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Un Infierno Bonito

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EN EL PERSONAJE DEL BARRIO DE HOY:

“EL CHILÍN”

Eran como las 9 de la mañana cuando la señora Luisa, “La Flaca”, bajó, echa la chingada, por el angosto callejón de Manuel Doblado, en el barrio de La Palma, en Pachuca. Llevaba en brazos a un niño, y de la mano a un escuincle chillón, que cada rato se le caía y lo arrastraba, jalándole del brazo; llevaba en la otra mano, una gran bolsa que apenas podía con ella; de vez en cuando se paraba para tomar aire y descansar y aprovechaba para darle un jalón de greñas a su hijo, que no dejaba de chillar.
    •    Cállate cabrón, te dije que te quedaras en la casa, pero hay vienes de cola, ahora te aguantas.

    •    En esos momentos pasó por ahí una amiga de su infancia, que se llamaba Pancha, se detuvo y le preguntó:

    •    ¿Dónde vas a la carrera, manita?

    •    Voy al empeño, a mí no me agarró la encuesta de enero, sino la de todos los días, llevó una plancha, una licuadora y una lámpara para soldar.

    •    Por eso te van a prestar una madre.

    •    Lo que sea es bueno, a mi pinche viejo, no le veo la jeta desde ayer, y estos escuincles tienen hambre, y parecen pirañas los cabrones, comen a cada rato.

    •    A lo mejor tu marido se quedó a trabajar tiempo extra y al rato viene con muchos pesos, lo habías de esperar, apenas puedes con la bolsa.


    •    A ese cabrón parece que su pinche madre lo parió en una cantina, seguramente ande de borracho, me cae que me dan ganas de coserle el hocico con hilo cáñamo cuando esté durmiendo, ya me tiene hasta el copete, pero ahora que llegue  lo voy a poner como pañal de recién nacido, y si se me pone pendejo le rajo la madre con un bat.

    •    Por qué en lugar de empeñar lo que llevas no empeñas el tocadiscos que tienes, te pueden prestar el doble.

    •    No es de nosotros, es de la vieja de mi suegra, nos lo prestó desde el año nuevo, y para qué quieres que se zurre, lo que pasa es que no se lo hemos llevado, pero cada rato está chingue y chingue que ya lo quiere, y para que se le quite la estoy haciendo repelar.

    •    Si quieres te puedo prestar 50 pesos y me las das al rato.

    •    Ya dijiste, cuando llegue el desgraciado borracho te los llevo.

    •    Mira cómo traes al niño, todo raspado de las rodillas.

    •    Es que se cae cada rato por pendejo, parece que tiene las patas planas, pero no se quiso quedar. ya no voy al empeño, con lo que me prestaste voy a comprar blanquillos,  leche y pan, para darles de desayunar, porque los tengo como hermanos en ayunas.

    •    Deberías de hacerle una olla de frijoles y se las das con mucha tortilla y quedan como chinchitas.

    •    No se los tragan los cabrones, y por una parte mejor, porque luego están como ametralladoras, al rato que venga a pagarte nos echamos una cotorreada. 

Doña Luisa se metió a la tienda a comprar lo necesario para darles de comer a sus catarros, se puso en chinga loca, porque tenía 11 hijos y el que viene. Cada rato se salía al zaguán para ver si llegaba su viejo borracho, Pedro “El Chilín”, quien trabajaba en la mina de San Juan Pachuca; era chupador de corazón y amiguero. Los niños terminaron de comer, la señora recogió la mesa y se puso a hacer limpieza y de pronto escuchó voces; era su marido que llegaba acompañado de varios amigos de parranda
    •    Pásenle a lo barrido, esta es su casa; vieja ¿dónde estás? Saluda a mis cuates, si no van a pensar que estuviste estudiando en escuelas de gobierno, por lo mal educada.

La señora se lo quedó mirando, con ojos de pistola, le mentó la madre y se metió a la cocina. “El Chilín” le gritó a uno de sus hijos:
    •    Pedro, ve a la cantina y le dices a don Luz que me mande dos pomos de Bacardi con refrescos y tehuacanes, que me los apunte para el sábado; y tú vieja, haz algo de comer, que no hemos probado bocado desde ayer.

Luisa, de mala gana, les sirvió huevos revueltos con jitomate y chiles picados, y les puso un cajete de frijoles. “El Chilín” le reclamó:
    •    Huevos, no mames, vieja, mis amigos van a pensar que estamos jodidos; saca los bisteces y empanízalos como tú sabes hacerlo, con mucho guacamole, mientras nos aventamos un aperitivo.

La señora Luisa se lo quedó mirando muy feo y le hizo la mano hacia atrás, y les sirvió más chile que comida.
    •    Ay, en la madre, esto está muy picoso, y el pinche chamaco que no parece con los pomos, parece que fue a la fábrica. 

Salió a buscarlo y lo encontró que estaba jugando canicas con sus amigos; lo metió de una oreja y le llamó la atención enérgicamente.
    •    Qué no te mande a pedir las botellas, o te mande a jugar, ya te pareces igualito a tu madre de burra y lenta, parece que les pesan las pinches patas.

Entró “El Chilín” como triunfador, enseñándole las botellas.
    •    Órale mis amigos, se las voy a servir cargaditas para que se les quite lo picoso. Salud.

Uno de sus compañeros vio a su mujer que los miraba muy furiosa, y le dijo a Pedro:
    •    Mejor nos vamos carnal, porque tu señora parece que está muy enojada.

    •    No se preocupen, mi vieja está trompuda pero es de nación, se parece a su jefa, no le hagan caso.


Después del almuerzo, “El Chilín” puso el tocadiscos y comenzó a bailar, movía las nalgas y daba vueltas lentamente; cuando terminó de bailar, la señora lo llamó a la cocina y le dijo:
    •    Dame mi gasto, voy al mandado, cuando regrese no quiero ver a tus compañeros en la casa, pinches viejos borrachos y gorrones.

    •    Dinero, no traigo, vieja, luego te doy, cuando salimos de la mina ya no encontramos al pagador. Mientras, ve por un pollito rostizado y un pomo, para seguirle la tos al gato porque estamos picados.

    •    Te dijo que no tengo dinero, pinche burro. Pancha me prestó 50 pesos, que le tengo que devolver hoy, así es que dámelos.

    •     Pídele otros 50 y se los pagas mañana con intereses.

    •     Cómo te haré entender, hijo de la chingada, que no tengo dinero porque tú no me has dado el gasto de toda la semana.

    •    Trae unos bisteces, no me hagas quedar mal con mis amigos, porque si me fallas, ahora que te necesito, te voy apuntar en la lista negra y cuando me muera te voy a desheredar.

    •    Con una chingada, te digo que no tengo dinero, lo que debes hacer es mandar a tus amigos a volar y vete a conseguir dinero porque le debo a Pancha y quedé de dárselos al rato.

“El Chilín” la dejó con la palabra en la boca, hablando como loca, y se fue a reunir con sus amigotes, que empinaban el codo, tomándose el vino como si estuvieran en concurso. La señora, al verlos que estaban muy contentos bailando y echando albures, se calentó; estaba al borde de darle un ataque de nervios, de momento se puso negra, como de la Habana, agarró un palo y como si estuviera quebrando la piñata, se les fue encima a los cuatro.
    •    Lárguense de aquí, sáquense a chingar a su madre, ya me cayeron gordo.   

Se soltó a llorar, histérica, aventando palos a diestra y siniestra; por más que se tapaban la cabeza, los llegó a desmadrar y descalabró a dos, dejando tirados a los otros. Sus hijos lloraron, pensando en que estaba loca; los vecinos llamaron a la policía y se la llevaron al bote, mientras que al “Chilín” y a sus compañeros los condujeron al hospital.