Un año

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Un año

RETRATOS HABLADOS

Una de las grandes dificultades que tiene el ser humano, para poder lograr una real empatía con sus semejantes, y con una práctica cierta de la compasión, es la diferencia abismal entre el decir y el hacer. Porque todos, absolutamente todos, podemos llenarnos la boca con frases sabiondas y citas bíblicas, con la capacidad que tuvo Cristo para llevar a la realidad su filosofía; pero el territorio simple y lamentable de las personas, ocurre todo lo contrario.

Vaya pues, un ministro de la iglesia, luego de leer y reflexionar al borde del colapso espiritual sobre la actitud del Nazareno con un leproso, que por la ley del antiguo testamento estaba condenado al aislamiento y olvido, pero que con él no solo tuvo respeto sino sanación, al momento de realizar la unción de los enfermos, porque, ayer me enteré, en el santoral es su celebración.

 Decía el ministro que dictó cátedra sobre esa actitud cristiana de estar siempre al servicio de quien pida su ayuda, pero que, al ser solicitada por un enfermo, fuera de agenda, para que le ungiera frente y manos con el espíritu sanador, dijo que no, que no reunía los requisitos que impone la etiqueta para ser sanado, y que, así las cosas, no, no era candidato.

Acababa de predicar sobre la actitud de Jesús con el leproso, al que no lo dejó solo para echarse a correr, bajo la indicación de antiguas leyes que invitaban a hacer las cosas así, sino que le dijo que sí, que se acercara, y además lo curó. Acababa de ensalzar esa actitud, esa bendición que distribuyó a manos llenas, sin importar tiempo o esfuerzo.

Pero no, la respuesta fue no, y lo invitó a que se preparara con rigurosa confesión, y luego se anotara en la lista de los que, además, no están a un paso de la muerte como para que dejen de cumplir con los requisitos.

Es decir, una incoherencia absoluta, que puede ser achacada a que el ministro ya estaba cansado, que despertó de malas, o simplemente le entró lo legalista, y aplicó eso de que la ley es la ley, y contra la ley, pues nada.

Así que el pobre hombre que pedía la unción de los enfermos, se quedó a la espera de algo que quién sabe si sucederá, pero que lo dejó en calidad de leproso, acusado y castigado por las leyes de los viejos libros.

Estoy seguro, querido hermano Adalberto, que tu actitud hubiera sido otra, y mucho cercana a del nazareno, hasta repartir a manos llenas unciones de enfermos a diestra y siniestra.

Son ya 12 meses que te fuiste, y te cuento lo anterior porque no podía guardarlo, porque como pocos, tú pusiste en práctica no solo cuando tu paso por el seminario, sino en tu vida toda, la compasión real, esa que nunca exigió nada a cambio, y sí dispuesta a socorrer al que no encontraba rumbo alguno en su existencia.

Por supuesto pudo ser simplemente un mal día del ministro de la iglesia a la que tanto amaste, pero que también tuviste el valor y voluntad para pedir reenfocara muchos de sus reglamentos, salidos quién sabe dónde, para que todo hombre de fe, pudiera ser acompañado por su esposa, por sus hijos, en la tarea más noble y bella del mundo, que es llevar la compasión vital que señalan los evangelios.

Porque al final del tiempo, somos simples seres humanos, plenos en defectos y complicaciones, pero que solo personajes como tú, tuvieron la humildad y voluntad de reconocer en el terreno de los hechos, no solo de las palabras.

Así que hoy, a un año de que regresaste a la Casa del Padre, debo decirte que valoro aún más tus pláticas, tu incansable labor para dar esperanza cuando el cielo se ponía terroso y lleno de angustia. “Esto pasará, todo va a estar bien”, eran tus dos frases fundamentales para tranquilizar al que era presa del miedo y la angustia.

Admirabas y amabas la enseñanza de Cristo. Y, estoy seguro, toda tu vida fue una continua tarea por llevar su palabra a todos los que tanto la necesitaban.

Hace un año hermano, y cada vez comprendo más lo que me contabas, del simple y sencillo arte de vivir con un corazón lleno de compasión por sus semejantes.

Mil gracias, hasta mañana.

Correo: jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

X: @JavierEPeralta