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Tomemos el control de nuestra vida…

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Esforzarse ha dejado de ser la premisa del éxito; la mayor parte de la gente caminamos hacia donde el viento nos empuja, sorteamos el temporal y procuramos sobrevivir con lo que el día nos va dando; nos quejamos, pero por lo general nuestra desdicha la acreditamos a las circunstancias; culpamos a los demás y se nos olvida hacer un análisis de nuestros actos y el consecuente cumplimiento de nuestra responsabilidad; somos hijos del temporal, y la suerte es nuestra guía; y no nos damos cuenta que precisamente es nuestra suerte la que necesita mucha ayuda para hacer su trabajo, y esa ayuda, nosotros somos los únicos que podemos proporcionársela.

 

Nos sumimos en nuestro duelo, el duelo por la muerte de un ser querido; el duelo por el abandono en que nos tiene otro ser querido; el duelo por la pérdida de un bien o una cosa querida; pero vivimos en un eterno duelo, el duelo del abandono de nosotros mismos.

 

Levantar la voz, para muchos es impensable; la flojera, la apatía, el miedo y la ignorancia, si hacen su chamba: nos paralizan, nos impiden ir más allá de lo que el día y nuestro escaso esfuerzo nos da; queremos sacarnos la lotería, a veces sin comprar el billete; rezamos para que ahora sí la suerte voltee a vernos porque nos late que nos sacaremos el Melate; queremos trabajar y sentimos que nos merecemos que el trabajo nos lo deben ir a ofrecer hasta nuestra casa; los estudiantes pretenden aprobar las materias estando las horas pegados al facebook, quizá pretendiendo que por ósmosis les llegará la inspiración en los exámenes.

 

Quizá por ello nos hemos convertido en una población que gustamos de ser guiados; quizá por ello, algunos simples mortales -el tuerto en tierra de ciegos- son elevados a rango de mesías; se les venera, casi al punto de dar la vida por el guía moral.

 

Así pasa, así seguirá pasando en tanto no nos sacudamos del marasmo en que nos tiene hundida nuestra indolencia; los mexicanos no somos cobardes, cuando menos no de origen; pero nuestra nobleza, nuestro exceso de nobleza ha sido trastocada por desertores de la democracia, demagogos que han convertido nuestra nobleza en su alimento visceral.

 

No hay miedo más irracional que el que es producto de la ignorancia, y en este caso, ignoramos que el mejor momento para vencer el miedo es asumiéndolo, enfrentarlo; tomar el control de nuestro futuro, no esperar por flojera o desidia, que otro lo resuelva por nosotros.

 

La vida que conocemos es sólo ésta; el más allá no sabemos de su existencia, es un improbable que también ha servido como medio de manipulación; por ello, y como esta vida es la única que conocemos, no la dejemos pasar en vano; dejar huella, trascender es parte de nuestro esquema; pero hasta nuestros días, los que se han dejado guiar solo han pasado a la historia como un soporte del que tomó el destino de las masas en sus manos, y pocos o nadie se acuerda en particular, de alguno de ésos que sirvieron de tapete a los líderes; ¿queremos ser líderes o tapetes?