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UN INFIERNO BONITO                               

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NO SE QUEMÓ LA MINA DE SAN JUAN PACHUCA

Ni siquiera le botó una chispa porque estaba muy lejos de donde ocurrió el incendio; tampoco hubo víctimas, porque nadie trabaja en esos lugares. No se perderá una fuente de trabajo porque el lugar que se quemó, pertenece a la compañía Real del Monte y Pachuca, que cerró sus puertas hace unos 10 años. Eran unas 9 mil gentes que prestaban sus servicios en la Hacienda de Loreto, los talleres y almacén de Maestranza, la mina de San Juan Pachuca, El Álamo y Paricutín. En el año de 1985 la  empresa cerró sus terreros o sea, más de 15 minas, sin recibir los trabajadores ninguna liquidación.

 

Los terreros que cerraron fueron: El Cuixi, El porvenir, Analcos, San Cristóbal, Rosario, El Cristo, Santa Úrsula, San Buena Ventura, El Lobo, El Tulipán, entre otros.

Da pena que las mismas autoridades de seguridad no sepan dónde ocurrió el incendio, alarmando a la gente que también está igual que ellos, al decir que se quemó una bodega, y asegurar que es la mina de San Juan Pachuca la que se quemó, siendo que ésta se encuentra a unos 300 metros de distancia de donde se registró el siniestro.

Mi director del Diario Plaza Juárez me pidió que investigara cómo estuvo la onda, porque sabe que trabaje más de 18 años en la mina y conozco esos lugares como la palma de mi mano, y para hablar de minas les aseguro que me muevo como pez en el agua. Me subí por la calle de Humboldt, que sale al camino del pueblo de Cerezo, y desde ahí pude ver de frente, que lo que se estaba quemando era el departamento de quebradoras y molinos de la Hacienda de Loreto. Desde lejos observé que camionetas patrullas cerraron  el paso sobre la carretera que baja por la calle de San Juan Pachuca.

Me regresé y llegué a donde termina la calle Galena, en el barrio de El Arbolito. En El Popolo, que es un área para que jueguen los niños del barrio y se hagan juntas de vecinos, había varias familias que se asomaban por unas ventanas, y de frente se miraba la quemazón de quebradoras y molinos.

Ahí estaba una señora que es el periódico del barrio, se las sabe de todas todas, y me dijo sin preguntarle: “Eran como las doce y media de la noche, apenas me iba a dormir, cuando se escuchó la alarma de Loreto, sentí miedo, me iba a parar y se escuchó una explosión y por la ventana de mi casa,  vi unas llamaradas como de de 10 metros de altura, por las moscas desperté a mi viejo y le conté lo que pasaba, en esos momentos subían a todo lo que daban los bomberos, Protección Civil y varias camionetas llenas de policías, después hubo otra explosión, y le dije a mi viejo, se está quemando la mina de San Juan, me contesto enojado, vieja babosa, la mina, está más arriba, lo que se está quemando es quebradoras y molinos, fíjate bien.

“Las llamas cada vez eran más grandes y después, cerca de las tres de la mañana, pasó una de las patrullas anunciando por su magna voz, que teníamos que abandonar nuestras casas todos los del barrio de El Arbolito y de El Porvenir, les preguntaban a los uniformados que por qué querían que abandonaran sus casas, les contestaron que la mina de San Juan estaba ardiendo y dentro de ella había polvorines.

“Le dije a mi viejo que teníamos que irnos y me preguntó que adónde, le dije que me dijeron los policías que al cerro o a la escuela Presidente Alemán, que ya la estaban preparando para albergue, me contestó que esos no saben, que ya me fuera a dormir, pues al rato había que trabajar”.

Por mi parte, me subí por la calle de San Juan Pachuca y cuando llegué, los policías habían cerrado la calle que baja a Loreto; se podía subir por La Estanzuela. Había gente que estaba mirando desde la tela ciclónica, porque el incendio estaba a unos 300 metros de distancia, protegida con bardas, la mina de San Juan y luego una barda, una carretera, otra barda, y ahí estaba el incendio.

Me estacioné detrás de una patrulla, y fui a ver a unos metros de distancia, el lugar que se había quemado; era el departamento de quebradoras y molinos, que es un área de unos 80 metros cuadrados. Tenía bandas de hule de 6 pulgadas de ancho por 80 de largo, que eran las que se quemaban. Además la estructura era de madera, techadas de lámina, ahí guardaban unos tinacos de diesel, gasolina, aceites, otros líquidos inflamables, que fueron los que explotaron y ocasionaron las llamas. Esos lugares tenían años abandonados.

Protección Civil había dicho que se quemó una bodega, pero ahí no hay ninguna, son espacios grandes de trabajo, llenos de maquinaria pesada. Que a dicha autoridad se lo había dicho el secretario general del Sindicato Minero, sección 3, pero ellos no saben tampoco, porque no les dejan entrar a la empresa.

Enseguida me di la vuelta para estar en la puerta de la Hacienda de Beneficio de Loreto, y le pregunté al vigilante, que es mi amigo, lo que había pasado, y me contestó: “sepa la bola. Se quemaron los departamentos de arriba, ha de haber sido por un corto de electricidad. Los departamentos de tanques, láminas, el patio, no han dejado de trabajar, has de cuenta que no pasó nada, dijo el ingeniero que si no hubieran llegado los bomberos, el incendio se hubiera apagado solo. Los bomberos y otros cuates andan haciendo la mosca chillar, de un lado a otro, corriendo, levantando los fierros viejos, pero la verdad no hay por qué alarmarse, me ha venido a preguntar mucha gente que cómo se quemó la mina, le digo que suban a verla y está trabajando, a veces baja material para llevarlo a otras minas, los trabajadores del patio de San Juan ni siquiera se han parado al incendio, ellos están en lo suyo”.

Hace años yo trabajé en esos lugares y conozco cada metro de la Hacienda de Loreto, de sus departamentos, y si quieren saber algo más sobre lo que pasó y la minas, ¡pregúntame c…! ¡Pregúntame!

 

LE QUIEREN QUITAR SU PARCELA A UN VIEJITO

Aurelio Ruiz Samperio, de 94 años, está que se lo lleva la tristeza, y dijo a los cuatro vientos: “Me quieren despojar de mi terreno porque ya estoy muy viejo, recuerdo que cuando era un niño me espantaban que hay viene el coco, y ahora me dicen hay vienen los policías”.

El campesino, vecino de Totoapa, municipio de Acatlán, señala a unos hijos de su madre que se llaman Octaviano Ortiz Canales y Andrés Ortiz Monroy, quienes le quieren quitar una hectárea y media al ruquito. Dijo que su hija Estela Ruiz le guarda las escrituras, desde el año de 1944, que lo avalan como el mero mero bongosero. Desde hace unos tres años le andan buscando la manera de quitárselo. Dijo que con mucho sacrificio han gastado dinero, tuvieron que vender otro terrenito para pagarle a la licenciada más de 130 mil pesos, quien les lleva el caso, pero la vieja se ha hecho pato y no les ha arreglado nada.

Dijo el señor que Andrés es el que ha ido amenazarlo hasta su casa; le dijo que ya compró el terreno a Octaviano, y que va a ocuparlo por las buenas o las malas. Se aventó la puntada de llevar a dos gendarmes a bardo de su camioneta patrulla número 00964, para asustarlo de que se lo iban a llevar al bote, pero salió muy bravo su nieto a defenderlo; les dijo que iba a sacar la escopeta de su abuelo cuando anduvo entre las bolas de Pancho Villa, y se fueron. Andrés le dijo a su nieto que los policías llevaban las escrituras de su terreno, pero los uniformados al ver al viejito que ya está como calaca, le dijo que no era cierto, que ellos lo acompañaron porque les comunicó a sus jefes que había un conflicto.

Aurelio Ruiz dijo que según sabe por su abogada, que Octaviano Ortiz cuenta con una escritura del mismo terreno pero es del año de 1995, aun cuando la que tiene guardada el abuelito es la buena, de 1944, así es que no tiene validez. El señor hizo un llamado al señor gobernador del Estado, Paco Olvera, para que no vaya ser víctima de un despojo, aprovechando que él ya no puede con su alma. El viejito dijo que vive solo y tiene miedo que un día de estos se le aparezca el pingo y lo agarren a madrazos, porque ya no puede tirar un solo gancho al hígado.

Su hija Estela dijo que han pagado mucho dinero y tiene los recibos de la licenciada, y esperan que les dé resultados para que las autoridades determinen que el terreno es de su jefe. Dijo el señor que cuánto diera que viviera su general Emiliano Zapata, para que les diera en la madre a los que lo quien despojar de lo suyo. Dijo su hija Estela: “Nosotros somos de una familia pobre y sabemos que en Hidalgo existe la justicia, por eso acudiremos a todas la instancias, para que mi papá no se quede chiflando en la loma”.

Dijo la señora que hace unas semanas Andrés Ortiz, que es más terco que una mula, llegó con unas personas para hacer una zanja en medio del terreno, pero por la noche ellos les comieron el mandado, aconsejados por otra licenciada, que la taparan y se pusiera a sembrar como le han hecho todo el tiempo; sembraron maíz y salió puro chile, eso es por las brujerías que están haciendo con el fin de quedarse con sus tierras, pero se las van a pelar, porque ya les dijo que si se muere de un susto, él va a venir a llevárselos, jalándolos de las patas, a todos los que le quieren quitar sus tierritas.

 

EJECUTAN A UN ABOGADO

Se lo echaron al plato en la sala de su domicilio. Dicen que fueron cuatro sicarios. Sucedió en el municipio de Tepeapulco. El ahora occiso era  vecino de la colonia Morelos. Los que lo mataron se pelaron de casquete a bordo de dos automóviles compactos.

Ni tiempo de decir pío le dieron a José Pascual Morgado Becerra, de 50 años. Lo llevaron hasta la sala de su casa y ahí le dieron cran. El ruido del balazo despertó a los vecinos del andador Doce, por lo que de inmediato se comunicaron con la gendarmería, que de volada se trasladó a la casa marcada con el número 11, donde una multitud de colonos curiosos estaban afuera de la vivienda.

Los vecinos dijeron a los cuicos que los homicidas llegaron en unos automóviles, uno marca Seat y el otro Volkswagen Jeta, ambos de color negro, con placas del Distrito Federal. Dijeron que se trataba de cuatro hombres que estaban pelones. Los uniformados acordonaran el área y enviaron el reporte por radio, para que hicieran un operativo de búsqueda con la finalidad de agarrar a los pelones.

Tomó conocimiento el agente del MP, quien pudo apreciar a un sujeto que se encontraba enroscado como gusano de tomate; falleció instantáneamente porque le dieron el plomazo en el coco. Los sesos botaron por todas partes, en el escritorio, paredes, en el piso. Minutos después llegó al lugar Nancy Varela Sánchez, de 34 años, quien dijo ser pareja del asesinado, identificándose como recepcionista de la Clínica 8 del Instituto Mexicano del Seguro Social. Fue interrogada por los agentes investigadores para que les diera una pista de los asesinos.

Finalmente, el cuerpo fue enviado al servicio médico forense para que le hiciera la autopsia de ley; pero hasta el momento los agentes no le han dado al clavo, y andan buscado hasta debajo de las piedras a los pelones.

 

LA COLA DEL COCODRILO

En el año de 1920, en el mes de marzo, se quemó la mina de El Bordo, que se encontraba a un lado del pueblo de El Cerezo, donde murieron 86 mineros. Cuando ocurre un incendio dentro de la mina, a grandes profundidades, se quema madera que se utiliza para detener alguna parte que se desgaja por el tiempo. Al arder la madera se produce humo que es lo que ahoga a los trabajadores porque recorre los largos túneles, y lo hace lentamente por la falta de aire. Las víctimas pensaron salir por el tiro, y nueve de ellos se salvaron porque en lugar de salir se metieron a buscar otra salida en el fondo de la mina,

Una mina no se quema, porque es de piedra, tierra agua y lodo; los polvorines están a kilómetros de distancia de los laboríos. Por un lado, las cañuelas, y por otro, la dinamita. Además, la mina de San Juan y todas las que hay en Pachuca, están abandonadas desde hace más de 10 años. Hay gente en los patios porque la mina de San Juan es la que abastece el agua a todo Pachuca y comunidades. Que no cunda el pánico. Las minas no se queman.

gatoseco98@yahoo.com,mx