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Tenía que morir

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Tenía que morir

PEDAZOS DE VIDA

Tenía que morir, el viejo sinvergüenza y sucio tenía que morir. Tenía que emitir su último respiro y morir de la forma más atroz y repugnante, tenía que morir de una forma ridícula, sin que su muerte levantara sospechas, tenía que morir implorando perdón o con un grito que nadie escuchara, lo importante es que tenía que morir. De esto estaba seguro, aunque la forma cambiaba siempre en mi pensamiento, sabía que en algún momento su muerte se materializaría en un crimen perfecto. 

Ahora que sus hijos están en Estados Unidos, sería fácil dejarlo morir en su propia casa, sin un alma que se asomara por días, su cuerpo sería encontrado en una situación muy lamentable y sólo por el rastro del hedor que genera la carne que se descompone tirada en el suelo de una habitación cálida. 

Había ocasiones en las que soñaba que sus ojos se llenaban de sangre que se diluía con sus lágrimas, que se abría la boca sólo para echar una bocanada de sangre que acabaría con su vida, ahogado o desangrado moría y yo despertaba desconcertado: con el miedo que siempre me ocasionó, con el coraje que me provocaba ver cómo abusó una y otra vez de mi abuela; la forma en que la maltrató y aquellas cosas que decía y provocaban grandes humillaciones.

Cuando estaba en la escuela y veíamos algunas partes del cuerpo y las reacciones que provocan algunos narcóticos no podía dejar de imaginar que una sobredosis entraba de forma espontánea en su cuerpo, como si de la nada surgiera una jeringa que le inyectaba el mal que lo llevaría a la tumba. 

En cada pensamiento, en cada sueño, en cada reflexión sobre la muerte del viejo, me convertía en un asesino, pero no en un asesino cualquiera, en aquél que no ejecuta su plan porque no existen las condiciones perfectas para salir librado, que no tiene la coartada necesaria para no causar sospechas, el asesino que busca aprender a controlar sus emociones para cuando llegue ese momento. 

El viejo se tenía que morir, un paro fulminante ocasionado por quién sabe qué, una forma alejada de mí, una muerte rápida y sencilla, a veces creo que Dios existe, por eso digo que Dios lo tenga en su santa gloria, ahora me siento un asesino sin serlo y me he quedado en este infierno…