Tiempo de la cordura

LAGUNA DE VOCES

    •    Son los tiempos de crisis, de miedo y terror, los que exponen en su justa dimensión al ser humano


Podemos cerrar los ojos y esperar que por alguna razón en México se cumpla lo que dice el libro del Éxodo cuando el Dios iracundo de los hebreos decide arrasar con todos los primogénitos de los egipcios. Cito: “Y tomaréis un manojo de hisopo, y lo mojaréis en la sangre que está en la vasija, y untaréis con la sangre que está en la vasija el dintel y los dos postes de la puerta; y ninguno de vosotros saldrá de la puerta de su casa hasta la mañana. Pues el SEÑOR pasará para herir a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes de la puerta, el SEÑOR pasará de largo aquella puerta, y no permitirá que el ángel destructor entre en vuestras casas para heriros. Y guardaréis esta ceremonia como ordenanza para vosotros y para vuestros hijos para siempre”.
    También podemos rogar que el calor aplaste al coronavirus y la nación mexicana se levante como un milagro hecho realidad, que sea cierto que por alguna razón resulte que somos inmunes a la enfermedad y que seamos presentados ante la opinión mundial como una especie de súper  humanos, capaces de confirmar que el globo terráqueo efectivamente hay una raza superior, pero que Hitler se equivocó de nación al haber creído encontrarla, porque no era en Alemania sino en México.
    Podemos simplemente hacer como que no pasa nada, que con suerte se contagiará otro, un desconocido, pero ninguna de las personas que amamos. Es decir convertirnos en lo que tanto reprochamos en tiempos que hablar de hermandad y solidaridad es lo de moda, y aceptar que lo que pase a los otros es asunto de ellos, no mío, para confirmar lo escrito por Víctor Frankl (“El Hombre en busca del Sentido”), al explicar y reconocer por qué los sobrevivientes del holocausto nazi lograron eso, sobrevivir.
    “En general lograban sobrevivir solo aquellos prisioneros que, endurecidos tras años de deambular por distintos campos, habían perdido todos los escrúpulos en su lucha por la supervivencia, y para salvarse recurrían a cualquier medio, honrado o deshonroso, sirviéndose incluso de la fuerza bruta, el robo o la traición a sus amigos. Los escasos afortunados que sobrevivimos, gracias a una concatenación de casualidades o milagros –llámese como se quiera-, estamos convencidos de que los mejores no regresaron”.
    Son los tiempos de crisis, de miedo y terror, los que exponen en su justa dimensión al ser humano, en estos tiempos tan inclinados a evocar los capítulos llenos de heroísmo en que el personaje central da la vida por otros, un grupo de personas prefiere morir antes que sacrificar a otros.
    Vivimos el momento justo en que “los otros” son eso: los otros. Igual que en la película: los otros ni siquiera existen a la luz de la realidad, porque de alguna forma siempre vamos a parar del lado de los que simplemente defienden su espacio vital donde nadie tiene cabida si pone en riesgo lo que consideramos el lugar sagrado que nos fue asignado.
    Tiempos también en que todavía podemos recurrir a ritos casi iniciáticos para ahuyentar al maligno, o como en el caso del Éxodo al que sí es bueno, pero no con los que desconocen el símbolo que impedirá el paso de un ángel exterminador.
    Pero también son los tiempos en que fundamentar la posibilidad de que en un país como el nuestro no pase nada simplemente porque así se desea, puede desembocar en una tragedia de proporciones inimaginables, con todo y que en las dichosas “benditas redes”, unos maldigan a los que exigen medidas de prevención más claras contra el coronavirus, “porque solo les faltaría para su miserable existencia que hubiera muertos y el gobierno de la 4T se viera afectado”. Y del otro lado los que efectivamente esperan con desesperación que eso suceda.
    En medio de todo, la necesidad de conservar la calma, de no ver como enemigos a los que por desgracia se han contagiado, pero tampoco sembrar el campo de irresponsabilidad sin hacer nada. Es momento de la cordura simple y llana, la que de verdad se preocupa por sus semejantes con medidas duras pero necesarias.
    Todavía es tiempo.

Mil gracias, hasta mañana.
jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta
    

Related posts