Tiempo de revoluciones

El Ágora

Comencé el fin de semana con un video que encontré en internet de 5 o 6 minutos que muestra entrevistas realizadas a las niñas, niños y adolescentes que han tomado parte de las manifestaciones del “Estallido Social” de Chile, iniciado en octubre del año pasado. Es increíble, pero aún a su corta edad, ellas y ellos tienen más conciencia social que varios adultos que he conocido, incluso de algunos que presumen suntuosos cargos, rimbombantes grados académicos y amplios currículums. La infancia y la juventud chilena ha dado respuesta moral a la injusticia económica y social que se vive en su tierra desde hace más de tres décadas, plantando cara al gobierno del oligarca Sebastián Piñera. Totalmente inspirador. Bien aplica aquí aquella frase del inmortal Salvador Allende, “Ser joven y no ser revolucionario, es una contradicción hasta biológica”.
Después, como era de esperarse, advertí que las redes sociales y los medios de comunicación convencionales se concentraron en el tema del Día Internacional de la Mujer. En las protestas, marchas y la impresionante demostración de sororidad de las miles de mujeres que salieron a las calles de México, millones en el mundo, para tomar nuevamente la palabra y alzar la voz contra el sistema patriarcal.
Lamentablemente, no faltaron los “despistados” que insistieron en “felicitar” a las mujeres, en lugar de asumir el 8 de marzo como una fecha para conmemorar la reivindicación por la igualdad de derechos y el combate contra la violencia de género. Sin embargo, en esta ocasión, pude percibir que cada vez hay más personas, tanto mujeres como hombres, que empiezan a desarrollar la perspectiva de género y que, por tanto, fueron capaces de abordar la jornada con otro criterio, mucho más objetivo e informado. Esto no significa que esté ya todo resuelto, pues evidentemente no es así, pero es importante darnos cuenta de que gracias a las mujeres que tienen años impulsando el movimiento feminista, se ha sembrado un cambio de mentalidad entre personas y sectores que, de otra forma, seguirían completamente alienados a las viejas posturas del machismo.
Por otro lado, me dio gusto hallarme a mí mismo dentro de más de una sana y espontánea conversación entre varones, en las que razonamos el por qué del feminismo y nos cuestionamos sobre cómo y de qué manera debíamos apoyar o solidarizarnos con las mujeres. Celebro, por tanto, que hoy existan más hombres dipuestos a trabajar en erradicar su machismo, constuyendo a la vez masculinidades positivas. Dicen que hay que iniciar por uno mismo y claro, a mí, indudablemente, me falta un enorme camino por recorrer, pero estoy dispuesto a hacerlo; como hombre, esposo, hijo, compañero de oficina y profesor.
No obstante, también vi y escuche toda clase de comentarios cínicos y retrógradas, algunos disfrazados de bromas y otros abiertamente violentos, de hombres que aprovecharon el día para aflorar su resentimiento y seguir denostando la legítima causa de las mujeres. No cabe duda que la gente que sólo tiene aspiraciones individuales, jamás entenderá una lucha colectiva.
Finalmente, ayer 9 de marzo, vaya que se sintió la ausencia de las mujeres. “El Nueve Nadie se Mueve”, paro cuya convocatoria lanzó el pequeño, pero valiente, colectivo feminista de Veracruz, “Las Brujas del Mar”, se ha convertido en un hecho histórico sin precedentes. La revolución de las mujeres es el gran fenómeno de nuestros tiempos y está aquí para quedarse.
 
 
 
 
 

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