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Un amor diferente

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RELATOS DE VIDA

Eran muchos, pero muchos años juntos, y en todos ellos se mantenía firme en su rol de compañero incondicional, para fiestas, estudio, viajes; se le sumaba su papel de confidente, consejero y paño de lágrimas.
Jaime disfrutaba de la relación que mantenía desde pequeños con Laura, para ser exactos desde la educación preescolar, desde un día en que un compañerito maldoso, de los que casi no existen, tiró al suelo los colores y crayolas contenidas en una lapicera de Minnie Mouse; lo que derivó que se acercara a ella para ayudarle a recoger el desastre y calmar la angustia, frustración y miedo que mostraba en su pequeña y angelical cara.
Desde ese momento despertó en él la necesidad de cuidarla y protegerla, y aunque el juramento no lo hizo con palabras si con el corazón, para cumplirlo durante cerca de 20 años, con acciones y detalles.
Jaime es la primera persona a la que recurre Laura ante cualquier problema o preocupación, aunque tampoco tiene que hacerlo, porque casi con sentido arácnido y la convivencia diaria, el ahora joven de 25 años lo detecta todo.
Pese a que durante dos décadas han sido inseparables, y le agrada la idea, para el muchacho ya no es lo mismo, algo se ha despertado en él; desde el kínder la vio hermosa, pero ahora esa hermosura sobrepasa los límites de su asombro, o al menos así lo percibe.
Ahora los detalles no significan simplemente pasar por ella a su casa, llevarla a la escuela, compartir trabajos y hacerle favores; sino que trata de impresionarla con obsequios, entre ellos flores, chocolates, poemas, libros, sabiendo que a Laura le fascina la lectura.
Las salidas se dirigían más hacia la visita al cine, un parque, un centro turístico, seguido de una cena y una plática larguísima, mientras observan calmadamente las estrellas y dibujaban un futuro, que al parecer para Laura iba en diferentes direcciones.
En tanto el joven diseñaba la estrategia perfecta para declarar su amor, ese amor que incluía los roles que ya ejercía desde hace años, compañero incondicional, confidente, consejero y paño de lágrimas, si como amigo pero también como pareja.
Después de mucho meditar, pidió a Laura que fuera su novia y ante un silencio que en verdad fue incómodo por el miedo a la respuesta, la respuesta fue rotunda – No, no puedo verte como algo más, y no quiero perder tu amistad – Aunque no era lo que había soñado, no mostró ni un ápice de decepción, enojo o frustración, la abrazó, besó su frente y dijo – Gracias- para irse a casa.
Varios días se mantuvo ausente tomando fuerzas para continuar con la misma rutina con Laura, pero inesperadamente recibió una beca para estudiar una maestría en España, sabía que esa era la solución, pues no tenía la fortaleza necesaria para continuar con sus roles.
Transcurrieron dos años de su maestría, entre ellos intercambiaba mensajes con Laura, por los cuales supo que se había casado y estaba a punto de convertirse en madre; en tanto él no hacía más que agradecer por su felicidad y por la amistad que tenían, pese a que su deseo era haber compartido un amor diferente.