NÚMEROS CLAROS
• El presidente Trump está en una situación delicada frente a sus electores, o materializa sus promesas de campaña o deja que sus rivales fortalezcan sus posiciones en contra de sus políticas
El presidente Trump insiste en imponer sus políticas en el planeta. En ambos lados del Atlántico, el presidente Trump juega con sus aliados militares y sus socios comerciales, su idea es enfrentar a China y poner una zancadilla al libre comercio, pero cuya sutileza no sea juzgada como tal, para limpiar su imagen de enemigo del libre comercio; por esa razón intenta acorralar a sus socios comerciales con sus propuestas, para llevarlos a desquiciar las negociaciones y a la ruptura o a aceptar sus propuestas; para decir luego que no ha sido la culpa de los Estados Unidos sino de sus socios, que no aceptan las nuevas reglas del comercio delineadas por él.
El presidente Trump está en una situación delicada frente a sus electores, o materializa sus promesas de campaña o deja que sus rivales fortalezcan sus posiciones en contra de sus políticas. Los Estados Unidos están próximos a tener las elecciones de mitad de período en noviembre próximo, la mayoría de Donald Trump está tratando de consolidar la base de su electorado en el Medio Oeste, que de alguna manera fue la región que más lo apoyó para llegar a la Casa Blanca; pero no puede obviar que hay muchos empresarios y agricultores que se oponen a su visión del comercio y les está haciendo daño.
En los últimos meses, los agricultores han protestado por la guerra comercial con China y la renegociación del TLCAN con México y Canadá, manifestando su desacuerdo, debido a que su política significa pérdida de mercados y amenaza con la desaparición de empresas y granjas agrícolas. Una guerra comercial abierta con China, contra Canadá y México sólo puede llevar a la ruina a miles de empresas en toda América del Norte, no sólo dañaría a la economía china o europea ¿Cómo iniciar una guerra comercial sin consecuencias?
Con la Organización Mundial del Comercio (OMC) como réferi, los Estados Unidos, europeos, chinos, canadienses y mexicanos, parecen estar jugando una partida de ajedrez. El presidente Trump se reúne con un líder de un país y dice una cosa, declara a los medios sobre las excelentes relaciones entre su país y otro, pero luego cambia de opinión y manda al traste todo con un mensaje de Twitter y vuelve a señalar que los acuerdos comerciales firmados por sus antecesores son un mal negocio para los Estados Unidos y que, países como China o México, pretenden abusar de su país, robar sus inversiones y sus empleos.
Por ejemplo, luego de la visita del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, el presidente Trump ha dicho que el tema agrícola es parte del acuerdo alcanzado hace unos días entre las dos partes, en el contexto de las negociaciones comerciales, lo cual niegan los europeos rotundamente, señalando que ese tema estaba fuera de la discusión.
El jueves por la noche, el presidente Trump les había dicho a los agricultores estadounidenses que, acababa de abrir los mercados europeos para ellos, que los europeos se habían comprometido a comprar más soja sin demora de los agricultores estadounidenses. El viernes, Jean-Claude Juncker, decía que la agricultura está fuera de cualquier acuerdo con los Estados Unidos; mientras un portavoz de la Comisión Europea planteaba que Juncker había sido muy claro, al señalar que no negociaría sobre los productos agrícolas.
En ambos lados del Atlántico, el sujeto es extremadamente sensible. En las elecciones de mitad de período en noviembre, la mayoría de Donald Trump está tratando de consolidar la base de su electorado en el Medio Oeste. En los últimos meses, los agricultores han estado protestando, amenazados por la guerra comercial con China y la renegociación de. La pérdida de mercados pone a muchas granjas en dificultades.
Pero en este juego la verdad es evidente. Mientras nos llegan noticias del avance de la negociaciones sobre el TLCAN y señalan que están siendo todo un éxito, los Estados Unidos demanda ante la OMC a México, a Canadá, a China, a Europa y Turquía y en los foros internacionales como el Grupo de los 20 (G20), se hacen llamados a reformar al organismo internacional, a fin de darle instrumentos para hacer frente al proteccionismo comercial, esta vez encabezado por el país que promovió un día el libre comercio.
Es posible que el nuevo TLCAN permita a México seguir exportando la mayoría de los productos y servicios que envía al exterior anualmente, pero cabe la posibilidad que al final el presidente Trump anuncie que no fue posible llegar a un acuerdo y proponga a México negociar un tratado bilateral. Por ahora, los países que defienden el libre comercio y cuya industria automotriz está en riesgo, debido a los impuestos que pretende imponer el presidente Trump a las importaciones de autos a su país, se reúnen hoy marte en Ginebra para crear un frente común y responder a esa potencial amenaza.