(Mi hermano me dijo que escribiera poemas. Y me gustó la idea. Procuraré hacerlo todos los viernes . Hoy comienzo)
Cualquier día,
Cerraré la puerta,
Cerraré la llave de la fuente,
Regaré por última vez el jardín,
Cortaré una pera de mi árbol
Y cerraré los ojos en silencio,
Para ver con más calma
El pasar de la luna,
La hermosa estrella niña
De mi pueblo,
Y le diré a los peces
de mi vieja laguna,
Si extrañan al navegante milagroso
De la barca de Pedro,
Que los dibujó eternos
En la página blanca
De mar de Tiberíades.
Cualquier día,
Volveré al parque de mis juegos,
A mirar por las tardes
En los dinteles de mi calle pobre ,
A mi madre y hermanas,
bordando servilletas,
Mientras los niños juegan
Y la noche se acerca con pereza
Por el camino largo que nos lleva
A los surcos de elotes y de milpas,
Donde mi padre viene
Siempre llegando a casa,
Con verano en las manos.
Cualquier día,
Pulsaré mi guitarra de luciérnagas
Ebrias de la noche,
Para cantar mi salmo
De veredas y sueños
Junto a mi madre joven,
Hecha de sueños y recuerdos
Casi canción de cuna,
O grito doloroso,
Por sus ojos durmiendo
Corazón ritmo y vida
De mis años vividos.
Cualquier día,
Llenaré mi equipaje
De tordos y de gritos,
De niños en el parque,
Chayo con su muleta
Corriendo al arco iris
De ese tiempo ya ido .
Secaré de mis ojos
El llanto que se vierte
Por la Edad que nos hace
Frágiles y sensibles.
Cualquier día,
Estará en mi mochila
La risa de mis hijos,
La voz de mis hermanos ,
El recuerdo por siempre
De mi padre y mi Madre,
e iniciaré la marcha
Por el camino largo
de mazorcas y trigo,
Y sin voltear la cara
Nunca estatua de sal,
Para estar en tu mesa
Amigo nazareno,
Y comer en tu mesa
Y pedirte y rogarte
Con los gritos del alma ,
Que no sigas de frente,
Que te quedes conmigo,
Que la noche amenaza,
Que mi casa es tu casa
Y sentir en mi rostro
Tu mano milagrosa,
Y tu voz de mi amigo
Que me dice risueña:
Bienvenido poeta, soñador
Y profeta,
Tu camino se acaba y llegas
A tu casa,
Bienvenido mi niño,
Mi hijo, bienvenido.
Amén.