• Las prebendas de la cúpula militar de Venezuela, frente a las bajas pagas de la tropa, son una fuente de quejas internas
El chavismo mantiene una relación estrecha con el Ejército. Desde sus mismos orígenes. Hugo Chávez fue, al fin y al cabo, un militar gallito con carisma popular, autor de un fallido golpe contra la democracia en 1992. Nicolás Maduro, su sucesor, es, en cambio, un conductor de autobuses con una trayectoria de lucha sindical, que sabe desde el primer momento cómo contentar y tener bajo control a la jerarquía militar venezolana.
Los dictadores consienten a su Ejército; En Venezuela este consentimiento dificulta las conspiraciones cuartelarias al más alto nivel. El año pasado, Nicolás Maduro promocionó a ese rango en un solo día a 195 oficiales. Se calcula que Venezuela tiene en estos momentos unos 2,000 generales. EU, la superpotencia, se las arregla con alrededor de 900.
Cuando Nicolás Maduro presentó en mayo sus planes para la nueva Constitución, pidió en un momento determinado de la ceremonia que el público se levantara para aplaudir a doce generales, presentes en el acto con su plétora de condecoraciones. «Estos son mis poderes» fue el mensaje que quiso transmitir el dirigente venezolano.
La sangrienta y dosificada represión en las calles, en cuatro meses de protestas ininterrumpidas, está liderada por la policía militarizada del régimen –la Guardia Nacional Bolivariana– y por colectivos de matones, no por el Ejército.
El presidente Maduro sabe que la clave de su supervivencia en el poder reside en las Fuerzas Armadas. Y las cuida con esmero desde el primer día para evitar que puedan derribarle con un golpe; o, si lo dan, que sea una chispa de artificio sin resultado.
La jerarquía Armadas venezolana goza de prebendas inéditas en ningún otro país del globo. Ocupan 11 de los 32 ministerios, encabezan 11 de los 23 gobiernos estatales, dirigen la importación y la distribución de la comida, y tienen una participación en el control de fronteras, rutas y puertos.