Recordemos con orgullo el legado de Juan Guillermo Villasana, destacado ingeniero y aviador. Quién nació en Pachuca de Soto, el 10 de febrero de 1891.

Durante la época revolucionaria, el ingeniero de profesión desarrolló una forma especial de hélice de aviación que denominó “Anáhuac”, como respuesta al bajo rendimiento que las hélices empleadas hasta entonces mostraban a las alturas del altiplano mexicano. 

Las particularidades del diseño de esta hélice incluyen un borde de salida radial, así como una cuerda constante y máxima en la parte central de la aspa. Lo que permitió a los aparatos elevarse más y mejor, dando un giro total a la aeronáutica mundial. 

Esta hélice fue fabricada en la Escuela de Artes y Oficios, hoy la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME) del Instituto Politécnico Nacional.

A pesar de que el Ing. Juan Guillermo Villasana López diseñó y manufacturó su nuevo modelo de hélice aparentemente en 1915, llevó a cabo pruebas desde junio de 1910, el registro de la patente la realizó hasta 1918.

Salazar Rovirosa, A., señala, en su libro titulado: “Historia de la aviación mundial y mexicana desde sus inicios hasta 1970”, de la Editorial “Económicas México” señala que: “la Hélice Anáhuac reinó en los cielos de México hasta que se inventaron las hélices de metal, asegura también que el Ing. Villasana realizaba sus prácticas en los llanos de Venta Prieta, en Pachuca”.

De acuerdo con Vargas C., M., en el 2005, en su libro “Diseño y construcción de aviones mexicanos 1909-1939”. Villasana se habría titulado de Ing. Aeronáutico en 1918, pero fue en 1915 cuando habría diseñado la Hélice Anáhuac, que fue superior a las europeas, y se montó en casi todos los aviones de la Fuerza Aérea Mexicana, entre 1915 y 1920.

Señala también que la Revolución Mexicana resultó un importante detonador para el desarrollo de la aviación en México, para constituir los aviones que fueron en su tiempo poderosos medios para uso táctico y de transporte de materiales diversos. 

La Hélice Anáhuac, se exportó a Centro y Sudamérica, además de Japón. Hizo posible alcanzar alturas de vuelo, nunca antes logradas en el altiplano mexicano. Estados Unidos y Japón cuentan la historia: quisieron comprarle la patente, pero el Pachuqueño no accedió y la donó al gobierno de México, y éste, obsequió a las naciones amigas una copia de la misma.

Sus padres fueron Juan Villasana y Graciana López. Un dato curioso es que conoció de cerca el oficio de carpintería, a través de su padre, lo cual habría de marcarle de por vida, proveyéndole de elementos para idear precisamente el proceso de fabricación patentado de su hélice. 

El Ing. Villasana murió en la Ciudad de México el 23 de febrero de 1959, a los 68 años de edad, acumulando a lo largo de su vida numerosas distinciones, incluyendo condecoraciones de los gobiernos de Japón y de El Salvador.

Algunos datos de interés:

• Aprendió francés e inglés, para poder leer las revistas de aviación.

• De 1908 a 1910, diseñó y construyó una serie de modelos de avión de su propia invención, a los que hizo volar en los llanos de la hacienda de San Juan de Labor (Xochihuacán), San Rafael y Venta Prieta.

• Creó el diseño de sus primeros aviones; en aquellos tiempos, ya los hermanos Wright habían efectuado un vuelo en un avión impulsado por un motor, lo cual no pasó inadvertido para Villasana, quien a los 18 años, junto con otros apasionados del aire, fundó en 1909 la primera organización en México con fines aeronáuticos: “La Sociedad de la Aviación”.

• El 23 de abril de 1918, obtuvo su título de ingeniero en Aeronáutica en la American Aviation School en Buffalo E.U.; pasando posteriormente a Kelly Field en San Antonio, Texas, donde hizo un curso de especialización en el motor Liberty.

• En 1927 fue como delegado mexicano a la convención interamericana de aviación comercial, en Washington D.C., reunión que se celebró por primera vez en ese año.

• Por decreto presidencial, el 1 de julio de 1928, se crea el Departamento de Aeronáutica Civil y Villasana fue nombrado Primer Jefe.