Un Infierno Bonito

INVESTIGAN LA MUERTE DE ALBAÑIL
Los agentes investigadores se mueven como hormigas sin control, de un lado a otro, para saber quiénes fueron los que le dieron chicharrón a Víctor Manuel, de 31 años, a quien dejaron abandonado cerca de su casa. Todos están como el Monje Loco: nadie sabe, nadie supo.

El lunes pasado se presentó a dar su declaración la viuda. Ahora la cosa se está poniendo de la patada. Dijo a las autoridades que “a las 7 de la noche estábamos en familia, en la colonia San Guillermo, con mis 4 menores hijos, cenamos y vimos los chismes en la tele, sobre los candidatos a la presidencia; estábamos muy atentos porque ya que están en campaña, se están sacando sus trapitos al sol, y la gente no quiere a Meade porque dicen que el fue el padre del gasolinazo que nos vino a rajar la madre a todos los mexicanos.
“Luego el hombre Anaya, que lo acusan de que anda lavando dinero con los narcos. Y el que va a ganar es el viejito Obrador, que también tiene lo suyo, porque no suelta la sopa de dónde sacó para comer y vivir durante los 12 años que no trabajó y vive como rey, sólo dice que se los dio Morena, una vieja que padroteaba en un centro nocturno, y que como sus hijas, muy trabajadores, hicieron su fortuna como diableros en los grandes mercados como en la merced.
“A mi viejo le dio risa y nos dijo que los tres son ratas, no contando al que se va. Eran las 8 de la noche, mi marido me dijo que me acostara, que en un ratito regresaba, iba a echarse una caminata para que se le bajaran los frijoles, porque luego está como ametralladora. Dieron las 10 y media, y no regresaba; pensando en que algo le hubiera ocurrido, salí a buscarlo aunque me daba mucho miedo, los perros no dejaban de ladrar, el aire soplaba como en la Bella Airosa, las calles estaban oscuras, y me dio mucho miedo porque los vecinos le podían dar en toda la madre creyendo que era La Llorona. Por las moscas, caminaba mirando para todos lados, no me fuera a salir un ánima en pena.
“En medio de la carretera, con la luz de la luna, vi que mi viejo estaba tirado. Al verme, con sus manos me llamaba, las tenía llenas de sangre, y estaba todo desmadrado. Traté de levantarlo pero no pude; sentí que su cuerpo se desvaneció. Grité pidiendo auxilio. Salieron los vecinos, a ver qué pasaba, y me ayudaron a llevarlo al Hospital General.
“Los médicos y las enfermeras no me daban información; después me dijeron que tenía muerte cerebral y ya no supe de mí porque di el mulazo. Me desmayé al saberlo.
“En las primeras horas del miércoles, Víctor Manuel se fue al Valle de las Calacas, sin despedirse. Su muerte fue muy misteriosa. Aunque dijeron las malas lenguas que lo mató el Nahual que por las noches anda mirando a ver a quién amuela. El resultado de la autopsia reveló que la causa de muerte  fue traumatismo craneoencefálico, y estaba quemado de las piernas. Lo mataron a madrazos y querían achicharrarlo”.
Pero hasta ahorita, los familiares del muerto no saben nada. Por eso piden que indaguen y castiguen a los que resulten responsables de la muerte de Víctor Manuel. Quien le dio en la madre ha de haber sido uno que lo tenía apuntado en su lista negra por hablar mal de los candidatos, porque, crean o no, las paredes oyen.

SE LE ESCAPÓ A SU VIEJA Y SE FUE DE PARRANDA
Manuel Hernández, de 25 años, se fue con sus cuates a una pachanga, se picó y siguió la parranda en un centro nocturno, pues le encanta ver cómo las viejas se suben al tubo, y más cuando se encueran. Estaba muy emocionado y cuando se dio cuenta, eran las 4 de la mañana del domingo. Se acordó de su vieja y fue cuando le sudó la cola.
En vano trataba de parar algún coche que lo llevara, como de rayo, a su domicilio, en la calle de Veracruz, de la colonia Cubitos. Sabía que se le iba a aparecer el diablo, con su mujer.
Se la aventó a golpe de calcetín, estaba haciendo un frío que calaba hasta los huesos, los dientes le castañeaban. Por la preocupación y el cansancio, se le había bajado la borrachera. Al llegar, como se lo imaginó, su casa estaba atrancada por dentro. Lo habían dejado afuera por borracho y cochino marrano. Chifló muy fuerte para despertar a su vieja, que espantó a los perros, que comenzaron a ladrar, haciendo mucho escándalo. En varias casas de sus vecinos prendieron la luz, menos en la suya. Se sentó en la banqueta, recargado en la pared, cubriéndose el frío, cuando de momento le cayeron tres cuates que le pidieron para el pomo.
Les dijo que se había quedado bruja porque estuvo en un centro nocturno, chupando con unas morras, y se le acabó la lana, que hay sería para la otra. Uno de ellos lo paró de las greñas, el otro le dio un golpe seco en el hocico, mientras que el tercero le metió la mano en la bolsa y le quitó la cartera, su reloj, la chamarra y lo patearon dejándolo tirado.
Poco después llegó una patrulla de la policía; pidió una ambulancia, se lo llevaron al Hospital General, donde lo atendieron de fracturas en las costillas y en el coxis. Dijo al Ministerio Público que los hampones se llevaron su cartera con dos mil pesos, que era el gasto de la quincena, su reloj.
Pide que agarren a los pillos para que le devuelvan sus cosas. Se quedó internado. Pidió a una mujer caritativa que le fuera avisar a su esposa, que lo habían asaltado, para que lo fuera a ver. Pero regresó diciéndole: “me dijo la señora que usted ya no tiene mujer, que mande llamar a las viejas con quienes pasó la noche”.

POR CELOS, LA ECHÓ A LA CALLE
La señora Liliana Pérez, de 30 años, el lunes, a la medianoche, tocaba la puerta de una casa de la colonia Campestre Villas del Álamo con una piedra, y gritaba, a todo pulmón, que le abrieran. Su viejo la había echado a la calle envuelta en una cobija y sin zapatos.
Los gritos atrajeron a una patrulla. La encontraron como Calzonzin Inspector, llorando a moco tendido y les decía a los cuicos que por favor, le dijeran a su viejo, Rodrigo, que le aventara su ropa porque estaba en traje de rana, solamente tenía la cobija, pero estaba agujerada.
Los uniformados trataron de complacer a la dama, pero como respuesta recibieron un chubasco; les aventó una cubeta de agua. La llevaron al Ministerio Público del Hospital General para que se levantara el acta correspondiente.
Declaró que su viejo es muy celoso, la cela hasta con sus hermanos. Son cuatro veces con esta, que le apachurra el gañote y le pega dejándola con los ojos de cotorra.
“Llegó como a las 12 de la noche, me encontraba durmiendo, me jaló de las greñas, me paró en la pared, preguntándome, como agente de investigación: ¿Dónde fuiste? ¿Acabas de llegar, verdad? Me quitó la pijama con todo y calzón, luego lo de arriba y me dejó como Eva. Se quitó el cinturón y me comenzó a pegar con la hebilla en las nalgas, luego me tiró al suelo, se montó en mí y me apachurro el gañote; me pagaba en la nariz, que me sangró.
“Al ver que lloraba, me levantó y me dijo de cosas, que ya no me quería en su casa porque le andaba jugando chueco con uno de los vecinos. Le  contesté que estaba equivocado, que siempre le he sido muy fiel, pero más se enfureció, y me siguió pegando. Me agarró de la mano y me sacó de la casa encuerada; de pura chiripada agarré una cobija que estaba en la puerta. Le pedía que me abriera para que me diera mi ropa, pero no quiso, me mentaba la madre, hasta que llegaron los señores policías, que quedaron como chilaquiles todos mojados”.
Llegó la señora María Luisa Pérez, mamá de Liliana, quien le pidió al MP que meta al bote a ese desdichado. Ella pedirá el divorcio, de volada, para su hija, y que no lo encuentre en la calle porque lo va a desmadrar. Eso quedó anotado en el acta.

BOQUETAZO: BOTÍN DE 100 MIL CHUCHOS
Un botín calculado en más de 100 mil pesos, consistente en aparatos, armas, dinero en efectivo, joyas y otras chácharas, obtuvieron los amigos de lo ajeno al saquear el rancho “Los Laureles”, que se encuentra en la comunidad de Huajomulco, del municipio de Tulancingo.
Pedro Alvarado, el agraviado dijo a la policía que los ladrones han de ser principiantes porque hicieron un hoyo para entrar y otro para salir. Expuso ante el MP que el domingo, en la madrugada, un vecino de la comunidad, de nombre Claudio, le llevó el chisme de que le habían dado en la madre con sus cosas. Salió de boleto y encontró un hoyo en la pared, como de un metro con 50 centímetros.
Llamó a los uniformados, que llegaron rodeando la propiedad, con acocote en mano, agachándose, que parecían jorobaditos, arrastrándose pecho a tierra, pero por poco le dan pamba cuando les dijo que él ya había entrado y no había nadie.
Se metieron a los cuartos para saber lo que se habían robado y sacaron una lista: una estufa, un tanque de gas estacionario de 300 litros, un televisor a colores, una equipo de planta de luz, un rifle calibre 22, dos cajas de vino, una caja de herramienta, un fajo de billetes de varias nominaciones, unos anillos y esclavas de oro, entre otras cosas.
Pedro les dijo que tiene su domicilio en Tulancingo, en la colonia Rojo Gómez, y al rancho le va a dar sus vueltas, pero esta vez se le adelantaron los ladrones. Dijo que como cierra como la puerta negra, se les hizo más fácil hacer un boquete para entrar y otro para salir. No se explica para qué hicieron dos.
Indicó que han sido varios intentos para robarle. La primera vez compró un perro labrador, que era muy bravo, pero le dieron de balazos. La segunda contrató a un velador, para eso compró el rifle, pero le dieron en la madre. Le salió más caro pagarle las curaciones y hasta la fecha, porque lo dejaron chueco. Por eso se da sus vueltas y les encarga su rancho a los vecinos.

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