“EL RATÓN”
Se acercaba la peregrinación minera a la Ciudad de México. Entre todos los trabajadores, por votación, se había formado una comisión para la restauración de la capilla de la Virgen de Guadalupe que se encuentra en los patios de la Mina de San Juan Pachuca.
A Juan, “El Ratón”, que era perforista, lo nombraron encargado de pedir la cooperación a los compañeros mineros. Se debía poner muy abusado porque había muchos que se hacían güeyes y no daban. Su ayudante para anotarlos en la lista era Pancho, “El Chaparro”.
Un sábado se pusieron en la puerta principal y les decían a los trabajadores mineros:
• Compañeros, ahora que recibieron la participación de la plata, se tienen que mochar con una lana para reparar la capilla de la Virgen y para la peregrinación minera. ¡Hey, tú! ¿Dónde vas? ¡Qué te dé dinero, Pancho!
• Es que a ustedes no les doy ni madre. Son bien tranzas.
• Mide tus palabras, cabrón. Y ustedes, compañeros, recuerden que tenemos muchos testigos, que hace unos años, cuando no quisieron cooperar para la Virgen, cayó un rayo en el polvorín y les partió toda la madre a muchos codos. Ténganlo presente.
Los compañeros mineros de San Juan Pachuca sacaban dinero, se lo daban a Pancho, que fungía como tesorero; pero como salían en bola, le daban la cooperación, que no le daba tiempo de llevar ningún control de listas. El dinero lo guardaba en sus bolsas. “El Ratón” seguía hablando para convencerlos:
• Desde el cielo la Santísima Virgen se está dando cuenta quiénes son lo que cooperan y quiénes no. También mi compañero Panchito esta fichándolos; aquellos que no den el 12 de diciembre, que vamos hacer una súper pachanga, no los vamos a dejar entrar a ninguno por hojaldras.
Cuando la mayoría de los compañeros mineros les dieron, abrieron la puerta, dejándolos salir. Le dijo “El Ratón” a Pancho:
• Me estoy dando cuenta lo difícil que es ser presidente. Ya me imagino al de la República. Cómo ha de lidiar con los pinches diputados necios, que no le aceptan sus reformas. Vamos a echarnos una cuba. Ahora también me explicó que los padrecitos, cuando dan misa y dicen el sermón, como no les hacen caso se les seca el gañote de tanto hablar; por eso se echan su vino de consagrar.
Llegaron a la cantina “El Reloj de Arena”, que se encuentra en la calle de Ocampo. En una mesa hicieron cuentas de lo que habían juntado. Sacaron todo el dinero. Le dijo “El Chaparro”:
• Mira mis bolsas, Ratón, están vacías. Ya saqué todo el dinero que traía. Solo me quedé con mi raya de 400 pesos.
Le dijo “El Ratón”:
• Yo también revolví mi lana. Y como no le di a ningún pinche abonero, saqué 600 pesos; los tomo. Y hacemos cuentas. Cuánto dieron de limosna. ¡Hay. güey! Juntamos mil varos. Yo los guardo. Tú estás de testigo. Y mañana se los entregamos al comité:
Pasaron las horas, y Pancho le dijo:
• Yo aquí pinto mi raya. Me voy. Ya es tarde. Si no para qué quieres que mi vieja me comience a fregar, que ando con otra, y vayamos a salir a madrazos.
• ¿A poco le tienes miedo a tu pinche vieja? Si está chaparra.
• Deja lo chaparra, cuando se encabrona me avienta lo que tiene a la mano. La vez pasada me clavó el cuchillo en una nalga.
• Órale, carnal. Está bien. Yo me quedo otro rato. Mañana nos vicenteamos.
El Ratón se juntó con otros borrachentos, y se quedó chupando como recién nacido. No supo ni a qué horas salió de la cantina. Al llegar a su casa, se tropezó con el escalón y se fue de cholla, quedándose tirado por mucho tiempo. El frío lo despertó. Temblando como perro, llegó a su casa. Su vieja lo ayudó a quitarse las chanclas, y se quedó jetón en la cama. Después despertó y le dijo:
• Ve a comprarme una cheve, vieja. Tengo un chingo de sed.
• ¿Dónde te la voy a traer, si son las 3 de la mañana? ¿Quién te pegó? Que vienes todo madreado.
• ¿Quién quieres que me pegue? Todavía no nace el que me ponga la mano encima. Para al muchacho, que vaya a comprar la cerveza.
• No estés de mamón, pinche viejo borracho. Ya te dije a qué hora es. No te hagas pendejo.
El Ratón se quedó sentado en una silla, y le ganó el sueño. Al poco rato se escuchó un fuerte calaverazo, que despertó a la señora.
• Ya te diste en la madre por necio.
El Ratón se levantó. Rápido se buscó en todas las bolsas. Sacó los ojos y le gritó a la señora:
• ¿Dónde está el dinero que traía en la bolsa del pantalón y en la chamarra?
• ¿Cuál dinero, güey?
• No te hagas pendeja. Tú me lo sacaste.
• Verdad de Diosito lindo, que no. Cómo te lo voy a sacar, si tenías las manos dentro de las bolsas.
• No me espantes, vieja. Dámelo. Ese dinero no es mío. Es el que se juntó con los compañeros para la capilla de la Virgen.
• Yo no te saqué nada.
La agarró del pescuezo, le apretó el gañote, azotándole la cabeza en la pared.
• Aquí vas a confesar o te mato, cabrona, ratera. Y lástima que no tengo un tehuacán para echártelo en la nariz.
• Me esta lastimando. Me cae, que no te saqué nada.
La señora lloraba y gritaba de dolor:
• Que me castigue la Virgencita, si yo fui. Te lo juro por mi jefecita.
• Al que me va a castigar es a mí. Todo el dinero que junté para su capilla, me lo robaron. Ahora con qué mamada les salgo a los cuates. Aparte de mentarme la madre, me la van a rajar.
El Ratón se dejó caer en una silla. Se tapaba la cara con las manos, y lloraba escurriéndole el moco. Y en voz alta decía:
-¿Dónde se me perdería todo el dinero? ¿O quién me lo robó?
La mujer aprovechó y salió hecha la mocha, antes de que se la sonara. Ese día no fue a trabar. Y no tenía ni para curársela. Esperó a que fuera la hora de salida, y fue a buscar a su amigo “Pancho”, afuera de la mina, y le dijo:
– Fíjate carnal, que ya me metí en una bronca. Estoy que no me calienta ni el Sol. Perdí, o me robaron, todo el dinero de lo que juntamos, y mi raya. Ya fui a echarle brava al pinche cantinero, y me dijo el güey, que ni siquiera pagué. Que me emborraché de gorra, porque todos los cuates me dispararon las tandas.
• Yo te dejé en la cantina. Estabas muy bien. A los compañeros de la mina les dije que juntamos mil pesos.
• ¿Qué dijeron?
• Que mañana los tienes que entregar al comité para que comiencen a trabajar en la capilla.
• En la madre. Les hubieras dicho que no juntamos nada. Que todos se hicieron pendejos y no dieron.
• Me presionaron. Dijeron que a lo mejor por eso no fuiste a trabajar. Porque te lo emborrachaste. Que no les vayas a salir con una mamada, porque te parten toda tu madre.
El pobre Ratón caminó con la cabeza baja. Se sentía como si estuviera atrapado en una ratonera. De momento se quedaba todo idiota, mirando para un solo lugar, pensando cómo le iba hacer para juntar el dinero. Cuando entró a su casa, lo estaban esperando sus suegros y sus cuñados, que al verlo le dieron en la madre. Le dijo su suegra:
• ¿Con que muy gallito,cabrón? A, ver apriétame el pescuezo y mátame como le dijiste a mi hija.
Uno de sus cuñados le dio un madrazo en el hocico, que lo dejó chimuelo. Completaron su obra dándole de patadas en todo el cuerpo. Al día siguiente fue a trabajar todo chueco; a enfrentarse con el problema del dinero de la Virgen. Al saberlo le mentaron la madre. Le dijeron que era ladrón, que le hacía honor a su apodo. Le daban 24 horas para entregar el dinero. A la salida lo encontraron abajo en la mina, al pie de una escalera, con una piedrota que le deshizo la cabeza. La gente comenzó a murmurar, que fue la Virgen quien lo castigó por robar su dinero.