Poco a poco Trump va desmantelando el legado de su antecesor en puesto, el demócrata Barack Obama. La administración Trump decidió rescindir el memorándum que creó la llamada Acción Diferida para Padres de Estadounidenses (DAPA, por sus siglas en inglés).
Este programa estaba destinado a padres indocumentados que han vivido en EU más de cinco años y son padres de ciudadanos estadounidenses o residentes legales permanentes.
DAPA, que nunca llegó a aplicarse, hubiese dado papeles temporales a cinco millones de inmigrantes indocumentados de los once millones que se calcula viven actualmente en EU.
De haberse implementado, los padres indocumentados hubieran obtenido un permiso de trabajo y la garantía de que no serían deportados durante tres años. El objetivo era no separar a las familias. A nadie en Washington le ha sorprendido la decisión de Trump de eliminar DAPA. Era una de sus promesas electorales.
De momento, la administración Trump mantiene el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), creado en junio de 2012 por Obama, al no considerar su rescisión prioritaria.
Este popular programa está dirigido a jóvenes indocumentados que entraron en el país cuando eran niños y del que se han beneficiado hasta ahora más de 700.000. Estos jóvenes, conocidos en EU como ‘dreamers’ (soñadores), han conseguido gracias a DACA un permiso de trabajo temporal y la garantía de que no serán deportados.