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¡“Trump no es mi presidente”!

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El triunfo de Trump fue obtenido en el sector rural

●    Protestan decenas de miles en las grandes ciudades de EU: Nueva York, Filadelfia, Seattle, Chicago, Oakland, Washington y Boston

Hillary se impuso a Trump en todos los condados de Nueva York, salvo en Staten Island. También ganó en el conjunto del Estado por un margen de dos a uno. La presencia policial estos días es importante en los edificios que lucen el nombre del magnate por todo Manhattan. La Trump Tower es literalmente un búnker. Ayer, estudiantes de varias universidades en las dos costas de los EU, como las de Connecticut y California protestaron el triunfo del loco Donaldo.
La fina lluvia que durante la tarde noche del miércoles bañó la isla de Manhattan no impidió que centenares de neoyorquinos, se echaran a la calle en varios puntos de la ciudad de los rascacielos para expresar su frustración con la elección de Donald Trump como presidente de EU. La imagen se replicó en una decena de ciudades del país, donde el descontento, el miedo y la ansiedad cobraron la forma de un gran grito de liberación por las calles.
Los manifestantes neoyorquinos, muchos de ellos simpatizantes de Bernie Sanders, se congregaron en hora punta de la salida del trabajo en dos puntos simbólicos de la metrópoli. El primero, el más pequeño, lo hizo en Columbus Circle, en la puerta de entrada a Central Park que mira al rascacielos Trump International. El segundo, más concurrido, lo hizo en Union Square, desde donde inició una marcha por la calle Broadway hasta la Trump Tower en la Quinta Avenida, el cuartel general del magnate y centro de su imperio.
“No es mi presidente”, gritaban los participantes durante la movilización, que transcurrió sin incidentes más allá del trastorno en el tráfico. También había activistas del movimiento “Black lives matter” y de la Answer Coalition. “Trump es racista, sexista y anti-gay”, comentaba una de las participantes. “Pensé que íbamos a celebrar la victoria de Hillary”, comentaba Mario, incrédulo. El magnate, pese a ser el segundo presidente nacido en Nueva York, no es querido.
En el metro, el único lugar en la ciudad donde realmente no hay diferencias de clases ni de ideologías, se pudo respirar el aire tenso que se adueñó la madrugada del miércoles de Nueva York. Muchas caras largas mientras pegaban incrédulos los ojos en las pantallas de los móviles. Los residentes se hacen una pregunta. ¿Y ahora qué? La respuesta, como dicen los manifestantes, “es apoyarnos los unos a los otros para intentar dar sentido a esta locura”.
La protesta tomó la intersección de la calle 57 con la Quinta Avenida. “Estaremos aquí hasta que haga falta”, comentaba una joven que expresaba su miedo por un espiral del racismo y deportaciones de inmigrantes, “me aterroriza lo que está pasando”. No compra el discurso de Trump, en el que decía que había llegado el momento de consolidar la unidad de todos los estadounidenses y de sanar las heridas abiertas durante la campaña electoral.