Home Nuestra Palabra José Luis Ortiz Santillán Trabajadores sin esperanzas

Trabajadores sin esperanzas

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La globalización y el desarrollo tecnológico parecen haber desaparecido la línea entre los trabajadores y el capital; la sutil explotación de trabajo de ingenieros, técnicos y obreros en los procesos productivos donde la fuerza de trabajo se centra ahora en la manipulación de computadoras, robots o otros instrumentos automatizados

La clase obrera, los trabajadores, en el mundo parecen haber desaparecido. La globalización y el desarrollo tecnológico parecen haber desaparecido la línea entre los trabajadores y el capital; la sutil explotación de trabajo de ingenieros, técnicos y obreros en los procesos productivos donde la fuerza de trabajo se centra ahora en la manipulación de computadoras, robots o otros instrumentos automatizados, dan la impresión de que la fuerza de trabajo ha dejado de ser explotada, para dar paso a la convivencia pacífica entre trabajadores y capital, en una armonía sin precedentes donde el trabajador parece estar satisfecho de su trabajo y su salario.

Así es de engañoso lo que sucede hoy en el mundo. En realidad, la riqueza que generan millones de trabajadores en el mundo que manipulan computadoras, robots u otros equipos electrónicos para producir productos o servicios, es mucho mayor que lo que podían hacer con sus medios de producción en los años treintas o setentas; pero también lo es la intensidad de la explotación del trabajo, lo extenuado que concluyen una jornada de 8 horas los trabajadores en el mundo.

Pero pese a ello, a no ser por las protestas en contra de gobiernos dictatoriales como en Turquía o Rusia, o contra medidas económicas impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) como en Grecia o la mediocridad de un gobierno socialdemócrata como en Francia, las manifestaciones de protesta han dejado de tener resonancia y la fuerza para hacer temblara al capital bajo el paso firme de la clase obrera, la cual parece haberse extinguido hoy; incluso en México, donde pese a los medidas de política económica del gobierno, las cuales atentan en contra de los ingresos de los hogares, el movimiento sindical parece haber perdido la voz.

Quizá por eso sea sano que el presidente Donald  Trump haya llegado al poder ahora, para sacudir las conciencias y volvernos a la realidad del mundo actual; para indicarnos que en México hay muchas cosas por hacer para impulsar el desarrollo y bienestar de millones de mexicanos; para percatarnos que los millones de mexicanos que se han ido a los Estados Unidos durante más de medio siglo, son los excluidos de nuestro país que han buscado en los Estados Unidos las oportunidades que México y sus gobiernos les han negado.

Ha sido un primero de mayo más en que la esperanza parece haber desaparecido de los rostros de los obreros. A no ser por el incremento salarial anunciado por el gobierno de Evo Morales en Bolivia, por las manifestaciones multitudinarias de los trabajadores en cuba, en el resto de lo países de América Latina los trabajadores ven cómo la vida se les va sin que su pobreza se haya diluido con el aumento de su bienestar.

Pese al desarrollo científico técnico, a la globalización y a la comunicación en tiempo real en casi todos los países del planeta, la polarización de la riqueza y la pobreza siguen sin desaparecer. Lejos de ello, el libre comercio y la globalización han concentrado aún más la riqueza en pocas manos y aumentado la pobreza, llevándola a los límites en la mayoría de los países, lo que ha dado origen al surgimiento de líderes en los Estados Unidos, Francia y otros países de Europa, que como Donald Trump se oponen al libre comercio y a la globalización, provocando una fractura en la forma de ver el desarrollo en el mundo capitalista actual. Sin embargo, no ha pasado lo mismo dentro de los trabajadores hasta hoy.