LE DIO EN LA MADRE Y LA SECUESTRÓ
La tuvo encerrada en un rancho. Vale la pena leerlo, pues muy pocas veces se enteran que en Hidalgo hay gente como Nicolás Flores Diego, nativo de Huejutla, y es todo un indio cacama.
Le tomaron la foto del recuerdo en medio de dos gendarmes que lo atraparon. Mostraba un cuchillo cebollero, como de 50 centímetros, con que se quería echar a la vieja. Primero le dio de madrazos, sus jalones de mechas, a María Julia Naranjo Solares, quien en un descuido fue rajar leña. Dijo que se la había traído con engaños desde Huejutla, que a Nicolás lo conoce como el “Matasiete”.
Esta es la historia de un mono que logró mantener encerrada a una mujer, de nombre que ya les dije, a quien le daba sus madrazos y la picaba con un cuchillo para que se callara el hocico, porque estaba haciendo mucho ruido y lo podría echar de cabeza.
Sin embargo, fue detenido en el Pueblo Mágico de Real del Monte. La mujer dijo que la engañó para traerla desde Huejutla. Comentó que fue a principios de abril. La había encerrado en uno de los cuartos que ocupaba Nicolás, quien cuidaba un rancho en Real del Monte.
Dijo la mujer, de 27 años, que el hombre no le permitía salir y la tenía encerrada bajo llave, mientras él hacía sus faenas de campo y de vez en cuando, lo acompañaba para hacer algunas compras.
El lunes, la señora, jugándose el cuero, estando en el mercado municipal, se rebeló ante las órdenes del desdichado y, cansada de tanto mal trato, comenzó a discutir con él en plena vía pública, para llamar la atención, luego de que la había amenazado de que traía un cuchillo clavado en la cintura, que le salía por detrás.
Para que se callara, le tuvo que dar sus zapes; fue cuando unos señores vieron que la hacía como hilacho, jaloneándola, y llamaron a los uniformados, informándoles lo que estaba pasando, pero se echaron en reversa cuando vieron que el indio sacó su cuchillo y, muy valiente, les preguntó qué les pasaba.
Julia María, al ver que tenía protección, comenzó a gritar como loca, que ese hombre que ven ahí, la tenía secuestrada, la golpeaba y no le daba de comer, y cada que tenía ganas se la empinaba.
Fue cuando lo gendarmes le echaron bola y le quitaron el cuchillo, le dieron unos macanazos en la cholla, para atontarlo, y él decía de maldiciones, con ganas de atacarlos.
Para no hacérselas de tos, se lo llevaron de las greñas, ante el comandante de guardia de la barandilla, y declaró la señora, toda la pesadilla que había sufrido en las puertas del infierno, donde vio al diablo encuerado.
Dijo que conoció de pura chiripada, en Huejutla, a Nicolás, quien con engaños la trajo, diciéndole que la iba a llevar un domingo al Jardín de la Plaza Independencia, donde es un desmadre con tanto coche que están embotellados, y la presidencia municipal alquila artistas que no les cobran.
Ella quiso ver con sus propios ojos si era cierto, pero cuando llegaron en el autobús, él la bajó en Real del Monte y le habló de los mineros, de las minas, y que es un Pueblo Mágico, que ya le quieren quitar el nombre porque no hace magia.
Ella estaba entusiasmada por tanta cosa de historia que le contaba, pero se dio cuenta que la quería secuestrar, pues la encerró durante muchos días y sus noches. Dijo que como el indio tomaba mucho, varias veces trató de escapar, pero le falló y le costaban madrizas con un palo y la amarraba de las patas para que no intentara hacer el gran escape.
Explicó que sólo la sentaba en una silla cuando tocaba rancho y le daba de comer. La mujer le enseñó al comandante los moretones que tenía en el rostro, en los brazos, en los pechos, en las nalgas, de tanta patada que le daba el indio cacama cada que no le obedecía.
El comandante ya no quiso saber más. Cada que le contaba la crueldad que había sufrido la fémina, se enojaba tanto que se sobaba la pistola, como queriéndola sacar y darle de plomazos al secuestrador.
Los mandaron a Pachuca, ante el Ministerio Público. Entonces entraron en acción los agente de la Coordinación de Investigación, que se llevaron al acusado a la bartolina para seguir interrogando. La señora le dijo que era un indio que no tenía madre, y pensaron que había sido capaz de secuestrarla.
La afectada fue trasladada al Hospital General, donde le curaron el agujero y las lesiones que llevaba. Pidió que la regresaran a su pueblo de donde nunca debió salir, que vive en el centro de Huejutla, en la colonia Los Prados, y se la trajo el desgraciado desde principios del mes de abril. Ahora falta que la reciban sus padres, pues son muy moralistas.
¡EN LA MADRE!
Los pepenadores del basurero municipal de Tulancingo se llevaron el susto de toda su basurero vida, ya que la mañana del lunes encontraron una cabeza humana envuelta en cinta gris.
Al verla sacaron los ojos, se les pararon los pelos y caminaron hacia atrás, tropezando, cayeron al suelo parando las patas, se levantaron y corrieron, parece que vieron al diablo. Avisaron a los cuicos de su descubrimiento. De la carrera no podían hablar y con señas, querían decirles que en la basura estaba una cholla sin cuerpo.
Notificaron a la Coordinación de Investigación y llegaron armados, pasándole al costo al obispo de la catedral, que estuviera al tiro por si tenía que hacer un exorcismo. Llegaron varias corporaciones y comentaron que a lo mejor es la chirimoya del Hombre sin cabeza. Interrogaron a los pepenadores, y uno de ellos, llamado Justino, dijo: “Cuando estaba buscando entre la basura encontré una cobija, vino y gris, la acababa de llevar el carro que recorre las calles de la ciudad; cuando la quise sacudir, ¡Ay mamacita! Por un pelito de rana, se me para la molleja al ver una cabeza de cristiano; mis compañeros corrieron y yo avisé al encargado del tiradero, que llamó a los azules”.
Minutos más tarde, llegaron los de la tira y los uniformados echando mano a sus fierros, como queriendo pelear, porque agarraron a uno de los trabajadores y le querían sacar la sopa a huevo, que les dijera de quién era esa cabeza. Les contestó que no lo conocía, que él había oído escuchar sobre el Hombre sin cabeza, pero nunca de una cabeza sin hombre. El encargado les dijo que ellos son pepenadores y nada tienen que ver con lo que encontraron.
Llegó el agente del Ministerio Público con toda su banda, y dieron fe de la chirimoya encontrada, pidiéndole a los que se ganan la vida en la basura que siguieran buscando a ver si encontraban lo demás, pero ya no quisieron. Dio el banderazo para que comenzaran las investigaciones. El grupo de homicidios comentó que el caso era duro, que no lo podían reconocer porque tenía cinta en la cara y primero tenían que quitársela.
Se comentó que estaba pelado como soldado. Se llevaron la cabeza al Servicio Médico Forense (Semefo) para que allá le quitaran la cinta y poderlo identificar. Todo fue un misterio.
Durante las primeras investigaciones, se dijo que el camión que llevó a tirar la cabeza era el número 9. Llevaron a declarar al chofer y a sus ayudantes, recolectores de basura del centro de la ciudad. Les dijeron que ellos se dedican a echar la basura al camión y no revisan bolsa o bote por bote.
“Nosotros, lo único que podemos decirles, la ruta de donde comenzamos y a donde terminamos, porque les vuelvo a repetir, nuestro trabajo es recolectar la basura y no nos da tiempo de ver qué es lo que tiran”.
Los agentes de la Coordinación de Investigación dijeron a los habitantes de ese municipio que cuando vean en la medianoche, por los callejones oscuros, que pase el Hombre sin cabeza, que les digan para irsela a medir, y saber quién era, porque cuenta la leyenda, que el alma en pena del Hombre sin cabeza no se aparece con el fin de espantar a la gente, sino que anda buscando su cholla.
LE PUSO A SU NOVIA UNA PELA DE PERRO BAILARÍN
Leyó sus mensajes que tenía en el celular y se le pararon los pelos del espinazo, por los celos, y no tuvo más remedio de darle de madrazos por infiel.
Tremenda madriza se llevó la novia, que le lastimó la columna vertebral al azotarla contra un mueble. Sospechaba que le andaba haciendo de chivo los tamales con otro cuate, y al confirmarlo por medio de mensajes de celular, se le metió el diablo y la desmadró.
Rosario del Carmen Rivera López llegó a su trabajo caminando como si bailara el baile de los viejitos, agachada y parando la cola. Le aconsejaron sus amigas que pusiera su demanda ante el Ministerio Público, que denunciara al golpeador para que a la otra fuera a golpear a su madre; si esto pasó cuando son novios, qué sucederá cuando se casen.
Rosario quería quedarse callada, como callan las mujeres y continuar su noviazgo con el chango pegalón. Pero sus amigas le dijeron que no fuera mensa, que era un signo de violencia, y además tenía que irse a curar.
En un principio ella no quería, pero al hacer sus labores como cocinera en un restaurante de Valle de San Javier, al agacharse por unos trates ya no se podía levantarse.
Su misma patrona la mandó a que fuera ante las autoridades. Y llegó con muchos trabajos, caminando de lado como cangrejo, además llevaba todo el hocico roto y los ojos de cotorra.
Ante el agente del Ministerio Público adscrito al Hospital General, relató, con mucho valor, todo lo que había sucedido. Que su mendigo novio la había desmadrado.
El 2 del presente mes, a las 9 de la noche se encontraba en su domicilio de su novio, que se llama Octavio Martínez Cruz, y que se encuentra en la calle Brasil de la colonia Maestranza.
Mientras ella se metió a bañar, su pareja revisó su celular y, furioso, entró al baño y la sacó encuerada, dándole de aventones, reclamando su infidelidad. La pobre mujer recibió golpes de todos colores, que ya no sentía lo duro sino lo tupido.
Pero esto que les cuento no es nada. Octavio se llevó su ropa y la dejó en traje de rana; se salió a la calle, pero la cosa no paró ahí. Al rato regresó y le dio un gancho en la quijada, que la mandó al suelo, la arrastró de las greñas y la arrojó muy fuerte, de espaldas, contra un mueble, que hasta los ojos se le salieron y se amoló la columna.
Por eso lo demandó. Pide a los agentes de la Coordinación de Investigación que tengan cuidado cuando vayan a agarrarlo, porque es un tipo muy violento y les pude dar en la madre.
ESTE CANIJO SE LO ECHÓ AL PLATO
Lo mató en el barrio de El Arbolito, en Pachuca, la capital de los parquímetros, los baches y la basura. Pero se lo fregaron, en horas recientes fue vinculado a proceso este mono platanero, que protagonizó una madriza.
La sangrienta pelea ocurrió en uno de los callejones donde dicen que sale el muerto, entre las calles Galeana y Loreto, donde se encontraron los dos peleoneros.
Hubo varios mirones que trataron de separarlos, pero al saber que el que mete paz saca más, mejor estuvieron de espectadores.
Desesperado, el que fue la víctima echó mano a su cintura, como sacando su fierro para amenazar. Pero el otro estaba al tiro y no le dio chance. Le quitó un cuchillo y se lo clavó en el tórax, que ni pío dijo.
Al ver que el hombre estaba pataleando y le salía sangre como al chorrito, se le echaron encima al agresor para tirarlo y no dejarlo escapar hasta que llegaran los valientes municipales con sus carabinas listas. Uno murió en el hospital y al otro se lo llevaron al bote.