Las grandes potencias industrializadas están forzando el rediseño de una nueva geopolítica mundial, pues no sólo se trata del rompimiento entre los países occidentales con Rusia, sino de la propia fractura del modelo de desarrollo basado en el libre comercio con las posturas del presidente Trump a favor del proteccionismo comercial
Después de la anexión de Crimea por Rusia y la llegada del presidente Donald Trump a La Casa Blanca, Europa está obligada a emerger con sus propias fuerzas para diseñar su propio destino y garantizar su propia seguridad. Las grandes potencias industrializadas están forzando el rediseño de una nueva geopolítica mundial, pues no sólo se trata del rompimiento entre los países occidentales con Rusia, sino de la propia fractura del modelo de desarrollo basado en el libre comercio con las posturas del presidente Trump a favor del proteccionismo comercial y en contra del libre comercio, cediendo protagonismo a China en el mundo como defensor del libre comercio y motor del desarrollo.
Rusia fue excluida del Grupo de los 8 (G8), cuando decidió anexarse a Crimea, ahora este club que agrupa a los países más industrializados del planeta volvió a ser el Grupo de los 7 (G7). La crisis iniciada en 2008 está cambiando al planeta lentamente, los Estados Unidos están dejando de ser quienes habían sido durante décadas y los europeos se están viendo obligados a pensar sus vidas sin el protectorado estadounidense. La salida del Reino Unido de la Unión Europea y la llegada del presidente Trump, son sólo dos hechos que no se hubieran producido sin la crisis económica internacional actual, que no han podido solucionar los países del Grupo de los 20 (G20) que han estado tratando de buscar soluciones.
El presidente Trump está haciendo de los Estados Unidos lo que prometió en su campaña presidencial. No se trata sólo de decisiones imprevisibles del presidente de Estados Unidos, ni de atajos peligrosos de una política exterior aparentemente ilegible de la administración Trump. Está por demás claro, el presidente Trump señaló que durante su administración los Estados Unidos son primero; por lo tanto, consideran hoy que los interés nacional son más imponentes que el orden internacional, por lo que no pueden seguir siendo el gendarme mundial y continuar gastando enormes sumas de dinero.
La primer gira del presidente Trump y su aparición en las cumbres de líderes mundiales han dejado claro que hoy los intereses de los Estados Unidos no son los mismos que los de la Unión Europea. Los temas como el cambio climático, el comercio internacional hasta la venta de armas, parecen divorciar a ese “matrimonio” surgido de la Segunda Guerra Mundial.
Los aliados europeos de los Estados Unidos, deseaban que el presidente Trump aclarara su posición frente a temas como el comercio, la migración, seguridad y el cambio climático; hoy pueden estar más convencidos de que no pueden seguir contando con el apoyo incondicional de su aliado del otro lado del Atlántico; pero sobre todo, de que no pueden confiar en Trump.
En su participación en la primera cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en Bruselas, Bélgica, se mantuvo firme en la posición asumida durante la campaña presidencial y frente a los otros 27 Jefes de Estado y de Gobierno que asistieron, les exigió que aportaran sus cuotas, señalando que entre los 28 países miembros existen por lo menos 23 países, que disponen de grandes sumas de dinero no habían aportado sus cuotas puntualmente para garantizar su defensa.
Antes de ganar las elecciones y asumir el gobierno, el presidente Trump señaló que sentía que la OTAM era obsoleta; sin embargo, ahora ha reafirmado su apoyo incondicional a la Alianza en la lucha contra el terrorismo, para lograr la paz y la estabilidad. Por ahora la OTAN se ha sumado a la coalición internacional de 68 países que combate al Estado Islámico, pero los europeos no pueden seguir esperando que Estados Unidos acuda a poner orden en Europa cuando lo requieren, como ha sido el caso de la crisis con Rusia, algo que debieron solucionar ellos hace tiempo.
En la Cumbre del G7, efectuada el viernes y sábado pasados en Taormina, Sicilia, Italia, como en la cumbre de la OTAN, el tema del terrorismo se convirtió en el centro de la agenda, único tema que los unió y donde tuvieron consenso sobre lo que deben hacer, lo que posibilitó que en el primer día de trabajo los líderes firmaran una declaración conjunta, en la cual se comprometieron a fortalecer la lucha contra el terrorismo.
Eran muchos los temas que estaban sobre la mesas de G7. Estaban los conflictos en Siria e Irak, la crisis de Ucrania y el caos incontrolable en Libia, cuestiones que detonaron la crisis de refugiados que azota Europa; pero además, estaban los temas del comercio internacional y cambio climático; temas sobre los cuales las diferencias entre los líderes del G7 parecían desde el principio irreconciliables, sobre todo por el retroceso en la posición de los Estados Unidos, ahora enemigo del libre comercio y de los Acuerdos de París sobre el clima.
Al final, los líderes del G7 reunidos en Taormina, lograron mantener las formas y emitir un comunicado conjunto, después de dos días de negociaciones. Si bien las diferencias en torno al tema del clima parecen ser irreconciliables hasta ahora, los Estados Unidos terminaron haciendo concesiones sobre cuestiones comerciales, mientras que el tema de la migración, una preocupación permanente de Italia, fue objeto de un compromiso reducido que deja en las manos de los italianos el control de los flujos migratorios por el mediterránea.
En su declaración final, sólo seis de los miembros del G7 reafirmaron su compromiso de aplicar rápidamente los acuerdos de París sobre el calentamiento global; el presidente Trump no lo hizo, pese a que sus socios le explicaron los beneficios, particularmente en términos de creación de empleo y el crecimiento económico de los acuerdos.
Poco antes de la publicación de la declaración conjunta, el presidente de los Estados Unidos, a través de su cuenta de Twitter, había anunciado que tomaría una decisión la próxima semana sobre los acuerdos de París. Ahora la política climática de que impulsara el presidente Barack Obama en los Estados Unidos está en peligro, sobre todo los compromisos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, pero lo peor es que se mantienen la posibilidad de que los Estados Unidos abandonen los acuerdo de París.
Pero al margen de los resultados de las recientes cumbres de los países industrializados, lo realmente relevante es que, Europa está ante una oportunidad histórica para finalmente, poder hablar con una sola voz y hablar de una política de defensa común europea, para reafirmar su independencia política y tomar sus propias decisiones, para impulsar sus propias políticas económicas, para decidir quienes son sus socios y quienes no, como en el caso de Cuba y Rusia, por ejemplo.