Trump vuelve a la carga con veto migratorio

Asegura que solo pretende reducir el peligro terrorista y que ni siquiera la primera orden fue islamófoba. Los jueces federales lo dudan y apreciaron indicios suficientes para bloquearla cautelarmente. El nuevo veto seguramente tendrá que pasar por el filtro judicial. Aunque esta vez será más fácil. El presidente posee enormes prerrogativas en materia de inmigración, y su equipo, para evitar otro batacazo, ha limado las principales aristas.

Nada detiene a Trump. Ni los tribunales ni protestas ni clamor internacional. Acuciado por el escándalo del espionaje ruso, el presidente de EU firmó ayer una orden para impedir durante 90 días la concesión de visados a ciudadanos procedentes de seis países de mayoría musulmana (Irán, Libia, Somalia, Siria, Sudán y Yemen).

La medida elimina de la lista a Irak y trata de evitar un nuevo bloqueo judicial aligerando la carga restrictiva de la primera. Así permite el ingreso de aquellos ciudadanos de las naciones citadas que ya tengan visado, residencia legal o doble nacionalidad, y retira el veto indefinido a refugiados sirios. Pero su núcleo duro se mantiene activo: suspende 120 días el programa de refugiados y lo reduce a más de la mitad (de 110.000 a 50.000), y frena el paso a viajeros de países musulmanes bajo el argumento de la seguridad nacional. El veto entrará en vigor el 16 de marzo. La nueva política de deportaciones será difícil de batallar en los tribunales

Más que un paso atrás es un desafío. Un zigzag muy al estilo de Trump. Buen conocedor del tablero judicial, al republicano nunca le ha importado pelearse en los tribunales. Ahí se siente a gusto y ha librado sonoras batallas como promotor inmobiliario. Ahora, acorralado por el escándalo del espionaje ruso, vuelve a la carga con el veto migratorio y presenta una versión diseñada para superar los escollos judiciales, pero asentada en una identificación indiscriminada de países islámicos con el terrorismo.

Para el partido demócrata se trata de una maniobra de distracción. Una huida adelante que busca hacer olvidar la erosión sufrida por Trump a causa de las sospechosas conexiones de sus altos cargos con el Kremlin. Es una posibilidad, pero como resulta habitual en el multimillonario no agota su alcance. El veto juega a dos bandas y también se dirige a su base electoral, esa gran masa obrera y depauperada, que vive alejada del vociferio de Washington y para quien el islam es sinónimo de peligro. Para ellos, la orden emite una advertencia clara y filosa hacia la inmigración y los musulmanes.

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