YA LLEGUÉ DE DONDE ANDABA
Pero por un pelito no lo logro, la enfermedad me tenía en cuerdas pero me salvó la campana, como todos saben la calaca andaba tras mis huesos y no me dejaba en paz, eso me dio “mello” por más que le hacía la lucha buscando ayuda, el Seguro Social me cerraba las puertas haciéndola de tos, como les platique primero, perdieron el expediente y luego que no tenían para comprar lo que se necesitaba en la operación, total que me la querían hacer de tos, porque nadie se atrevía abrirme, era tanta mi desesperación que pensé buscar al hombre “Araña”.
No me querían operar, me cambiaban las fechas y me contaban cuentos chinos. El director de este diario junto con sus carnales me ayudaron en todas las formas, también mis amigos y compañeros me decían “échale”, no hablaba mal del Seguro Social, no por miedo si no que le echaba lumbre al diablo.
Llegó el momento y me avente como el Borras, exigiendo, ya no pidiendo, porque se me estaba haciendo bolas el engrudo, de 60 kilos llegue a pesar 48, se me contaban todos los huesos, en una parte era bueno así me di cuenta que no me faltaba ninguno, hasta que me jugué la última carta, y fui de rajón con los directores del Seguro Social de México a poner una queja, súper chingonometrica, porque la Delegación en Pachuca desde la más grande a la más chiquita me daban atole con el dedo.
Hasta que me cayó el 20 y hable con uno de mis jefes, con Martin Peralta, solicitándole que me diera chance de mandarles una nota de mi columna “Un Infierno Bonito”, a toda la opinión pública o quiero decirles a todos mis lectores, para ver que gestos hacían, no había hecho porque él me dijo cuando le conté mi enfermedad que no se las repito porque se me enchina el cuero.
Como él me dijo que descansara, no entendí si en paz o por unos días, recibí ayuda de gran jefe Javier Peralta y de toda la administración que me cayó como anillo al dedo y desde ese momento comencé a alimentarme con la famosa leche “ENSURE”, remedio que dio como remedio mi compañera Karla y me dijo que con eso me iba a poner como Popeye, me aventaba tres por día.
Me comencé a sentir con fuerzas, porque iba a mi programa de radio arrastrando las patas. Algunos metieron su cuchara diciendo que los culpables eran los del Seguro que no me operaraban.
Los días se me hacían eternos, por las noches soñaba monstruos que me llevaban jalando de las greñas. Pero a fines de mes de septiembre llegaron altos mandos del Seguro Social de la Ciudad de México, se guardaron las excusas de que no había pretextos, ordenando que se me tenía que sacar en un día todo lo que se había perdido con el expediente.
Los médicos que encabezan al instituto se pusieron en acción y se aprobó que el lunes 3 de este mes, se me internara y el martes 4 debía estar operado.
Así poco a poco me fueron resucitando, me abrieron para sacarme todo el menudo y el viernes me dijo el doctor “levántate y anda”.
La verdad estoy todo adolorido, como si la pandilla de los calcetines me hubiera dado una madriza, pero poco a poco con la ayuda de mi familia, y lo primero que hizo fue avisarle a mi jefe de trabajo que me volvieron ayudar como al principio, y agradezco a todos los que oraron para mi salud, recibí en el radio llamas de toda la República Mexicana.
Ya estando medio repuesto les mando a todos mis lectores un saludo y esta nota es la primera de mi segunda vida, algunos me dijeron que cuando yo tenía la muerte encima, que le echara ganas, porque si salí vivo de la mina, así tenía que salir del hospital, que por eso tenía siete vidas.
Pero no se crean, con esta que pase ya nada me quedan seis, le agradezco a uno de mis hijos Mario Félix Castillo, que estaba al pie del cañón, que no se separó de ni un solo momento, a mi hija Roció, a mi señora que no dejaba de llorar, echándole la culpa a la llorona.
Lo que más me gustó de lo que les cuento, es que estuve en el cuarto piso, en la cama 301 y desde ahí miraba la atención que les daban a todos, no nada más a mí.
Lo que sí también me enteré es que en el Seguro Social de la Clínica 1 iban y estaban cambiando al personal de enfermeras, jubilándolas o metiendo a pura enfermera universitaria, a lo mejor les da resultado porque son jovencitas, y a las que están ya se les cargaron los años.
Dicen que dando un madrazo bien puesto, viene el otro, y es el momento de no cantar victoria, porque mi operación tuvo éxito, me sacaron medio intestino, pero se quedó en algunas partes el famoso cáncer. No pudieron sacarlo y solo escuche decir al cirujano engarrótese ahí.
Pero eso ya pasó, lo que quiero es estar ya escribiendo de lo que ha sido de parte de mi vida, pero les juro que cuando me quiten los puntos, que son bastantes, estaré con ustedes, pero al menos escúchenme en Radio Plaza Juárez, porque sé que llegará a la cabeza de todas las emisoras, nada le hace que hable parado, porque no me puedo sentar, por lo hinchado me quedo cola de pato.
Un saludo a los directores, a la administración, a mis compañeros, a todos mis lectores y radioescuchas.