Un Infierno Bonito

DOÑA MANUELA

Era medio día, hacía mucho calor, cuando los vecinos del barrio de  
“La Palma” escucharon varios gritos de angustia.



    •    ¡Escondan a sus perros¡ ¡ahí vienen!

    •    ¿Quiénes vienen?

    •    Los perreros escondan a sus perros, a muchos ya los tienen en la camioneta.

Los perreros con un palo largo, un lazo y en la punta una gasa lazaban del pescuezo al perro, lo cargaban y le echaban en la jaula de una camioneta, los aventaban haciéndolos caer encimados, se escuchaban ladridos, chillidos de los animales.

Se encontraban algunos con la cola para arriba, porque ya no cabían, sacando la nariz por la tela de alambre.
Parado de manos en el grueso alambrado, ladraba desesperado  el “Capitán”, un perro grandote color negro, era de doña Manuela. Y como los perreros los trataban mal, sus dueños les reclamaban:
    •    ¡No sea bruto! va ahorcar a mi perro.

Los perreros sin hacer caso correteaban a sus hermanos, para que no se les escaparan.
Una señora miró a los perros y dijo:
    •    ¡En la madre! si ahí tienen al “Capitán”, es el perro de doña Manuela. Voy a ir avisarle.

La señora Manuela era una mujer gorda, alta, muy fornida, de carácter muy fuerte, ese día se encontraba afuera de su casa, peinando a su nieta, cuando le llegó el chisme.
    •    Manuelita ¡Ya se llevan a su perro!

    •    ¿Quiénes?

    •    Unos güeyes, que dicen ser de la Presidencia Municipal y que andan echando redadas de los perros callejeros, para llevarlos a la perrera y ahí darles cran.

Doña Manuela dejó de peinar a su nieta e hizo una mueca de disgusto.
    •    ¿Dónde están esos jicotillos, qué se llevan a mi “Capitán”? La señora se dirigió al perrero.

    •    Allá abajo en el barrio.

La señora Manuela, furiosa, bajo seguida, con un grupo de vecinas, que parecía que iban a una peregrinación. Sabían que cuando se enojaba iba directa a repartir madrazos, además estaban seguras que si dejaban libre al “Capitán” también sus perros saldrían.
    •    ¡Oiga señor deje libre a mi perro!

    •    No se va a poder señora, con este calor los perros callejeros tienen rabia, por eso tenemos orden de la Presidencia de llevarnos a cuanto perro encontremos.

    •    ¡A mi me vale madre que los demás perros tengan rabia y los de la presidencia, le digo por las buenas que suelte a mi perro!

    •    ¡Y yo le digo que no!

    •    ¡Mi perro esta vacunado tiene todas las vacunas, hasta la de la influenza, tiene buena alimentación, si lo encontró en las calle, es porque anda buscando a una perra para formar pareja!

    •    Mire señora ya discutimos lo que teníamos que hacer, mañana se presenta al antirrábico, le muestra al encargado sus papeles de que ya esta vacunado paga una pequeña multa y se lo dan.

Doña manuela no le quitaba la vista al perrero, que muy burlón masticaba su chicle, varias personas rodearon la camioneta y comenzaban a gritar.
    •    ¡Dejen salir a nuestros perros!

Al ver que las señoras y señores se juntaban haciendo rueda a la perrera dejaron de juntar perros, y les dieron una explicación a la gente.
    •    Ustedes como padres de familia deben de proteger a sus hijos, y comprendan que nosotros solo cumplimos órdenes de los jefes de la Presidencia Municipal.

Las personas daban de empujones a los perreros y trataban de abrir el candado para que se salieran los perros. Los perreros sintieron miedo de que los madrearan y hablaron con más calma.
Se dirigieron con Manuelita, que era la que llevaba la batuta, y solo esperaban una seña para sacar a sus perros.
    •    Mire señora esta es mi credencial que me acredita como autoridad municipal, por lo tanto puedo llevarme a todos los perros callejeros.

Doña Manuela le arrebató su credencial, la hizo pedazos. Y se la aventó en la cara.
    •    Mire lo que hago con su pinche credencial, le doy un minuto para que deje salir a los perros o de lo contrario van a salir volando todos los perreros.

Ya más calmados los tres perreros hablaron amablemente con la señora Manuela.
    •    Nosotros protegemos la salud a ustedes y a sus hijos, por eso nos llevamos a los perros que andan en la calle.

    •    ¡Mire ese perro esta roñoso!

    •    Roñosa ha de estar su madre.

    •    ¡Qué pasó señora! Más respeto con la autoridad.

    •    ¡Cómo asegura, que mi perro  el “Capitán” está roñoso, si lo baño seguido con el jabon del perro consentido, y está más limpio que usted!

La señora le dio un aventón al perrero, lo tumbó, cayó parando las patas.
Se levantó sacudiéndose la tierra y le dijo:
    •    ¡Ahora se ha metido en una bronca que hasta el bote va ir a dar, y olvídese de su mugroso perro porque no lo vamos a dejar salir!

La señora Manuela, muy enojada le dio un derechazo a cada uno de los perreros y los tumbo, les mentó la madre, y les dio de patadas, luego se escuchó cuando rompieron el parabrisa de la camioneta donde llevaban a los perros.
    •    ¡Se les terminó el tiempo cabrones, yo les estaba hablando por la buena, pero como no entendieron ahora lo van a entender a huevo, abran la reja!

Don Pancho el zapatero, con una barreta rompió el candado todos los perros (más de 20), corrieron a sus casas, a otros los llevaron cargando sus dueños. La señora Manuela cargó a su perro.
    •    Pobrecito de mi “Capitán”, estas espantado, el corazón te late a madre, pero no te preocupes ya eres libre, vamos para la casa.

Poco después llegó una ambulancia y varias patrullas de policías a ver que pez. Se llevaron a los perreros al hospital y no faltó un soplón que dijo que doña Manuela era quien dirigía al grupo de mujeres y hombres que iban por sus animales.
Los policías subieron por el callejón directos a la casa de doña Manuela, para llevársela al tambo, por que había madreado a los perreros, y había dejado salir a los perros que estaban presos y ya iban directos a la muerte.
Llegaron los uniformados y tocaron en la casa de doña Manuela, y el sargento le dijo:
    •    Nos tiene que acompañar señora, se le acusa por daños al vehículo de la Presidencia y golpear a tres trabajadores que están en el hospital. 

    •    ¡Calmantes montes mi jefe, yo claramente como ciudadana les pedí, calma y paz, pero estos se pusieron al brinco y muy groseros necios y sin entendimiento a las palabras de una dama!

    •    ¿Quién es la dama?

    •    Yo mera, ¿Y ahora ustedes que les picó?, ¿Por qué se meten a casas ajenas?, ¿A ver la orden qué dice que estoy detenida? y si aquellos cabrones, están en el hospital bien merecido lo tienen, porque los perros cuidan nuestras casas de los rateros mejor que ustedes, y yo les pido que mejor toquen retirada, porque les va a pasar lo mismo.

El policía trató de jalar del brazo a la señora, cuando el “Capitán” se le aventó mordiendo sus nalgas.
    •    ¡Ayy!

    •    Echátelos “Capitán”.

Los policías se retiraron casi corriendo, porque el perro iba atrás, aventando mordidas, pasaron los días, y la señora Manuela tuvo una visita de un señor de traje, que representaba al Poder Judicial.
    •    Buenas tardes señora, le traemos un oficio para que mañana se presente a las nueve de la mañana a los juzgados.

    •    ¿Qué tengo que hacer allá?

    •    Es una orden para que comparezca ante el Juez, y lleguen a una arreglo de como va a pagar los daños causados de la camioneta del antirrábico, y las curaciones de tres trabajadores. Y aparte las curaciones en un glúteo de un policía, se le rompió su uniforme y también nos tenemos que llevar a su perro.

    •    ¡No me haga reír joven! usted y su juez me hacen los mandados y se comen los pilones.

    •    Yo solo vengo a dejar el oficio y es el primer aviso.

En eso se acercaron los vecinos.
    •    Este señor que viene muy nalga a dejarme un recado del Juez, para que me presente mañana a verlo, este cabrón no sabe que mi viejo es luchador rudo y que le puede rajar la madre por libidinoso, ¡Orale cabron sáquese de aquí!

Una de las vecinas le dio un aventón al mandadero que lo mandó hacia atrás, cayendo en el lodo, se levantó y la amenazó:
    •    ¡Mañana vienen los judiciales y se la van a llevar a huevo!

    •    ¡Ya le dije que a mi me la pelan!

Poco después llegó el “Chirimoya”, el esposo de doña Manuela
    •    Ya supe que tienes una bronca con la policía, y según me dijo el agente que encontré allá en la calle, limpiándose su tacuche, tienes que pagar los daños, pero el culpable es el perrito, y a ese te lo piden porque de seguro le van a dar en la madre.

    •    El perro me salvó de que me llevaran al bote, como me estaban jalando él me defendió, y le mordió la cola.  

    •    Lo que voy hacer es llevarme al perrito a la casa de mi jefa, allá no le van a faltar sus tres comidas y su postre. Porque me dijeron que todo fue por su culpa, allá los tecolotes te piden que lo lleves para darle en la madre. 

    •    ¡No te hagas pendejo Ernesto tu madre odia a los perros!, y hasta Santa Julia, va a estar muy lejos para que lo vaya a ver.

    •    ¡Chinga porque no entiendes Manuela!, si no lo llevamos para ellos es lo mismo, tenga rabia o no tenga de todos modos se lo van a echar, yo me encargo, cada ocho días le voy a dar a mi jefa una lana para que lo tenga bien alimentado y  dándole chuletas, bisteces, milanesas y lo vamos a traer en un mes, ya que haya pasado el problema, de lo demás no te bajes en decir, que eran más de 20 gentes y todas se aventaron, y voltearon el carro, preguntales que si ellos saben que fuiste tu. Yo ya contraté a unos amigos con sus viejas, y ellos van a decir delante del juez, que tu ya te habías venido cuando comenzó el desmadre, y te van a dejar libre.

El “Chirimoya” le puso un lazo en el pescuezo al “Capitán” y se lo llevó, jálandolo hasta donde vive su jefa. Pasaron los días, y Manuelita no salía de su casa, por temor a que se la llevaran al bote, pero un dia se decidio ir a buscar a su perro, porque lo quería más que a su marido y fue a la casa de su suegra.
La verda, la suegra obraba de buena fe, y lo tenía amarrado, pero el perro se la pasaba día y noche, ladre y ladre, y varios vecinos le fueron a reclamar porque no los dejaba dormir. Y amenazaron a la señora que lo iban a matar a pedradas, por eso lo dejó ir.
    •    No lo hubiera hecho suegra ¿Desde cuándo se fue?

    •    Ya tiene una semana, no te preocupes los perros tienen muy buen olfato y en unos días llegará a tu casa.

A la señora se le rodaron las lágrimas y entre sollozos le mentó la madre a su suegra, y llegó a su casa a desquitarse con su marido.

 





Related posts