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TRABAJO Y POLÍTICA

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Conciencia Ciudadana

 México cambió radicalmente su camino a partir de adoptar el sistema económico neoliberal mediante el cual, los diversos gobiernos de Salinas a Peña Nieto optaron por confiar el desarrollo del país al capital y no al equilibrio entre el capital y el trabajo como se había dirigido al país desde los años treinta del siglo XX

Un primero de mayo más en el que se demuestra la separación abismal entre la clase trabajadora y el sistema político mexicano orientado hacia un modelo de desarrollo donde los trabajadores ponen el sacrificio mientras el capital acumula la riqueza social como nunca en la historia.
Desde sus oficinas, los gobernantes emiten declaraciones optimistas sobre la economía asegurando que los empleos crecen, los salarios se recuperan y los asegurados son más que nunca en la historia, en un juego de cifras negado por la realidad que a diario se observa en la sociedad mexicana.
Otras cifras nos dicen, por ejemplo, que los trabajadores mexicanos reciben los sueldos más miserables de América Latina, incluso debajo de muchos países que nuestra ignorancia y soberbia nos hacían pensar en el pasado más atrasados que el nuestro, cuando el desarrollo económico nacional presentaba mayores índices de crecimiento que la mayor parte de los países del continente y el ingreso de la clase trabajadora iba en aumento, a la par que se fundaban y acrecentaban  instituciones de salud y educación, que provocaban la admiración y envidia de los demás países americanos.
¿Qué pasó entonces que llegamos a la situación actual en la que el desfile de primero de mayo se ha convertido en un ritual muerto donde algunos trabajadores todavía son empujados por los liderazgos corporativos a hacer acto de presencia frente a las casas de gobierno mientras sus condiciones económicas y laborales son cada vez más adversas?
Pues sucede que México cambió radicalmente su camino a partir de adoptar el sistema económico neoliberal mediante el cual, los diversos gobiernos de Salinas a Peña Nieto optaron por confiar el desarrollo del país al capital y no al equilibrio entre el capital y el trabajo como se había dirigido al país desde los años treinta del siglo XX.
Así, con el neoliberalismo el gobierno priísta renunciaba a la alianza histórica entre la casta gobernante desde fines de la revolución mexicana hasta los años ochenta del siglo XX y los obreros, campesinos y los sectores medios emergidos de la contienda armada. Hasta entonces, el país se desarrollaba crecientemente bajo un modelo de economía mixta, es decir, donde el estado controlaba actividades económicas estratégicas como el de los energéticos, nacionalizados en 1938 dejando el resto de los negocios en mano de la burguesía nacional y permitiendo que el capital extranjero interviniera donde la falta de capitales o tecnología nacionales no alcanzaba a promover el progreso.
En ese marco, el autodenominado gobierno de la revolución tuvo la habilidad para cooptar a los sectores laborales más avanzados de la industria quienes, junto a los trabajadores al servicio del estado conformaron la fuerza social básica del PRI, lo que se logró mediante el control de sus liderazgos que terminaron convirtiéndose en parte integral de ese partido. Durante años, los sindicalistas marcharon tomados del brazo con los presidente de la república y los gobernadores en los estados mostrando la fuerza de uno de los sistemas políticos más extraños y eficaces del mundo, pues se veía  juntos en los balcones palaciegos tanto a  gobernantes como a líderes sindicales, sonrientes y satisfechos mientras miles de obreros desfilaban a sus pies, cuando en otros países la lucha de clases se manifestaba con huelgas, represiones, cárcel, muerte o destierro de los núcleos trabajadores que luchaban por mejorar sus condiciones de vida.
Pero esos tiempos son cosa del pasado, porque el neoliberalismo se encargó de desmantelar el movimiento obrero mexicano hasta ponerlo de rodillas dejando que el capital determinara la suerte del trabajo en el país, mediante la eficaz fórmula de “plata para los amigos, palo para los disidentes y plomo para los rebeldes” eficaz receta con que se logró convertir a México en el país que hoy, en 2017, tenemos.
No obstante, sería equivocado decir que l viejo sistema corporativo ya es historia. A pesar de todo lo sucedido en los últimos 30 años, tanto los gobiernos del PRI como los del PAN han logrado mantener el control político de las masas trabajadores dejando intocado el sindicalismo del pasado con el fin de mantener el férreo control sobre sus bases al costo de permitir la impunidad, la corrupción y el autoritarismo en sus filas.
 Es esa la clave para su sostenimiento como régimen y no las elecciones con las divide a los trabajadores organizados haciéndoles pensar que eligen democráticamente a sus gobernantes, cuando no pueden  liberarse de la opresión de la pobreza, los bajos salarios, el aumento de la vida y la pérdida de los niveles de bienestar con que contaban hace treinta años.
Siendo realistas, se hace patente hoy más que nunca la verdad axiomática de la frase que afirma que “la liberación de la clase trabajadora será obra solo de la clase trabajadora.”  Un saludo a todos y recuerden que
VIVOS SE LOS LLEVARON Y VIVOS LOS QUEREMOS, DEJEN DE DARLE TANTAS VUELTAS AL ASUNTO.