FAMILIA POLÍTICA
“No hay hermosas superficies,sin terribles profundidades”
Nietzsche.
Dígase lo que se diga, independientemente de la opinión que el común de las personas tengan de Nicolás Maquiavelo, a quien la fama de su nombre trasciende como sinónimo de malvado, intrigante, perverso y muchos adjetivos más, que son elementos para integrar una corriente filosófica y política conocida como “Maquiavelismo”, la cual jamás fue conocida y mucho menos suscrita por su supuesto creador. Este personaje florentino es el arquetipo del político desempleado que busca congraciarse con sus protectores para reivindicarse y buscar la sombra protectora de la administración pública, bajo la influencia de la familia Médicis, en pleno Renacimiento europeo.
La lectura de El Príncipe trasciende fronteras: tiempos y espacios han caído por la fuerza de las ideas maquiavelianas. Para ello, contribuye la manera didáctica de sus contenidos y la fuerza cruda y directa de sus mensajes. El mundo de nuestro tiempo reconoce con claridad el concepto de la conquista del poder por medio de la política. Mediante una serie de consejos buscaba llegar a la conciencia de “El Príncipe” para ilustrar, por ejemplo, que al poder, en una república democrática, se puede acceder por dos medios: el voto ciudadano o la fuerza de las armas. Tan importante como obtenerlo, es preservarlo, para lo cual, el Maestro menciona las metáforas de la zorra y el león… el estudio de lo que sería preferible en un gobernante, cuya pretensión es mantenerse en su posición: ser amado o ser temido; desde luego que la conclusión es ser amado, pero en caso de confrontación de ambas posibilidades, sin duda el poderoso debe elegir ser temido; esto es, el poder tiene que preservarse mediante el uso de la energía, ya sea esta brutal, prudente y calculadora, sin sujetarse a las normas de la moral ordinaria; el poder debe mantenerse a cualquier costo. Es el objetivo esencial de La Política; ciencia que se ubica al margen de toda consideración moral. De lo anterior se concluye que esta ciencia no es moral, tampoco inmoral, sino totalmente AMORAL.
Otros dos estudiosos de la política llaman la atención en estos tiempos: Max Weber y Sigmund Freud.
El alemán (Weber), últimamente es conocido por su concepto Ética de la Responsabilidad, la cual debe normar la actitud de los servidores públicos.
Este autor definía el poder como la probabilidad de imponer la propia voluntad dentro de una relación social. Se diferencia de otras fuerzas similares, como la dominación y la autoridad que se ejercen sobre los pueblos sin su consenso. El poder carece de sustancia, es amorfo por definición, proviene normalmente de actos de violencia: única manera de tener éxito en una aplicación legítima que puede ser directa, indirecta o subliminal.
Economía y Sociedad es el libro más conocido de Max Weber; su tesis sociológica más importante se ubica en sus páginas. Es, en la actualidad, uno de sus estudios más leídos en materia de ciencia política, la Ética de la Responsabilidad fue y es innovador; pretendió quitar a la política el estigma de que la ética no tiene nada que ver con sus actos conductuales. Weber creó el concepto para normar las acciones de los servidores públicos en el mundo extrajurídico.
Para completar la trilogía, mencionaré al austriaco Sigmund Freud, más conocido en el mundo de la ciencia por sus aportaciones a la psicología.
Se le considera creador de El Psicoanálisis, técnica terapéutica que consiste en la introspección del paciente en sus propios subconsciente e inconsciente, para identificar las causas probables de las patologías conductuales, las cuales están siempre fuera de la conciencia.
Freud escribió libros con temas diversos destinados a estudiar diferentes fenómenos, como: “La interpretación de los sueños”, “Ética y Psicoanálisis”, “Estudios sobre la histeria”, “Psicopatología de la vida cotidiana”, “Tres ensayos de teoría sexual”, “Tótem y Tabú”, “Introducción del narcisismo”, “Introducción al psicoanálisis” “Más allá del principio, del placer”.
El pensamiento freudiano se relaciona con la política, por su afirmación universal de que la fuente que impulsa al ser humano a la búsqueda del poder, es de naturaleza eminentemente sexual: La Libido. De esta afirmación se desprende prácticamente toda la estructura freudiana, la cual llega hasta nuestros días.
Distintas universidades en el mundo, aún tienen como base de sus planes y programas de estudios, las premisas del psicoanálisis, aunque el cambio ya se advierte por el lado de una corriente denominada “Conductismo”, a la cual no le importan los orígenes de la enfermedad, sino su curación.
Así, independientemente de las maneras de pensar en las diferentes épocas, es importante entender hacia dónde vamos: ¿Cuál es el arquetipo de mexicano que nuestro sistema educativo debe formar? ¿Sigue el pensamiento psicoanalítico normando nuestra conceptualización racional del mundo y sus fenómenos? ¿Hacia dónde debemos poner la brújula de la educación de nuestros niños y jóvenes, para no permitir que nuestra Patria se pierda en el abismo terrible de la indefinición y la pérdida del rumbo?
Hay que recordar la frase “No hay viento favorable sin puerto de destino” y que los libros pueden señalar un destino incierto si no se imprime en ellos el preclaro pensamiento de los mejores pedagogos y maestros de la Patria. Así, sin sesgos, sin ideologías pasadas de moda, sin afanes ni desmesuras de perpetuidad en un poder que tiene que normarse por la voluntad del pueblo soberano.