Territorio huachicol: la batalla por el robo de combustible arrecia

Tecamachalco, Puebla.- Son pueblos de casas bajas, rodeados de cerros chatos y alguna montaña. Calles empedradas carentes de personalidad: 3 poniente, 2 norte, 5 sur. En el centro, una plaza ajardinada, una iglesia, una venta de tacos. La música banda que escapa de los parlantes de una zapatería, el polvo, la sequedad.

Los municipios de la franja huachicolera lucen idénticos a tantos otros en México… Nadie que no viva aquí pensaría que este pedazo de tierra es refugio de decenas de ladrones de gasolina; que es, visto lo visto, un polvorín. Por lo menos hasta el jueves, hasta que todo el país supo del enfrentamiento, de los muertos.

Ese día una banda de ladrones de combustible se enfrentó al Ejército en Palmarito, un poblado del Estado de Puebla, a dos horas y media de la Ciudad de México. Desde la tarde del miércoles hasta la mañana siguiente, unos y otros trataron de someterse a balazos. Cuatro militares perdieron la vida, igual que seis civiles. Otros tantos acabaron en el hospital. Pobladores y huachicoleros bloquearon más tarde la carretera que comunica Puebla con Veracruz. Prendieron fuego a unos neumáticos y rechazaron moverse hasta que no soltaran a cada uno de los 14 detenidos. Al final de la tarde, cedieron.

Es la agresión más grave que han perpetrado los huachicoleros hasta la fecha. Supera en espectacularidad al secuestro y el asesinato de los tres agentes de la policía estatal de Puebla, en marzo pasado. Trasciende al descaro de los pobladores –o huachicoleros, o ambas cosas– que retuvieron durante horas y desarmaron a cuatro militares en enero.

Todo eso ha ocurrido en la franja. O en el llamado “Triángulo rojo”. Son pueblos parecidos que comparten una riqueza subterránea, una maldición, los millones de litros de carburante que un oleoducto conduce de las plantas costeras al centro del país.

El robo masivo de combustible en México es un fenómeno relativamente reciente. En el 2000, la empresa paraestatal de combustibles, Pemex, detectó 15 tomas clandestinas del oleoducto en esta zona. El año pasado fueron 1533, todo un récord para Puebla y para el país entero.

En poco tiempo surgieron bandas y adoptaron costumbres del mundo del hampa. Hasta el golpe que sufrieron hace unas semanas, la más grande se hacía llamar Los Buchanan’s, por la marca de güisqui.

El fiscal estatal explicaba la tarde del jueves que lo que pasó la noche anterior es producto del movimiento de las bandas. La justicia detuvo hace unas semanas a 87 personas, involucradas presuntamente en el asesinato de los tres agentes estatales en marzo. Así, explicaba el propio fiscal semanas atrás, se acababa prácticamente con Los Buchanan’s. Solo faltaría el jefe, huido. Otro grupo, liderado por alias Toñín, estaría tratando de entrar en Palmarito, Palmar Bravo y la zona que colinda con el Estado de Veracruz. De ahí su virulencia, la agresividad con que defendían la plaza.

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