CINE DE HOY
Los amantes de la tauromaquia están de plácemes por el estreno en la Cineteca Nacional del espléndido documental de Rodrigo Lebrija, El Brujo de Apizaco.
El filme sigue puntualmente la carrera del controvertido matador Rodolfo Rodríguez, popularmente conocido como el Pana y que se definía como “el último torero romántico”.
En una larga entrevista, el torero confiesa su afición al alcohol, que le costó su matrimonio y no poder ver a su hija.
Se arrepiente del dolor provocado a su madre por sus excesos etílicos.
Lebrija recupera “la última corrida del Pana”, aquella que le dedicó a las prostitutas, ante el asombro del reportero de Televisa.
Lo curioso del asunto es que tuvo un triunfo apoteótico, que lo llevó a dar marcha atrás a su retiro, y que le sirvió de consagración como torero.
Fue entonces que se le abrieron las puertas de las grandes plazas y pudo realizar una gira por Europa, en la que buscó reconciliarse con su hija, y terminó en la tragedia, cuando fue detenido por la policía por escándalo y su hija remitida a las autoridades.
Además de presentar algunas de sus corridas más famosas, el realizador se adentra en los momentos íntimos del personaje, cuando se prepara para las corridas o mostrándonos las múltiples heridas sufridas en el ruedo.
Festivamente lo vemos abordar una carroza acompañado de una guapa chica, mientras campechanamente se dirige a la plaza, fumando un puro y saludando efusivamente al público.
Sintomáticamente cuando Lebrija le anunció que había terminado el documental, el Pana le dijo que no era todo.
Y El brujo de Apizaco acabó convirtiéndose en su testamento fílmico y en un espléndido documental que no hay que perderse, se sea fanático de la fiesta brava o no.
