No ha tenido que pagar el precio de sus dichos
● La victoria del magnate abre un panorama incierto en el mundo entero
El problema lo traspasa a todos sus detractores, europeos y latinoamericanos. ¿Qué cara pondrán cuando tengan que tratar con el presidente los dignatarios occidentales que, más o menos prudentes, en sus manifestaciones públicas no han podido ocultar que preferían tanto como rogaban al Altísimo que la elegida fuera la señora Clinton, tan convencional como profesional y por ello perfectamente asimilable? Pero todos harán también el correspondiente curso de reeducación y sonreirán de oreja a oreja cuando la ocasión lo exija
En su día se dijo del presidente Reagan, republicano de la derecha profunda, pero bien educado y con un inglés de actor excelente, que era el ‘hombre teflón’, porque no tenía que pagar un precio por nada de lo que dijera. Su sustituto por todo lo alto es hoy Donald Trump.
El magnate de la televisión ha dicho lo que no está escrito sobre las mujeres; apostrofado al pueblo de México y por extensión a todo lo atezado que viene del sur; prometido resolver el problema del Estado Islámico y del mundo islamo-yihadista a bombazo limpio; no dejar entrar a los árabes en el país; meter en la cárcel a su rival, la candidata demócrata, Hillary Clinton; pero ayer compareció ante el mundo como si nunca hubiera roto un plato, refiriéndose incluso con algo próximo al respeto a la esposa del expresidente Bill Clinton, así como pidiendo la unión de todos los norteamericanos para hacer un país más grande y mejor. Era el primer ensayo público de la reeducación de un político intuitivo pero novicio.
Si reducimos a un par de sucintas explicaciones el por qué de la victoria de Trump, de las que, no se hablaban en tiempo de campaña, subrayemos que sonaba siempre con una autenticidad que le faltaba a la experimentada, quizá demasiado, señora Clinton; e igualmente que el protagonista de sus peroratas era el propio Trump.
En enero comienza, el ejercicio del Trump II. Y podremos ver entonces hasta dónde llega la reeducación de este nuevo ‘hombre teflón’.