Un Infierno Bonito

LE DIO EN LA MADRE PORQUE LA SACÓ DE SUS CASILLAS
Una menor ya estaba hasta la madre de su casero; la insultaba, abusaba de ella sexualmente, la trataba con la punta del pie, hasta que, cansada de sufrir, decidió darle en la madre.

Con un martillo, le hizo la cabeza como calabaza, y después de esconder el arma con que se lo echó al plato, la envolvió en bolsas de plástico y la aventó a un lote baldío, pegándole a un borracho que estaba zurrando, que por poco lo tira hacia atrás. Cuando le dijo de cosas, se fue corriendo. No supo el hombre de dónde le había caído un martillo por el lomo.
La muchacha quería que la policía no encontrara huellas de lo que había pasado. Lo que ella quería era irse a Veracruz, al rinconcito donde hacen su nido las olas del mar.
Pero vamos a conocer a Zaira Hernández, de 17 años, quien fue detenida por los agentes de la Coordinación de investigación del grupo Pantera de Tepeji del Río. Según declaró, le encanta la manta fiada y darle vuelo a la hilacha.
Dijo que la vida nocturna es a toda dar, que su gusto era salirse cuando comenzaba a oscurecer y llegar en la mañana, cuando el sol estaba a medio cielo. Y como su padres se le ponían roñosos, los mandó a la goma y se independizó para vivir la vida como se le presentara.
Rentó un cuarto y salía a la calle a ver qué encontraba. Una vez conoció a Manuel León, de 61  años, quien le dijo que viviera en un cuarto dentro de la vecindad donde él era el dueño, y que le iba a cobrar barato.
Al pasar el tiempo se dio cuenta la mujer que con lo que ganaba no le alcanzaba ni para un plato de frijoles y mucho menos para pagar la renta. El viejo le propuso que el pago de la renta se lo hiciera con cuerpomatic. Cada que le dieran ganas la mandaba a llamar y quedaban a mano. Zaira no protestó para no irles a pedir chichi a sus padres.
Pero no contaba que el hombre le salió muy calenturiento y depravado, pues quería su taco diario, con posturas y toda la cosa. Hubo unas veces que el sátiro le pedía que lo hicieran de pollito tomando agua, o de chivito en el voladero, y cuando se negaba, la dejaba encerrada y no le daba de comer.
Pero después el viejo quiso sacar provecho y llevaba unos cuates para que se acostara con ellos, porque ya le había subido la renta, y a ella no le pagaban. Manuel buscó la forma en tenerla a su servicio como sexiservidora particular.
Al recibir una orden se tenía que encuerar. El 10 de mayo salió a caminar, a buscar nuevos horizontes, porque el casero ya la tenía hasta el gorro. No se le podía perder un momento porque la  andaba buscando, la llamaba por celular, que regresara porque ya le tocaba su medicina, y si no iba no la dejaba entrar a su casa nunca jamás.
Cuando le protestaba la muchacha de que no tenía ganas o le decía que le dolía la cabeza, le decía en forma de amenaza, que iba a cerrar su casa como la puerta negra, y no le iba a dejar sacar sus cosas, y en esa forma la obligaba a regresar lo más pronto posible.
Cuando Zaira llegó a la vivienda, el día que se lo despachó, como estaba cansada se acostó en la cama de Manuel León para ver juntos la televisión. Pero el vetarro no perdía momentos y sus manos parecían de un pulpo, metiéndolas por todos lados, y le dijo que se aventaran uno como el perico, sin ropa.
La muchacha no quería hacerlo un día más con él porque ya sentía asco en lugar de cosquillitas, pero el viejo no dejaba de manosearla. Ella le dijo que se aguantara un round, que lo iban a hacer solo que, antes, le gustaría darle masaje para que le aguantara, porque luego la dejaba picada.
No se lo dijo dos veces al ruco. Se quitó la ropa y se acostó boca abajo. Zaira le pasaba las manos suavemente por la espalda, que los pelos del espinazo de Manuel se le erizaban, y antes de que lo enloqueciera, la mujer sacó un martillo que estaba a un lado de la cama, y lo golpeó en la mera cholla, que sonó a bote viejo.
El hombre actuó como fiera herida, se levantó violentamente, lleno de rabia, con la cabeza ensangrentada, y todavía logró darle un madrazo a Zaira en el estómago, que le sacó el aire.
Quiso forcejear, pero recibió otro martillazo en la cara, que cayó en la cama parando las patas. Cuando trató de levantarse, le dio el tercero, y le dio mas, con todas sus fuerzas, le pegó tan fuerte, que le pasó como al policía de Epazoyucan, que le quebró el tolete a un ciudadano en la chirimoya. A él le quebró el mango del martillo.
Cuando se dio cuenta que ya le había dado en la madre, recogió los pedazos de lo que quedó del martillo y los metió en una bolsa.  ¡Y hombre el último! Salió volando como alma en pena. Cuando se cansó, caminó con los brazos abiertos, sin hallar un cariño, ni una sola amistad. Arrojó el martillo en estaba el cagón, al que le pegó.
Más tarde, como si nada, regresó a la vivienda, donde pasó la noche, y como a las 11 de la mañana se puso a hacer talacha, limpiando la sangre, y fue por un amigo que se llama Miguel, que también le daba para su tunas, para que la acompañara a San Miguel de Los Jagüeyes, Estado de México, donde pasaron la noche.
Al día siguiente regresó a Tepeji del Río, a la casa de sus padres, en la colonia Tianguistengo, con el fin de que le dieran una lana para irse a Veracruz.
Cuando ya estaba arriba del autobús, Zaira no soportó la conciencia, y se bajó para entregarse a los uniformados. Les dijo que ella había matado a un viejo, que se la llevaran al bote, y le contestaron que estaba borracha. No se lo creían.
Les juró que ella le había dado cran a Manuel León García, y los llevó hasta el lugar del crimen, donde la esposaron y la pusieron a disposición del Ministerio Público de Tepeji del Río, donde la están investigando, a ver si no se había echado a otros. Y para estar más seguros, buscaron al que le cayó el martillo cuando estaba haciendo sus necesidades, quien por fortuna sólo había quedado descalabrado.

SUS AMIGOS LE ECHARON MONTÓN
Raúl Álvarez, de 41 años, dijo a las autoridades la forma en que le partieron la madre cinco individuos, a quienes identifica.
Comentó que estaba chupando cuando le cayeron como aboneros en quincena, y le dijeron que también andaban buscando a su hermano para hacerle lo mismo.
Eran como las 7 y media de la noche cuando, muy quitado de la pena, convivía sobre la avenida principal de la comunidad de Venustiano Carranza, con sus amigos Juan Vergara y Ernesto Cervantes.
De momento le llegaron unos cuates que también iban como el muchacho alegre, con una botella en la mano, y le preguntaron por su carnal Oret. Les contestó que no tenía ni idea de por dónde andaba. Le hicieron saber que lo andaban buscando y que necesitaban encontrarlo para que se lo sonaran.
Raúl les dijo, sumiendo los hombres y sacando la cabeza, haciendo el hocico de chancla, que a él le valía madre, que en primera no tenía ninguna relación con ellos y mucho menos le interesaban las broncas de su hermano.
La respuesta fue brutal, pues le dieron una santa madriza, uniéndose César, Saúl, Mirsain Miguel y Yair. Le quiso entrar al toro su amigo Juan, pero lo calmaron con una pedrada en su pelona.
Ernesto le sacó al parche y sólo se los quedó mirando cómo le pegaban. Después de dejarlo tirado, dijo Raúl Reyes, que se subieron a una camioneta en la que viajaban y a toda velocidad se alejaron el lugar.
Pide a las autoridades que los busquen, porque son del mismo municipio y los obliguen a pagarle sus curaciones a él y a su amigo Juan. A Ernesto le mentaron la madre por sacon.

ASALTANTES SE PASARON DE VIVOS
Le dan en la madre a la tienda Elektra, en el municipio de Progreso, pues se llevaron todos los celulares en exhibición. Los dueños estaban que se los llevaba toda la grosería, porque fue un buen de varos, y por un pelito se la mientan a los gendarmes cuando les preguntaron quiénes fueron.
Se cuenta que no había ni un policía ni para remedio, cuando de momento entró un grupo, sin que les diera tiempo de contarlos, pues de inmediato sacaron la pistola y comenzaron a disparar a lo loco. Toda la gente corría sin rumbo fijo; los niños se espantaron y comenzaron a pegar de gritos.
Salían los empleados de sus departamentos pero no para detenerlos si no para buscar por dónde irse, antes de que se los echaran la plato. Les voy a explicar cómo estuvo la cosa, porque luego el MP pone en su carpeta investigadora que ellos fueron los que ya los tenían rodeados pero por un pelito se les escaparon.
La noche anterior, en el interior de la tienda Elektra ubicada en el lugar que ya les dije, entró un grupo marchando con armas largas. La gente pensaban que era la gente del PRI que anda rejuntando votos.
Pero de momento se escuchó un grito escalofriante, que hasta les sudaron las patas: “Al ataque” Y para luego es tarde, de volada se aventaron a quebrar los vidrios de los mostradores y a sacar todos los equipos, que eran aproximadamente 20.
El asalto, dijeron los empleados de la tienda de electrodomésticos, fue perpetrado por al menos 5 changos que llegaron a interrumpir la paz. La gente corría como loca para que no les tocara un plomazo
Hubo uno o dos héroes, que les preguntaron de qué se trataba, y por poquito se los quiebran por preguntones, ya que les dijeron que qué les importaba.
Cortaron cartucho y vieja los últimos. Todos salieron como tapón de sidra. La gente, nerviosa, pedía a gritos a algún policía, o que les avisaran, pero nadie llegó en esos momentos, porque es cuando se esconden los elementos de la policía municipal.
Cuando llegaron al lugar de los cocotazos, dijeron algunos testigos al comandante que se fueron en un coche negro, rumbo a Mixquiahuala. No los vieron muy bien porque no levantaban la cholla, temerosos de que se les fueran a dar un balazo.
El ayuntamiento descartó el concierto de la Sinfónica del Estado que se llevaba a cabo en el Jardín Municipal, a unas cuadras de donde se cometió el robo, fuera para distraer a los uniformados que estaban de babosos, sino que también estaban en servicio.
Llegaron los gendarmes de todo el estado menos de Pachuca, pues dijo el comandante que no podían venir porque todavía no acababan su misión, que es de levantar 10 infracciones por cada uno de los policías, y otros tenían que sacar la mordida por los que se estacionan en zona de parquímetros y no pagan.
Los que llegaron muy gallitos, fueron los agentes de Investigación, que querían llevarse al bote a huevo al director de la banda del estado. Después de estar alegando más de media hora, cuando salieron a buscar a los hampones, dijo uno de los comandantes que fueron cerrados de ojos, pues no supieron por dónde huyeron.
Los dueños de Elektra dijeron que son varios robos que han tenido, y que espera que ya se calmen los rufianes. Dijo el jefe que eso no va a ser posible, porque dice López hablador que desde el momento en que él llegue a tomar la presidencia no habrá ladrones en la cárcel.

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