Tercer Informe de Gobierno, las cifras alegres de siempre y la retórica

NÚMEROS CLAROS

Pero al final, como siempre, el Informe no tendrá ninguna utilidad, otra que no sea convertirlo en una fuente de estadísticas actualizadas para hacer otros informes y reportes

 

El Tercer Informe de Gobierno bajo el mismo formato de siempre y con cifras alegres. No importa que haya cambiado el gobierno del PAN al PRI en 2012, el formato y la estructura será la misma de siempre, la que administra la burocracia administrativa del gobierno federal que, en el fondo, desde hace años constituya un grupo de poder. No importa que el tercer Informe de Gobierno siga siendo un resumen de las actividades realizadas durante el años, sin ninguna comparación con las metas establecidas en el Plan Nacional de Desarrollo, que en estricto apego a la Ley de Planeación, establecida en la Constitución, debería ser lo correcto, para escapar de la retorica y de las formalidades protocolarias.

 

Si de verdad se llevara a cabo un correcto proceso de planificación, como lo indica el Articulo 26 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el Informa debería señalar, con respecto a las metas establecidas en el Plan Nacional de Desarrollo, en cuanto se ha avanzado en los trabajos para alcanzar los objetivos previstos en él, los problemas para lograrlos y los recursos utilizados para ello.

 

Pero al final, como siempre, el Informe no tendrá ninguna utilidad, otra que no sea convertirlo en una fuente de estadísticas actualizadas para hacer otros informes y reportes, para armar tarjetas informativas, agendas anotadas, oficios y cualquier otro documento que forma parte del trabajo diario dentro de las oficinas del gobierno federal.

 

Al final, como lo he constatado trabajando en el Poder Legislativo y en el Ejecutivo, el Informe quedará olvidado en los cajones de algún escritorio, de alguna credenza o en algún librero, como parte de una colección interminable de informes, que cada año consumen horas y horas de trabajo armarlos.

 

Qué podrá decir el Informe Anual del Ejecutivo, el que resume el trabajo realizado a la mitad de un sexenio, con el cual se abre la sesión de comparecencias de los secretarios antes las Cámaras, como un proceso interminable para aprender de él en la primera vez que muchos diputados llegan al Congreso o como el pretexto para lucirse en la tribuna y hacerse notar.

 

En teoría habría mucho que decir de cara a la nación y a los más de 120 millones de ciudadanos. El presidente debería explicar por qué, después de aprobadas la reformas y estando suscritos los compromisos para ofrecer a los mexicanos un mejor nivel de vida, con mayor crecimiento y empleo, en lo que va de su gobierno sólo se ha crecido en un 1.88%. Explicar por qué luego que la Población Económicamente Activa (PEA) en México pasó de más de 52 millones a 72 millones 724 mil 495, en los últimos meses, la informalidad laboral supera los 42 millones 252 mil 931 personas y los trabajadores informales son más de 45.5 millones.

 

Aún más, el Informe y el Ejecutivo Federal deberían explicar el por qué habiendo sido el número de pobres existentes en el país al inicio del sexenio 53.3 millones, después de las reformas y la puesta en práctica de los programas para luchar contra ella, al concluir 2014 llegó a 55.3 millones. Además, por qué razón se sigue insistiendo en que ha reducido la inseguridad y la criminalidad en México, cuando ésta continúa aumentando como expresión del desempleo y el aumento de la pobreza.

 

Sin duda, el Informe debería ser más que un enorme compendio de cosas positivas, de logros, de cifras alegres; éste debería explicar las razones por las que el Plan Nacional de Infraestructura ha sido modificado después de los escándalos de trafico de influencias y abusos de poder, los cuales pusieron al descubierto la adquisición de residencias millonarias por el presidente y su secretario de Hacienda, y quien sabe cuántos más, provocando la cancelación de miles de empleos.

 

Creo que la presentación del Informe es un buen momento para que el Ejecutivo Federal y sus secretarios aterricen en la realidad nacional e internacional, dejando su optimismo a un lado, reconociendo que sus proyecciones no han sido correctas, que será imposible obtener tasas de crecimiento superiores al 5%, en promedio anula; que no se crearán los millones de empleos que requiere la llegada de millones de jóvenes a la edad laboral y que la pobreza no podrá reducirla como consecuencia de la política económica seguida.

 

Este informe debería servir para que, por vez primera, el presidente reconozca que el entorno internacional es adverso a sus proyectos y que la devaluación del peso es la expresión de la salida de los capitales, como consecuencia de la desconfianza de los inversionistas, que no están dispuestos a seguir apostando al riesgo.

 

Pero no será así, volveremos a escuchar cifras alegres y más retórica, de logros en el combate al desempleo y la pobreza, de una economía blindada, mientras millones de mexicanos ven reducidos sus ingresos como consecuencia de la reducción de los empleos, en una economía que cada vez más se contrae.

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