Turismo

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EL FARO

El pasado domingo estuve paseando con unos amigos por el río El Milagro en Mineral del Chico. El camino desde la Estanzuela, el Cedral hasta llegar al municipio vecino fue hermoso. Aunque aún la naturaleza no rezuma agua, el verdor de los árboles y del pasto ya brilla amablemente a la vista.

Mineral del Chico se engalana con sus mejores ofrendas para recibir a quienes llegan a visitarlo. La Iglesia se abre desde temprano para celebrar el domingo y a san Ignacio de Loyola. Los comerciantes, también desde temprano, preparan cocoles, jabalíes, quesadillas, tacos y demás delicias.

El camino, un tanto improvisado y atascado por las cuatrimotos y otros vehículos de paga, hasta el río también tiene su propio encanto entre las cabañas, las casas de piedra y la labor que el río ha ido haciendo durante siglos perforando las rocas que lo abrazan al pasar.

El constante rumor del río tranquiliza el estrés de la semana. El frescor de sus aguas sirve para relajar los pies cansados del caminar de la vida. El aire puro renueva los pulmones durante tanto tiempo protegidos por cubrebocas que dificultan el paso del oxígeno.

Tras la caminata había que reponer fuerzas. En el mercado del pueblo unas quesadillas monumentales, a un precio muy asequible, recargan las pilas corporales. Si completamos con unos ricos cocoles, la jornada dominical queda plenamente justificada.

Esta reseña sumamente breve no es más que un caso, muy concreto y vívido, de lo que se puede encontrar en un municipio chiquito, sito a muy pocos kilómetros de Pachuca: naturaleza exuberante, fuentes de agua refrescantes, delicias culinarias envidiables, organización aceptable. 

Si a estos rápidos trazos le añadimos las riquezas de los restos del pasado minero, las construcciones religiosas de la colonia, las demás delicias gastronómicas que se dan en diferentes puntos del estado, las aguas termales, las exhaciendas pulqueras…, tendríamos, como resultado, que Hidalgo pudiera ser un Estado con una proyección excelente de tipo turístico. Su ubicación geográfica, su variedad de todo tipo de elementos culturales, lo barato que es el estado pudieran ser motivos para estar esperanzados con su futuro.

Sin embargo, hay elementos muy evidentes que hace preguntarse al turista en dónde está la inversión decidida en este ramo en el Estado. Tenemos de todo, tenemos calidad, ¿por qué motivo no podemos ser un territorio volcado hacia los visitantes ofreciéndoles nuestra riqueza histórica, natural y ecológica de manera agradable y rentable?, ¿será que falta visión en nuestras autoridades, por decir lo menos?