
RETRATOS HABLADOS
De ninguna manera la persona que envió el grupo político que maneja desde hace 40 años los destinos de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), para buscar que el conflicto que vive la institución educativa termine sin cambio real alguno en el manejo del poder real, que por supuesto pretenden se mantenga en manos del Patronato Universitario, podría “aventarse el boleto” de que el presidente del Consejo Estudiantil Universitario, Esteban Rodríguez Dávila, fuera destituido y presentar esa demanda al Consejo Universitario.
De ninguna manera, porque la orden que recibió de la única y absoluta autoridad en la UAEH, que por supuesto no es el rector, fue ofrecer la cabeza del líder estudiantil y presentarse ante los jóvenes que encabezan las demandas del alumnado, como un personaje que luchará por ellos, y se “aventará ese boleto”, a cambio de lograr su confianza y, finalmente, erigirse como la solución mediadora para desmantelar un movimiento que amenazaba con caer en la tentación de ir a fondo y, por principio de cuentas, aquí sí, “aventarse el boleto” de querer impulsar una nueva Ley Orgánica, y sustituir a la que se promulgó en 2015, que a su vez originó un Estatuto General de la Universidad, que dio todo el poder al Patronato Universitario.
Al mismo tiempo, instruir a la persona que acudió con el estudiantado, para que de ninguna manera se permitiera la intermediación del gobernador Menchaca, por “respeto a la autonomía universitaria”, que para eso existe un autogobierno y también una autoverificación.
Es decir que el objetivo central que incluyó ofrecer la cabeza de Rodríguez Dávila, luego de “aventarse ese boleto”, porque así lo había decidido quien manda, y que con evidente astucia política se dio cuenta que podría perder el autogobierno que maneja a su antojo, que incluye, en caso de emergencia, el sacrificio público de un pobre rector que podría haber dicho la clásica frase de los que saben que simplemente fueron colocados en el cargo para obedecer instrucciones, “yo que culpa tengo, solo soy el rector”.
Vaya pues, el objetivo fundamental es que las cosas queden como siempre, con el clásico estilo de “cambiar, para que todo quede igual”.
Y no, la simple remoción del dirigente estudiantil, incluso del rector, no tiene ningún impacto en el manejo absoluto del poder, que incluye recursos económicos por supuesto, que incluye todo pues, y que de ninguna manera permitirá que así como así, un conflicto que se originó por la destitución de la directora de un instituto, sea el principio del fin.
No, de ninguna manera.
Y si los jóvenes universitarios, empiezan a creer que ya lograron la transformación de la UAEH con el simple cambio de personajes designados por el poder real, y además caen en el juego de quien les prometió “aventarse el boleto”, estarán a punto de concluir el único movimiento estudiantil real en más de 40 años de “autogobierno” de una sola persona, con un solo resultado: ninguno.
Mil gracias, hasta mañana.
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