Un Infierno Bonito

UN FUNCIONARIO LA QUIERE EMBRUJAR
Cecilia Amador Mendoza, de 33 años, con domicilio en Andador 330 de la colonia Adolfo López Mateos, de Tulancingo, fue a Enrique Olmedo, quien trabaja en la presidencia municipal, pues amenazó que la iba a embrujar por chiva, ya que se rajó en un bizne que ya tenían escrito y hablado.

Le contó al MP muy preocupada, sacando los ojos y parando la trompa, temblando de miedo, que hasta puso nervioso al representante social, que hace unos meses hizo con el acusado un contrato de compraventa de un terreno de su propiedad, valorado en 90 mil pesos, dándole un enganche de 30 mil pesos, quedando de bigote a bigote, que en un mes pagaba lo que restaba, pero al paso de los días, el individuo se ha hecho como el tío Lolo. Ya metió cosas al terreno pero no lo ha pagado.
Cecilia, muy enojada, fue a verlo para que le dijera qué pasaba con lo que faltaba del pago del terreno, y le contestó Enrique que lo espere un tiempo, que al fin que ya viene el año de Hidalgo, y antes de las elecciones le pagaba todo lo que le debe, y si quería, hasta le daba para sus chicles.
My molesta, a la agraviada se le pararon los pelos de espinazo, y como iba preparada, le aventó los 30 mil pesos y le dijo que ya no quería tener ningún trato con él.
Enrique se puso como el Hombre Verde. La agarró del pescuezo, queriendo darle un soplamocos. Como vio que pasaba gente, la soltó. La mujer le dijo que a ella se la pela, y que no trate de tocarle un pelo, porque hasta ese día pinta su calavera.
Enrique le mentó la madre, y le dijo que por hojaldra, de que se había echado para atrás, la iba a embrujar y a huevo le iba a quitar todo el terreno, no nada más los 90 metros.
La quejosa, indignada, le manifestó que no le tenía miedo, que si era muy machito que se le aventara, poniéndose en guardia.
Eso fue el viernes pasado; pero el sábado la pasó muy mal, no durmió en toda la noche. Tenía los ojos sumidos como calaca, se le había ido el apetito y de momento, le creció la cola y se le enflacaron las piernas, quedando el puro hueso.
Doña Cecilia fue a ver a su comadre Chepa, y le contó todo lo que le había pasado. Ella le contestó  que tuviera mucho cuidado con Enrique, pues su jefa era una bruja graduada en Catemaco, Veracruz, y se cuenta en todas partes, que Enrique y sus familiares tienen pacto con el diablo, que una vez su señora lo iba a demandar y la convirtió en burra, y ahora la pobre anda rebuznado por los rincones de su casa.
Las palabras de su comadre pusieron a Cecilia al límite de su resistencia, y todavía más, cuando regresó a su casa y encontró en el marco de la puerta mucha sal tirada en el piso, y ramos de pirú con claveles rojos, una prenda de vestir de mujer de tela roja, y había varias muñecas de trapo abiertas de la panza, con las tripas de fuera.
Pero lo que más le preocupó fue ver su fotografía clavada con alfileres en la cholla, así como varios huevos podridos que escurrían de su puerta. Le dijo a la autoridad que ella está bailando en al cuerda floja, pues tiene 33 años de edad y en unos días, con las cosas que están sucediendo, parece que tiene 80. Camina como Chencha, con los brazos caídos, como si le pesaran la nalgas.
Le dijo el MP que esto no lo podía poner en la averiguación, que necesitaba más pruebas seguras y verdaderas, porque como se está poniendo el procurador, lo puede cambiar a Huejutla.
Cecilia no quitaba el dedo del renglón, y siguió insistiendo, jurando por Diosito lindo, que ella había visto con esos ojos que se van a comer los gusanos, que el tal Enrique fue a la medianoche a su casa, acompañado de una mujer que vestía toda de negro, quien se encarga de aventar las cochinadas, y cuando lo hace se carcajea, de tal forma que espanta a los perros, que no dejan de ladrar y algunos aúllan, y como si fuera truco, se suelta un aironazo que pone la carne de gallina.
Dijo que al día siguiente fue a la medianoche, escuchó un coche y se asomó por la rendija sin quitar la vista, y vio que la mujer mataba a una gallina negra y toda desmadrada, se la aventó a la puerta; luego, pétalos de claveles rojos, y se escuchó un chillido como de gato cuando los capan, que con el miedo le ganó en los calzones.
Después de que se fueron, ella se llenó de valor y como Enrique vive a una cuadra de su casa, levantó todo lo que le habían echado, fue y le tocó, y cuando él abrió, ella se las aventó y corrió como liebre.
Llegó a su casa, atrancó la puerta y las ventanas, las cerró como la puerta negra, y con una botella echó agua bendita por todos los rincones.
Siguió diciendo que ella tiene mucho miedo de que le pase algo, le hagan daño oculto, donde no puedan culpar a nadie de su muerte. Por eso pide que al funcionario municipal lo metan al bote, y que le diga al procurador que haga una cacería de brujas ahorita que están las elecciones.

UNA LUCHA A CALZÓN QUITADO EN PLAZA Q
Dos parejas de payasos fueron los protagonistas de un desmadre, que espantaron a la policía, que no podía controlarlos, pues les tenían miedo porque estaban muy bravos, y le sacaban que de una mordida les arrancaran una pata.
Todo pasó el pasado jueves, por la tarde. Dos vehículos: un Peugeot de modelo reciente, negro, con placas de circulación HLL-22-57 y una camioneta Chevrolet, Sport, color plata, placas de circulación HLX- 92-25, se encontraron a la salida del estacionamiento, apenitas se rozaron las unidades, que se quitaron el polvo.
En el coche iban dos enamorados y en la camioneta una familia. Se dijeron hasta el huevo quién lo puso, mentándose toda la madre, y se retaron a madrazos.  
Comenzó a juntarse la gente, que no le gusta el chisme, y comenzaron las apuestas. Los protagonistas se dieron de empujones, jaloneos, golpes, y como todo estaba calientito, el novio se daba en la madre con el otro señor, y la novia con la vieja.
La gente se acomodó entre los coches del estacionamiento para ver mejor la pelea, en lugar de separarlos, aunque algunos les tapaban las orejas a los niños, porque decían una mentados de arriero.
Llegaron a echar a perder la fiesta los uniformados, que entraban como los gorras, y también los traían bailando entre las bolas de los peleoneros, que no les paraba el pico de decir groserías. Había casa llena de gente, porque la noticia se corrió como reguero de pólvora, que se estaban dando un callo y hasta el gerente, encargados y las cajeras de la casa comercial fueron de babosos, como si nunca hubieran visto un pleito callejero.
Cuando ya los policías municipales de Mineral de la Reforma tenían todo bajo control, de momento dio en mulazo la novia, que perece que le dio un infarto, perdón un desmayo, y por supuesto el novio comenzó a aventar madrazos a lo loco, y de nuez sea armó el escándalo.
Los uniformados comenzaron a amenazar con la ley de la macana, y fue cuando se calmó el asunto. Lo que pasó fue que el conductor de la camioneta, al salir le dio un rasponcito al Peugeot, y eso fue la gota que derramó el vaso.
Todo estaba parejo. El joven del coche compacto se le aventó al de la camioneta, pero no le dio el kilo. Le estaba dando hasta por debajo de la lengua. Fue cuando la novia entró a echarle la mano a su amor, y jaló de las greñas al de la camioneta.
Pero en eso la otra señora entró en acción, parándola en seco con un derecho en el hocico, que cayó noqueada. No dijeron cómo se llamaban, porque cada quien se subió en su coche y se fueron, dejando a la policía haciendo dibujitos, a ver quién había tenido la culpa.

DENUNCIAN A LOS POLICÍAS PEGALONES
Ahora fue en el municipio de Actopan. Un jovenazo los acusa que se lo llevaron y estando en la barandilla, dentro de la galera le dieron una pela de perro bailarín.
Los municipales se pasaron de lanzas, dándole en la madre a José Juan Pérez García, que fue golpeado dentro de los separos. Según se dice en la averiguación previa, que José, de 30 años, muy contento fue a ver a su pareja en su domicilio.
Por razones personales, habían peleado, hubo jalones y se sacaron sus trapitos al sol, se mentaron toda la madre y cuando la bronca se estaba poniendo color de hormiga, los hermanos de su mujer llamaron a los uniformados, que llegaron con su carabina en brazos, buscando al broncudo, que ya se les había escondido, pero lograron agarrarlo en la colonia Aviación, llevándoselo a punta de macanazos, para que se enseñara a respetar a las damitas.
Cuando llegaron a la barandilla, sin previo aviso, fue metido a jalones a la galera. El detenido les dijo que lo dejaran hacer una llamada, porque es el derecho de los que se llevaban al bote, pero le dijeron que no había teléfono.
Les dijo de cosas, que les caló hasta el fondo de su alma a los uniformados, y lo dejaron hablando como loco. El arrestado comenzó a gritar, agarrándose de las barrotes: “Déjeme salir, yo no he cometido ningún delito”. Los demás que estaban encerrados, le gritaban que se callara el hocico.
De momento entraron cuatro gendarmes tapados de la cara con pasamontañas, y le dijeron que se callara, que ya le habían arreglado para que hiciera su llamada.
Le abrieron las reja y cuando trató de salir, le pegaron de macanazos y le quebraron en la joroba un palo de escoba, y cuando cayó desmayado, lo jalaron de las patas y lo metieron, dejándolo recargado en un rincón. Cuando despertó, le dijo a uno de los policías que pasó por el lugar, que se sentía muy mal.
Llamó al comandante de guardia, y cuando lo vieron todo desmadrado, lo dejaron libre, no sin antes firmar un papel donde él decía que estaba súper briago, y que él solito se pegó contra las paredes de la bartolina. Ya no protestó, con tal de salir, firmó hasta un cheque en blanco.
Salió caminando como Chencha, recargado en la pared, y se dirigió al Hospital Regional de Actopan, donde le indicaron que estaba reventado por dentro: tenía inflamado el hígado, se le iba a caer el cuajo, se le había roto el vaso, y la molleja le funcionaba muy lenta; que tenía que poner su demanda ante las autoridades, ante de que se les muriera.
El médico que lo revisó en el hospital, llamó al Ministerio Público para tomara cartas en el asunto, y le dio un certificado médico donde se asentaba que tenía un esguince en las vértebras cervicales, desviación de la nariz, lesiones en la cholla, y se le estaba saliendo el ojo derecho; y que debía de usar un collarín por lo menos tres e meses, ante de que se le cayera la cabeza.
Dijo al Ministerio Público, que tuvo una dificultad con su vieja, pero no era para tanto, pero sus cuñados que lo mandaran al bote tienen amigos dentro de la corporación, que se lo recomendaron para que le dieran una calentadita, pero se pasaron de tueste. Pide a las autoridades que hagan una investigación y detengan a los que lo agredieron, porque eso no se vale.
Dijo que al primer macanazo que le dieron lo tiraron y le pegaron cuando estaba en el suelo y dentro de la ley, cometieron un delito, porque al caído no se le pega.
Pidió también que le paguen las curaciones y le compren el collarín, porque antes de que se lo llevaran al bote su mujer lo bolseó y le quitó lo de su quincena.
Cuando quiso regresar a su casa ya estaba dado de baja y no lo dejaron entrar. Estuvo tocando, llegó un licenciado y le dijo que tenía que presentarse a un tribunal para el divorcio.

UNA MUJER ECHÓ MAROMAS EN SU CAMIONETA
Una conductora que perdió la brújula en su moderna camioneta, se accidentó en la carretera Pachuca-Tulancingo.
El percance automovilístico se debió a que, de momento, se le atravesó un loco, pero no supieron qué fue de él, porque se dio a la fuga.
Al ver que daba marometas, Rita Hernández Cuevas, de 39 años, conductora de una camioneta Honda, matrícula HMA-3987 de Hidalgo, blanca, para no chocar, dio el volantanzo y como había grava suelta, ¡pácatelas! Se barrió su unidad.
Salió la camioneta como bala, pues en lugar de frenar aceleró, y voló afuera de la carretera, dio de maromas hasta quedar en posición del misionero, pero toda desmadrada.
A la conductora le ayudó mucho llevar puesto el cinturón de seguridad, si no se le hubieran caído los calzones, y también se le activaron las bolsas de aire.
El percance sucedió en miércoles pasado, frente el Motel Las Brisas, donde se presentaron los cuerpos de rescate de Tulancingo.
En la ambulancia fue trasladada al Hospital General con diversa lesiones y por el susto, llevaba parados los pelos y estaba como pambazo.
Los oficiales de la Policía Federal que se encargaron de realizar el peritaje, comentaron que la mujer les dio una declaración, que se le atravesó un chofer despistado, que iba a toda velocidad, en su carril.
Ella, por no darle en la madre, dio el volantazo y fue cuando salió haciendo piruetas. Por fortuna salió bien, mejor de lo que se esperaba, y sólo falta que resuelva su responsabilidad, porque hay testigos que dicen que no se le atravesó nadie, que ella  corría con todo el acelerador adentro.

LOS LADRONES YA NO LA RASPAN
Robaron su casa mientras estaban cuidando a su hijo intentado en el hospital. Como dice el dicho: “Mal principia la semana para el que ahorcan el lunes”.
Muy mal y de malas la pasó un matrimonio de la colonia Santa Matilde, porque mientras estaban cuidados a su hijo intentado en el hospital, les vaciaron su domicilio.
José Daniel Cabrera Peralta, de 42 años, denunció ante el agente del Ministerio Público adscrito al Hospital General de Pachuca, que el viernes pasado, en compañía de su esposa Sofía Pérez Barrón llevaron a su hijo Alejandro al hospital porque se sentía muy mal.
Debido a las condiciones de salud de su cachorro, fue necesaria su hospitalización, quedándose a cuidarlo hasta el domingo, porque le dijeron los médicos que su situación estaba del cocol.
La madrugada del lunes, al llegar a su casa, que se encuentra en privada 49 del fraccionamiento Santa Matilde, se dieron cuenta del robo.
Encontraron la reja abierta, así como la puerta principal, con las chapas forzadas; al entrar, por poco dan el mulazo, que hasta se pusieron más mal que su vástago.
Todas sus cosas estaban regadas y había desaparecido una pantalla de plasma LG, así como  otras cosas. No tocaron nada, y llamaron al 066 para que fueran echar un ojito. Les comentaron que fuera a que levantara el acta el Ministerio Público.
Los afectados cuantificaron el robo en 20 mil chuchos. Solicitaron a las autoridades que se investigue a fondo para encontrar a los ladrones y les den el la madre por cacomixtles, pues no es justo que ellos por ir a cuidar a su hijo, los hayan dejado sin ver a María desamparada.
gatoseco98@yahoo.com.mx

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