pero es capaz de agarrarnos a madrazos, vete a la casa y trae dos sábanas blancas, nos las ponemos y va a creer que somos fantasmas.
Así lo hicieron se acomodaron las sábanas a manera de que parecían almas en pena, la señora le aventó la cubeta con agua; el Piojo se levantó echo la chingada sacudiéndose como perro, al verlos cubiertos con la sábana pensó que eran fantasmas y arrancó como loco a su casa, abrió la puerta de un caballazo, tumbó a su vieja de la cama y se metió con todo y zapatos cubriéndose la cabeza con las cobijas… la borrachera se le había bajado.

Su vieja espantada, le preguntó.
-¿Qué te pasó?
-Vi a dos fantasmas que me quisieron agarrar, ¡verdad de Dios yo los vi! Ya no vuelvo a tomar, me contaba mi madrecita que los muertos se llevaban a los borrachos. Yo no quiero que me lleven. De hoy en adelante cualquiera de mis amigos que me invite de chupar le voy a mentar la madre.
La señora dio Gracias a Dios que a su viejo le había caído el 20.
-Bendito sea el creador que te mandó a dos almas del purgatorio para que dejaras de tomar, estaba preocupada porque de tanto abrir el hocico se te estaba haciendo como de chango.
El Piojo por el susto se enfermó y dejó de tomar, se convirtió en un hombre bueno, llegaba de su trabajo a su casa, no dejaba de contarle a su vieja que lo espantaron por andar de borracho, ella le aconsejó que fuera a buscar al Bigotes para que se lo llevara a Alcohólicos Anónimos, y desde ese día, diario iban a las juntas, y cuando el Piojo se subía a la tribuna no se cansaba de decir que, por andar de borracho, le salieron dos fantasmas que se lo querían llevar, que fue un aviso del más allá porque andaba tocando fondo.