HOMO POLITICUS
El crimen de Orlando, Florida, le dio nuevos bríos al discurso conservador de Donald Trump; en los hechos, avivó a aquellos norteamericanos cuyo cerebro es el tamaño de una nuez, agregando nuevos adeptos al trumpismo, de cara a la ya casi cuajada contienda presidencial entre demócratas y republicanos.
Ante el crimen ocurrido contra en Florida, Trump no sólo endureció la postura de su discurso de odio, sino que lo focalizó hacia el mundo musulmán, arguyendo que este crimen tiene una relación directa con los grupos extremistas islámicos, cuestión absurda y lejana a toda lógica dadas las circunstancias del evento.
Pero, el discurso de Trump gusta y justifica cualquier relación de una aparente “superioridad racial anglosajona”, es en los hechos, el espacios de condiciones neofacistas, donde los ciudadanos son residuales y las corporaciones dan cabida al dinamismo del Estado, cuestión no sólo perceptible en Trump, sino en una buena y nutrida porción de los norteamericanos.
En una sociedad ignorante, el discurso del enemigo desconocido, oscuro e investido de monstruo social se adhiere a la pie mental de seres débiles, donde la explicación sensata y analítica es demasiado para la comprensión de cerebros primitivos, lo cual pone en posibilidad a ese discurso de penetrar cualquier vértebra social.
Recordemos el monstruo social del terrorismo creado por los Bush, fue tan efectivo para causar temor que sirvió para legitimar la invasión a Irak, pueblo que ha sido oprimido por las potencias dadas su riqueza petrolera, lo que suscita los apetitos de los carniceros oligopólicos.
Por ello, no nos extrañe que pese a que en Estados Unidos se llama y clama en estos momentos por contener el discurso del odio, en los hechos lo ocurrido en Florida desata el odio; en este caso, el odio contra todo lo que huela o parezca islam, pese a las declaraciones de Obama llamando a la comprensión plena del caso.
Dicen que un rayo no cae dos veces en un mismo sitio, esto, es sólo un dicho, en los hechos volverá a caer.