Un Infierno Bonito

CHENCHO EL “VIROLO”
Un día salieron de trabajar de la mina, Chencho “El Virolo”, David “El Chocolate” y Juanito “El Chino”, se detuvieron en una tiendita que está afuera de la mina San Juan Pachuca, a tomarse un refresco, estaban sentados en la banqueta, de momento paso un perro detrás de ellos, levantó la pata y orinó al “Virolo”, se pararon rápido “El Virolo’’ enojado le aventó el envase de refresco al perro, pero le pegó a una señora que en esos momentos pasaba por el lugar.

-¡Ay pendejo baboso! Fíjese como avienta las cosas.
– Perdóneme señora, yo se la avente al perro.
Sin aguantar la risa sus compañeros del “Virolo” se carcajeaban burlándose de él.
    •    Pinche ‘‘Virolo’’ me cae que estás de malas, solamente te faltaba que te orine un perro.

En ese momento llegó un señor, con un machete en la mano y le aventó un tajas que si no se agacha le pasa lo que al perico.
    •    Cálmese señor, déjeme darle una explicación.

    •    La única explicación es que usted aventó la botella a lo pendejo y le abrió la espinilla a mi vieja.

    •    Dígale que me perdone, fue sin querer.

El señor hizo un movimiento como queriendo clavarles el cuchillo y los tres corrieron al mismo tiempo, llegaron al barrio del “Arbolito” y se despidieron.
    •    Ya ves pinche “Virolo’’, por tu culpa y por un pelito nos destripan, ahí nos vemos mañana, me saludas a tu jefa. 

“El Virolo’’ llegó a la vecindad donde vivía y encontró a su vieja trepada en una silla, arriba de una mesa estirándose tratando de conectar un alambre de luz en un poste que estaba a la entrada de la vecindad en donde todos tenían sus diablitos.
    •    Bájate de ahí vieja te vas a dar un malazo.

    •    Qué bueno que llegas, me salvó la campana para que arregles la luz, hice un corto al conectar la parrilla.

    •    Espérame tantito, voy al baño porque ya me gana, 

Poco después regresó “El Virolo”,  se subió a la mesa y a la silla.
    •    Agárrame la mesa porque se mueve mucho.

“El Virolo” se equilibraba para enganchar el cable de luz, al estirarse no se pudo controlar, le gano el cuerpo y se fue al suelo, al caer se agarró de los cables, que al juntarse hicieron un fuerte cortocircuito en toda la vecindad. Por lo que el “Virolo” recibió una fuerte descarga eléctrica que le quemó las manos.
La señora le ayudo a levantarse, los vecinos salieron de sus casas porque no había luz, y al enterarse de que “El Virolo’’ fue el culpable se enojaron con él a punto de darle en la madre.
    •    Ya te fijaste lo que hiciste guey, nos dejaste a oscuras.

El enojo de los vecinos era porque faltaban unas horas para que llegara a vecindad la peregrinación de la Virgen de Guadalupe, que cada año era recibida en la vecindad con una fiesta.
Todos se pusieron a arreglar los cables y se ayudaban unos a otros. No faltó quienes le mentaron la madre al “Virolo”, quien los miraba sin decir nada mientras se soplaba las manos.
Se metió a su casa, a esperar a su señora que se había quedado a platicar con su comadre, como a la hora regreso. Y le dijo.
    •    Mira nada más que bonito te ves sentado mientras que los vecinos están en chinga arreglando tus pendejadas. Están hablando de ti, por eso me vine.

    •    Chinguen a su madre, dame de comer.

    •    ¿En qué te caliento? No tenemos luz, ni petróleo, ni carbón, no hay quien vaya por ellos, los pinches escuincles aun no llegan de la escuela y no les veo la cola hasta la tarde, por eso conecte la parrilla y “bolas” que hace un corto, échate una carrera al centro a comprar un rollo de cable de luz, y dejamos a los vecinos que ellos los pongan.

    •    Ya no estés chingando ve a la tienda compras unos bolillos y me los rellenas de frijoles.

    •    No sé si te haces pendejo o así eres, te estoy diciendo que no tenemos en que calentar. Ándale llévate el garrafón y traes petróleo por las moscas.

    •    No voy.

    •    Es mejor que vayas porque de lo contrario nos vamos a quedar a oscuras y vas a tener dos trabajos, ir por cable y arreglar la luz.

Mucho le estaba exigiendo la señora que el ‘‘Virolo’’ agarro el garrafón y salió que echaba chispas de la vecindad, en el callejón pisó una piedra suelta y se cayó torciéndose el pie. Se quedó sentado haciendo gestos de dolor, hizo varios intentos pero no logró pararse, ahí estuvo por mucho tiempo hasta que pasó por ahí su compadre el Remache.
    •    ¡Qué haces ahí compadre¡

    •    No me pudo parar, te pido un favor ve a mi casa y le dices a mi vieja que te ayude a levantarme.

Poco después llegó corriendo la vieja del “Virolo” que se llamaba Mariana. Al verlo que no se podía parar lo regañó.
    •     ¡Ves viejo! Dios te castigó por no hacer las cosas como se te ordenan, bien dice el dicho “El que se ha de castigar con una pata ha de comenzar”.

    •    Ya cállate el hocico y ayuda a mi compadre a levantarme.

Entre los dos lo levantaron lo cargaron y se lo llevaron para su casa.
    •    Voy por unas tijeras para cortarle el zapato, tu pata no te va a salir ya se hizo como elefante ¿sabe curar huesos compadre? el que sabe muy bien es don Trini, pero se fue con mi jefa de vacaciones.

    •    Ah que mi comadrita grande ella si la ha gozado, con don Trini. Pero no creo que sea difícil de meter un hueso en su lugar, tráigame tantito alcohol comadrita si es que tiene.

    •    Eso si esta cabron, porque el alcohol que tenemos se lo chingan entre mi jefa y mi padrastro. Pero se lo voy a conseguir.

Llegó el Remache, le untaron el alcohol y le movían la pata al pobre “Virolo” que daba de gritos, parece que estaba pariendo.
De pronto el Remache le jalo el pie al “Virolo’’ bruscamente, que estuvo a punto de desmayarse por el dolor, las gotas de sudor le escurrían por todas partes y “El Virolo” comenzó a llorar como niño chiquito.
    •    A ver compadre trate de poner el pie en el suelo.

“El Virolo’’ se levantó apoyándose en su señora, y al hacerlo soltó un fuerte grito, que los dos cayeron al suelo.
    •    ¡Ayyyyy!

    •    Aguantate te falta poquito, tráigame una cebolla caliente comadrita.

Le contestó muy enojada.
    •    Otra vez les digo que no tenemos luz.

Al ver que no podía el Remache, les dijo que luego regresaba a ayudarles y ya no regreso.
    •    Ya me voy compadritos es que soy el encargado de la peregrinación de la llegada de la Virgen. No te preocupes compadrito yo ahorita te pongo la luz. Tengo un pedazo de cable.

Ese día todo se le había juntado al “Virolo” la meada del perro, la quemada de las manos, la torcedura del pie, el hambre, el coraje y el dolor, horas después de que se lo habían llevado a su casa escucharon gritos de alegría y cohetes.
    •    ¡Ya llegó la Virgen!

Todos los de la vecindad le hicieron valla para recibirla, Mariana la mujer del “Virolo” entró corriendo a su casa para despertarlo.
    •    Viejo, viejo, ya llegó la virgen.

    •    No me puedo parar para ir a verla, pídele que me alivie.

    •    Eso tienes que hacerlo personalmente, voy por una chancla de mi papá que calza del 30 para que te quepa la pata.

La señora regresó y le metió el zapato a la fuerza, le quitó el palo a la escoba y se lo dio de bastón, además le puso una cachucha y una bufanda.
    •    Orale viejo vámonos.

    •    Mejor te espero, me duele mucho mi pata.

    •    Debes de aguantar, los vecinos me están preguntando por ti, vamos sirve que hacen las paces por las pendejadas que les hiciste al dejarlos en tinieblas. Y déjame decirte que las cubas están a toda madre, yo ya me avente tres.

‘‘El Virolo’’ salió caminando como el baile de los viejitos, a veces brincaba con un solo pie.
    •    Pídele a la Virgencita que te alivie de tu pata, que te retire toda la sal que tienes y que te eche la mano para que se te quite lo pendejo.

“El Virolo’’ se hincó y rezo un buen rato, después fue su compadre el Remache y otros señores para ayudarlo a levantarse, se lo llevaron con la palomilla hasta donde estaban tomando, uno de los vecinos que estaba echando los cohetones de los que suben y truenan, pero uno se zurro no subió y se fue a donde estaba “El Virolo”, el cohete se le clavó en el estómago, le explotó y lo mató, eso hizo un momento de silencio en donde se escuchaban los gritos de doña Mariana.
    •    Chencho, Chencho, háblame por favor llamen a una ambulancia.

Nada se pudo hacer, la fiesta de la Virgen se convirtió en velorio.

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