VOZ EN CLARO
La región del Valle del Mezquital representa una deuda de todos los niveles de gobierno con la justicia (Social y criminal), en la que los políticos electos por la ciudadanía para velar por el bienestar de la sociedad, han decidido enriquecerse y aprovechar el cargo para beneficiar sus finanzas y las de sus allegados.
El municipio de Tlahuelilpan es uno de los más jóvenes (cumplirá 50 años el próximo 20 de octubre) además de ser el más pequeño del estado de Hidalgo con poco más de 28 kilómetros cuadrados y cuenta, según cifras de la encuesta intercensal de 2015 del INEGI, con 19,389 habitantes y se ubica en la zona del Valle del Mezquital cercano a la Ciudad de Tula de Allende. Se trata de una comunidad pequeña y sustentada primordialmente por comercio informal, actividades agrícolas, y empleándose en las diferentes empresas ubicadas en parques industriales de pueblos vecinos como Tula, Atitalaquia y Atotonilco de Tula.
Previo al 2016, en éste municipio, el robo de combustible no representaba peligro, por no decir que era inexistente, así como en el resto del Estado; sin embargo, florecían otros delitos (no violentos) como el robo de automóviles, casa-habitación y negocios, siendo estos últimos, los más comunes en 2015 según el semáforo delictivo.
Aunado a esta cultura del robo, en toda la entidad federativa existe un sistema despótico de pseudo-gobierno, caracterizado por tendencias caciquiles que representan los intereses de las familias ricas del momento. Entre estas dinastías han desfilado desde: familias amigas de sus parroquias, pasando por un representante del Sindicato Mexicano de Electricistas, y hasta servidores públicos partícipes del periodo actual. Ésta manera de operar del gobierno, fomentó un ambiente propicio para que delitos orientados a la corrupción como tráfico de influencias, cohecho y encubrimiento, fueran fructíferos y así normalizaron la prepotencia, la indiferencia e ineficiencia de los servidores públicos para con sus ciudadanos.
La región del Valle del Mezquital representa una deuda de todos los niveles de gobierno con la justicia (Social y criminal), en la que los políticos electos por la ciudadanía para velar por el bienestar de la sociedad, han decidido enriquecerse y aprovechar el cargo para beneficiar sus finanzas y las de sus allegados. Por eso, durante 2017, 2018 y las primeras semanas de este nuevo año, no resultaba extraño encontrar a agentes de policía colaborando e informando a presuntos huachicoleros, en las esquinas de las calles de los pueblos que abarca la zona roja de robo de combustible en el estado de Hidalgo (Tlahuelilpan, Tula, Atitalaquia, Tlaxcoapan, Tezontepec de Aldama, Tetepango, Mixquiahuala).
Esto evidencia al huchicoleo como una actividad fruto de delincuencia organizada, que involucra a las corporaciones policiacas municipales y estatal, quienes alertaban a los grupos criminales sobre acciones de policías federales y destacamentos de Ejército y Marina que habían sido comisionados para combatir el robo de combustibles en la región; a elementos de PEMEX quienes aparentemente habilitaban las tomas clandestinas para ser ordeñadas; autoridades administrativas.
Mis fuentes señalan particularmente a Juan Pedro Cruz Frías (Partido del Trabajo al ser electo en 2016, pero simpatizante de Movimiento de Regeneración Nacional desde 2018), presidente municipal de Tlahuelilpan; y Pedro Porras Pérez (Movimiento Ciudadano), presidente municipal de Tezontepec de Aldama, quienes por distintos motivos, se negaron a tomar acciones locales en contra de los ladrones de hidrocarburos que eran conocidos por vecinos de dichas localidades.
Además de este apoyo y protección institucionalizado, los grupos de huachicoleros están internamente organizados por roles con tareas específicas como: los halcones, que se sabe se encuentran en el rango más bajo y dedicado a la vigilancia y protección de los demás, tienen la tarea de alertar sobre actividad policiaca o militar, y eran equipados con celulares o radios, vehículos automotores – normalmente motocicletas o motonetas-, y ocasionalmente armas de fuego que se sabe llegaron a ser usadas en ataques contra otros grupos que culminaron en asesinatos o explosiones de bodegas o vehículos que contenían combustible robado; o los distribuidores, que comercializan gasolinas robadas en sus propias casas, o entregan a domicilio – en caso de compras grandes – a bordo de vehículos normalmente robados en otros estados del país, o los propios extractores, quienes suelen ser los líderes de la organización, ya sea porque la toma clandestina se ubica en su propiedad, o por adueñarse de una siendo el primero en explotarla, o conociendo los métodos de extracción.
Evidentemente la organización de estos grupos, es incuestionable, y, además de ello, se dedicaban a ganar simpatía y clientela con la comunidad a la que pertenecían, pues estos criminales compensaban sus faltas a la ley obsequiando combustibles o rematándolo en uno o dos pesos el litro, y a los no consumidores les intimidan indirecta o directamente, evitando así que la ciudadanía denuncie a dichas agrupaciones. Vuelven cómplices a pueblos enteros y paralizan los sistemas de prevención del delito e impartición de justicia a su favor.
La tragedia del pasado 18 de enero no es unidimensional ni única –aunque sí la de mayores dimensiones – pues explosiones, e incendios son abundantes en todo el Valle del Mezquital, por accidentes o disputas; la sociedad de esta región se ha visto forzada a vivir silenciada, sometida, conviviendo con la nueva contaminación – aunada a la ya producida por los parques industriales cercanos- humo negro, sonidos de disparos por las noches, patrullaje de fuerzas militares y noticias de crímenes violentos. Tlahuelilpan – y sus municipios aledaños – no es una tragedia aislada ocasionada por la avaricia: es la consecuencia de años de ignorar las necesidades de seguridad y justicia de miles de ciudadanos, sumado a la corrupción e ineptitud sistémica de las instituciones y las autoridades.
* JULIO GÓMEZ se incorpora a partir de hoy como colaborador de estas páginas de reflexión. Joven pero con una profunda visión del Estado de Hidalgo, vendrá a enriquecer nuestras páginas todos los días lunes de la semana. Que sea para bien.