Un Infierno Bonito

EL GATO SECO SE VA

El Gato Seco se va, pero no del periódico Plaza Juárez, ni mucho menos de indocumentado, porque como estoy no podría brincar el muro, se va de este cochino mundo por el motivo que los méndigos,  doctores y del personal del Seguro Social de la clínica uno, no pueden aliviarlo de una enfermedad de pelos, que tan sólo al escucharla, les suda la rabadilla, tiene cáncer de colon.

Los médicos y la administración se la están haciendo de tos, que lo operan, que no lo operan y tienen miedo de que en la operación estire la pata. Y que sus cuates les vayan a dar en la madre.
Cuentan las malas lenguas, que le quedan muy pocos días, y él dice que tiene miedo de morirse, porque es seguro que se vaya al infierno y ahí los diablos lo esperen para darle caballo por mamón.
Para entretenerlo le salieron con la mamada de que se había extraviado su expediente, y se tardaron meses en buscarlo por cielo mar y tierra, sin encontrarlo.
El Gato Seco, les ayudó a buscarlo, les preguntaba a médicos, enfermeras, jefas y hasta los policías bancarios, sin encontrar respuesta. Andaba como loco en los sanitarios, como no hay papel sanitario, pensó que a lo mejor habían ocupado las expediente. El tiempo pasaba y comenzó a enflacar por la enfermedad, de 59 kilos había llegado a los 48.
El pobre caminaba en todo el Seguro sin rumbo fijo, mirando al suelo, con los brazos caídos, como si le pesaran las nalgas, pasaban los días, hasta que por fin se dieron cuenta que uno de los médicos se lo había llevado al tercer piso. Cuando le avisaron al Gato le dio mucho gusto y le fue a la iglesia para rezarle a San Martín de Porres, que de milagro no lo había barrido.
Pasaron más días y le dieron una noticia, que por un pelito cae noqueado, que el expediente ya estaba, pero lo canijo era que el Seguro Social, no tenía dinero para comprar el material para operarlo, le dijeron que se aguantara otros mesecitos, cosa que le cayó como mentada de madre y fue a ver qué es lo que pasaba, buscaba al director y le decían que no estaba, al subdirector y tampoco. Y todos se hicieron ojos de hormiga, enojado echando chispas por todos lados, acudió a la delegación en busca de la delegada, porque le habían dicho que con un tronar de dedos, todos bailaban como títeres. Le dijo: Vaya a la clínica y dígales que digo yo que consigan lo que se necesita para que lo operen, que vayan a una ferretería, a un tianguis o a los fierros viejos, pero lo tiene que operar de volada, es una orden.
Llegó barriéndose con la noticia en la boca, casi gritándola pero ni lo pelaban, estaba como había empezado, nadie obedeció la orden. Sus cuates le daban consejos que los demandara, porque lo miraban que estaba más seco que cuando era Gato Seco.
Compró una engrapadora y dos cajas de grapas, que según los matasanos, era lo que se necesitaban, pero le explicaron que no y lo sacaron a empujones. Para el Gato Seco se le había cerrado el mundo.
Hace unos días uno de los policías de Plaza Juárez, al verlo que estaba muy triste, quejándose y echando madres a todo el Seguro Social, desde los directores hasta los barrenderos, buscaron -por teléfono- alguna autoridad superior para que pusiera su queja, antes de que se muriera.
Les dio gusto cuando encontraron una dirección que era su salvación y decía: “Órgano Interno de Control del Instituto Mexicano del Seguro Social Federal de la Ciudad de México’’, que se encontraba en la avenida Insurgentes.
Llegando a su casa y partiendo leña, marcó a este número 018006232323, le contestó la voz dulce de alguna secretaria: “Bueno está usted hablando a la oficina federal” -Si señorita.
– Cuál es su nombre.
– Soy el Gato Seco y hablo para que le baje los humos a todos los monos del Seguro Social número uno de Pachuca, porque se están haciendo payasos y no me quieren operar de una enfermedad que es muy peligrosa “cáncer de colon”.
– “Deme todos sus datos, su nombre, el número de carnet, de consultorio, domicilio, colonia, en fin todo, no se preocupe ya tomé nota y lo operarán muy pronto’’.
Pero todo fue llamarada de petate, porque hasta la fecha el Gato Seco sigue peor.
Un día cuando le preguntaba a una trabajadora social, cuándo lo iban a operar, de momento en la calle se escuchó un gran escándalo, parece, que había llegado López Obrador y le hacían sus fiestas, pero me equivoqué porque después escuché un canto en coro.
“Dónde estás, dónde estás Yolanda,” así se llama la presidenta municipal, y el escándalo con el canto lo hacían los vendedores ambulantes, a quienes estaban quitando a madrazos, a todos los vendedores de pan, tortas, gorditas y otras chácharas alrededor de la entrada y salida del Seguro Social, a puro patín y madrazo, hombres mujeres niños y niñas los correteaban.
El que iba al frente del mitin era un tipo que no le tiene miedo ni al diablo, le dicen el Perro y está protegido por la santísima muerte.
El Gato Seco no se movió de su lugar porque pensó que podían entrar los revoltosos y madrear a sus futuros operadores. Pero después llegaron los soldados y la marina, a culatazos con sus rifles corretearon a los escandalosos. Cuando salía a la calle, a todo el que encontraba conocido le decía que lo iban a operar, y de una vez aprovechaba para despedirse de ellos por si moría, porque los médicos dijeron que en siete días lo operaban y los güeyes llevaban siete meses sin hacerlo.
Siguieron pasando los días y se le hacían eternos hasta que le tocó que su corazón brincara como chapulín, cuando hablaron a su casa y le dijeron que se presentará a las 11 de la mañana del día lunes 17 del presente mes.
Eran las 10 de la mañana y ya estaba como soldado esperando que le informaran a qué hora lo iban a operar, y cuando eran las 12 de la tarde, al fin encontró al indicado para que le dijera lo que en mucho tiempo esperaba.
– “Todavía no lo van a operar, porque no hemos encontrado lo que buscamos para su operación, ya lo veo muy acabado, pero esperemos que en este mes ya esté operado y así de panzón como Maradona, salió muy triste del Seguro Social y al pasar la calle por un pelito se lo llevan de corbata, un coche pasó rasurándole la cola.

Todos estos días no he podido escribir en este su periódico  Plaza Juárez. Agradezco a mis jefes, Javier, a don Adalberto y Martín, así como a los integrantes de administración: Alejandra, Matilde, al jefe de Redacción y todos mis compañeros de trabajo que me han apoyado en una enfermedad tan peligrosa como es el cáncer; de varios amigos y familiares me he despedido, pero como dicen todos, no te preocupes Gato te ayudará “El Señor de los Cielos”, perdón, el Rey de los Cielos que solo hay uno.
Es muy triste señalar al Seguro Social, pero mejor nos hubiéramos ido al el Seguro Popular, que está mejor. Tengo que decirles que todo se me está poniendo color de hormiga, cada día bajo de peso y pronto ocuparé una plancha (para darme una desarrugadita), pero por lo mientras espero que  me llaman para que me operen, y seguir escribiendo para ustedes.
Otra cosa que se me pasaba; que todas las gentes que acuden al Seguro están iguanas ranas, se portan con ellos regañándolos y ya no quieren mandar enfermos a México, dizque porque es una orden.
Preguntan los enfermos por el director u otro chango de gran valor para ellos y dicen que ellos no dan consulta, están para dirigir; la semana pasada estaba en terapia intensiva un señor que tiene mi mismo mal y no le hicieron nada para que mejore, lo que voy hacer ya que gasté todos mis recursos y no logré nada, es levantar un acta en los Derechos Humanos y con el Procurador, advirtiendo que si me pasa algo, el Seguro Social tendrá la culpa y les voy a venir a jalar de las patas.
gatoseco98@yahoo.com.mx

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